La agresividad es un problema de comportamiento que no solo afecta al animal de compañía, sino también al entorno que lo rodea. Por ejemplo, la American Veterinary Medical Association (AVMA) estima que en Estados Unidos más de 4.5 millones de personas sufren algún tipo de mordida cada año. Situaciones como esta han llevado a que, en algunos lugares, se tomen medidas drásticas como la de sacrificar a un perro agresivo.
No obstante, gracias al avance en el área de la conducta canina, se ha logrado determinar que este tipo de comportamientos pueden ser corregidos y reconducidos. En este artículo, exploraremos el origen de la agresividad, las alternativas para su manejo, así como el debate ético y legal que surge sobre si la eutanasia del can es una solución válida o no.
¿Por qué un perro es agresivo?
En primer lugar, es necesario entender que la agresividad no es un comportamiento que surge de la nada o que nace con el individuo. De hecho, un artículo publicado en la revista Science expone que solo el 9 % de las conductas de un perro están determinadas por su linaje genético. Es decir, que la creencia de que existen «razas peligrosas» es una afirmación muy cuestionable.
Aclarado este punto, es preciso señalar que la agresividad de un can puede ser producto de los siguientes factores:
- Educativos
- Enfermedad
- Ambientales
- Emocionales
Aunque la raza no es un condicionante de la agresividad, un estudio de la revista Nature ha identificado ciertos factores de riesgo para que se presente. Se trata de los siguientes:
- Nerviosismo: de acuerdo al artículo, los perros nerviosos o temerosos son cinco veces más propensos a ser agresivos que los canes tranquilos.
- Edad: los animales de edad avanzada tienen mayor probabilidad de desarrollar conductas agresivas. Esto puede deberse a enfermedades osteomusculares que le causen dolor y reacción al tacto. También, es posible que se presente por un deterioro sensorial que genere que el acercamiento de los humanos sea más aterrador.
- Sexo: los machos—sobre todo si no están castrados— son más agresivos que las hembras. Esto puede deberse a factores hormonales o conductas ligadas al sexo, como la territorialidad o la dominancia.
- Tamaño: en el estudio mencionado, los perros de menor tamaño fueron más propensos a ser agresivos que los canes grandes y medianos.
- Factores ambientales: en este caso, los animales que vivían en hogares sin otros perros o en los que su tutor nunca antes había tenido mascotas mostraron una mayor probabilidad de ser agresivos. Esto contrasta con aquellos que convivían con otros de su especie o con propietarios experimentados.
Además de estos elementos, existen algunas causas puntuales que desencadenan la agresividad en un perro.
¿Cuáles son las causas de la agresividad en un perro?
Si bien la agresividad es un comportamiento ligado a la naturaleza de los canes —por sus antepasados salvajes—, ciertas condiciones llevan a que esta conducta se exacerbe y se convierta en un desorden. Entre las principales causas se pueden distinguir las siguientes:
- Nula o escasa socialización temprana: conforme a lo expuesto en un artículo de la revista Veterinary Quarterly, los perros con una deficiente socialización de cachorros —en especial, en las primeras 3 a 12 semanas de vida— tienden a ser más agresivos en la adultez. Esto se debe a que en esta etapa se crean lazos de confianza y seguridad con los de su especie y con los seres humanos.
- Mala educación: según este mismo documento, los refuerzos negativos —como los golpes o los regaños, durante el proceso de educación— refuerzan la agresividad. El can los interpreta como los únicos métodos de comunicación efectiva con su entorno.
- Dolor: en este caso, la agresividad se manifiesta como un mecanismo de defensa para evitar el contacto con personas o animales que puedan desencadenar el estímulo doloroso. Además, de acuerdo con un estudio de la revista Animals, si una experiencia le causó dolor a un perro, este mantendrá una respuesta de manera agresiva a este estímulo, aunque no le genere daño.
- Otros problemas de salud: tumores en el sistema nervioso central, enfermedades infecciosas —como la rabia o el distemper—, la epilepsia, el hipertiroidismo o hipotiroidismo, al igual que las patologías cardíacas pueden desencadenar la agresividad en un perro.
- Miedo y ansiedad: un canino que acumula estrés y ansiedad por la falta de ejercicio o estímulos sensoriales, o que siente miedo constante de su entorno, no encontrará otra manera de expresarse que la agresividad.
- Deficiencias nutricionales: como lo indica un estudio divulgado en la revista Veterinary Research Communications, los bajos niveles de ácidos omega-3 se relacionan con comportamientos agresivos.
¿Sacrificar a un perro agresivo es la única opción?
Como pudiste observar, los comportamientos agresivos como morder o gruñir tienen una causa determinada, por lo que es posible corregirlos. Al igual que un perro que presenta desnutrición u otros problemas de salud, un can agresivo merece de atención y una segunda oportunidad para recuperarse.
Gracias a los nuevos métodos de educación y bienestar canino, es posible abordar estas conductas desde un punto de vista más humanitario y comprensivo. De esta forma, no será necesario dormir a un perro agresivo u otras medidas que atenten contra la integridad y vida de un animal de compañía.
A pesar de que en muchos países se mantiene la inclinación por este método, en España, de acuerdo con la Ley de Protección de los Derechos y el Bienestar Animal, está prohibido sacrificar a un animal con problemas de comportamiento que pueden ser reconducidos.
Ahora bien, seguro te preguntas: ¿qué otras alternativas están al alcance de los tutores de perros? Para saberlo, no te pierdas la siguiente información.
¿Cómo es el tratamiento de un perro agresivo?
Cada perro es un individuo que debe ser tratado como un caso único, según las experiencias o enfermedades que le generen la conducta agresiva. De acuerdo con lo anterior, entre los métodos y estrategias que puedes emplear para evitar sacrificar a un perro agresivo se encuentran las siguientes.
1. Socializar y educar de forma oportuna
Como en todo padecimiento, siempre será mejor prevenir que curar. Si has adoptado un cachorro, procura socializarlo con otros de su especie desde pequeño. También, enséñale órdenes y actitudes positivas desde sus primeros años de vida.
Por ejemplo, cuando juegues con él, corrígelo si muestra signos de agresividad como morder fuerte o gruñir. Puedes indicarle, de forma verbal, que no quieres esa conducta. Para ello, utiliza comandos como «suelta» o «para». El objetivo es que identifique que no es debido lo que hace en ese momento.
Por otro lado, si adoptas un perro adulto, debes darte algo de espacio y tiempo para analizar y conocer su comportamiento. Descubre qué le gusta, a qué le teme y cuáles son los posibles desencadenantes de su agresividad, si es el caso.
Recuerda que gran parte de estos animales han vivido experiencias traumáticas, por lo que necesitan de una atención especial para corregir las conductas no deseadas.
Como lo expone un artículo del Journal of Veterinary Behavior, las técnicas más beneficiosas para corregir un comportamiento son las siguientes:
- Enseñanza de órdenes.
- Familiarización con estímulos negativos.
- Mejor comunicación del tutor con su perro.
- Sesiones de entrenamiento cortas y frecuentes.
Por último, los tutores pueden influir de forma directa en el comportamiento agresivo de los perros. Por eso, evita gritarle o golpearlo, pues esto hará que se vuelva un animal miedoso, reprimido y, por ende, más agresivo. Además, según el estudio citado, los objetos como collares y bozales antiladridos reducen la probabilidad de éxito en el tratamiento de la agresividad.
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2. Acudir a un médico veterinario
Por lo general, aquellos perros que siempre fueron tranquilos y se muestran agresivos de repente es porque tienen algún tipo de enfermedad. Como se detalló en líneas anteriores, las patologías que producen dolor, los desórdenes hormonales, las infecciones y los problemas nerviosos, están ligados a este tipo de comportamientos.
Por lo tanto, es primordial descartar un proceso que afecte su salud antes de intervenir en el aspecto emocional y conductual.
3. Ejercitar y estimular su mente
Un perro que no pueda descargar su energía será un animal agresivo en potencia. Ten en cuenta que, por naturaleza, los canes requieren de ejercicio, así como estimulación sensorial y cognitiva constante. De lo contrario, desarrollarán conductas destructivas en su hogar y agresividad con otros perros o con sus mismos tutores.
4. Modificar su dieta
Aunque no es tan común, uno de los posibles orígenes de la agresividad es el factor nutricional. Por ejemplo, como se explica en un caso divulgado en el Journal of Veterinary Behaviour, una dieta libre de gluten y con proteínas hidrolizadas resultó ser efectiva para corregir un comportamiento agresivo, en un perro de 7 años.
5. Evaluar la opción de utilizar medicamentos
Existen varios tipos de fármacos que pueden ayudar a manejar el miedo o la ansiedad relacionada con el comportamiento agresivo. Además, pueden combinarse con el entrenamiento conductual para que el can esté más tranquilo y relajado en las sesiones.
No obstante, antes de optar por cualquier medicamento, debes asesorarte con un médico veterinario sobre la seguridad de su uso. Entre los fármacos utilizados se encuentran antidepresivos como la amitriptilina, la fluoxetina e, incluso, el CBD (cannabis medicinal).
6. Buscar ayuda profesional para evitar sacrificar a un perro agresivo
Si sientes que la situación te sobrepasa y no encuentras cómo corregir este comportamiento en tu mascota, es momento de buscar la ayuda de un etólogo o educador canino. Este profesional se encargará de realizar un adiestramiento específico de desensibilización y contracondicionamiento de los detonantes de la conducta agresiva.
7. Encontrar un nuevo hogar para el can
Si ninguna de estas estrategias parece funcionar para evitar sacrificar a un perro agresivo, puedes evaluar la posibilidad de buscar un nuevo hogar para el can. Es posible trasladarlo a una zona poco concurrida como el campo o una finca. Aunque esto no resuelva el problema, no habrá necesidad de recurrir a la eutanasia y se evitarán inconvenientes, como mordidas a personas u otros animales.
Todos merecen una segunda oportunidad
Ahora que conoces el origen y las diferentes opciones que existen para el tratamiento de esta conducta, sabrás que no siempre es necesario sacrificar a un perro agresivo. Si te encuentras en una situación de este tipo, busca ayuda profesional o aplica las diferentes estrategias expuestas en este contenido. Recuerda que muchas veces, como ocurre con los hijos, somos responsables de sus comportamientos en el futuro.
Bibliografía
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