¿Cómo son los gatos carey?

El nombre de los gatos carey se debe a que su distribución de colores recuerda a la del caparazón de las tortugas marinas carey

Gatos carey en adopción

Los humanos suelen considerar únicas a sus mascotas por distintos detalles. Pero los poseedores de gatos carey pueden estar seguros de que no hay un minino igual al suyo, dado que la particular mezcla de su manto tricolor es ciertamente irrepetible. Considerados portadores de buena suerte, estos animales son, en su mayoría, hembras.

Aparte de su exclusivo patrón de coloración, los gatos carey son felinos carismáticos que incluso se le ha relacionado con ciertos mitos. A pesar de que no son una raza como tal, son tan populares que sobresalen entre otras mascotas. Sigue leyendo este espacio y descubre más sobre estos curiosos mininos.

Unos felinos muy singulares

No estamos ante una raza específica de Felis catus, sino ante un patrón de color que se manifiesta tanto en mininos mestizos como en varias razas. Los gatos carey, entonces, son aquellos que presentan mezclados los tres colores habituales de estos felinos:

  • Naranja y sus variaciones (cremas, canela o rojo).
  • Negro y sus derivados (gris, azul o marrón oscuro).
  • Blanco.

Además, poseen ojos con tonalidades cobre o naranja oscuro. Mientras que sus almohadillas lucen coloraciones rosas, moteadas o negras. La combinación y la forma del patrón dependen de cada ejemplar, ya que cada gato carey posee uno propio.

El nombre se debe a que la distribución de los colores de estos felinos recuerda al caparazón de las tortugas marinas carey. Estos quelonios que habitan en zonas tropicales y se encuentran en grave peligro de extinción, exhiben un patrón de coloración similar al que se observa en estos gatos.

Te podría interesar:: Las tortugas de España

Por otra parte, más allá de las características generales de todos los gatos, las restantes particularidades físicas y de personalidad de estos mininos dependerán de la raza a la que pertenezcan (o a la ausencia de esta; podrían ser mestizos).

Gatos carey: hembras

Conoce todos los detalles sobre los gatos carey, unos bellísimos felinos de tres colores distribuidos de una particular manera sobre su manto.

Los gatos carey son diferentes entre sí

Debido a que un gato carey puede salir de cualquier raza felina, los ejemplares presentan las características propias de su linaje. Esto significa que tanto su apariencia como su comportamiento serán distintos, por lo que ningún ejemplar podría ser igual a otro.

Es más, incluso los colores de su manto se distribuyen de manera distinta en cada felino. Visto de otra forma, su pelaje funciona como una “huella dactilar” que permite distinguir entre diferentes ejemplares.

Las hembras son mayoría

La explicación de por qué casi todos los ejemplares de gatos carey pertenecen al sexo femenino se encuentra en que, en estos mininos, el color está ligado al género. De hecho, el responsable es una variante del gen orange, aquel que también produce el pelaje naranja y los famosos patrones atigrados orange taby. En otras palabras, controla la presencia o ausencia de los colores negros y naranjas.

Dicho gen se encuentra dentro de la estructura del cromosoma sexual X. Es así que, para que se dé la posibilidad de tener los dos colores a la vez, se deben poseer dos cromosomas X (hembras). En cambio, como los machos son XY, solo pueden presentar uno de estos dos colores.

Para que un minino de sexo masculino sea tricolor se debe dar una alteración genética (XXY, por ejemplo). Esto es conocido como síndrome de Klinefelter y es producto de una aberración cromosómica. Por lo tanto, la mayoría de los ejemplares son estériles. Además, el color blanco de los gatos carey macho, que suele ser escaso, se da por el gen S (no ligado al sexo).

La leyenda de los gatos carey

Sobre el origen de estos hermosos animales cuenta la leyenda que el sol quiso pasar un tiempo en la Tierra. Por tal motivo, le pidió a la luna que lo ayudara para que los humanos no advirtieran su ausencia del firmamento.

Gatos carey: leyenda

Así fue que, mientras nuestro satélite eclipsaba al astro rey, este se corporizó en una grácil gata negra para pasar desapercibido entre nosotros. Pero sucedió que la luna se cansó de esa tarea y se retiró del cielo, lo que obligó al sol a volver raudamente a ocupar su lugar.

Fue entonces que, al abandonar apurado el cuerpo de la minina, dejó sobre su pelaje algunos de sus rayos, que generaron un gran número de toques dorados. Este particular detalle en el manto fue luego heredado por todas las crías de la gata.

Sin suerte para encontrar hogar

A pesar de que desde tiempos remotos se asocia a los gatos carey con la buena suerte, estamos ante unos felinos que, hoy en día, suelen ser abandonados o son los últimos que se adoptan en los refugios.

La explicación a este rechazo parece estar en que, aunque se trate de mininos únicos y bellísimos, algunos humanos ven en la distribución de sus colores cierto desorden o desprolijidad.

Sin embargo, más allá de su particular manto, nadie debería dudar de que, en realidad, se encuentran ante unos animales maravillosos y singulares, como todos y cada uno de los gatos.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Pardo, E., Montes, Y., & Cardales, Y. (2016). Variabilidad genética del gato doméstico (Felis catus) en Magangué, Bolívar, Colombia. Revista de Investigaciones Veterinarias del Perú, 27(2), 277-287.
  • Causil Vargas, L. A., Rodríguez De La Barrera, A., & Causil Vargas, O. (2017). Marcadores geneticos del color para determinar la estructura genetica de gatos domesticos (Felis catus) en zonas rurales de Lorica, Colombia. Revista de Investigaciones Veterinarias del Perú, 28(2), 283-292.
  • Causil-Vargas, L. A., Pardo-Pérez, E., & Herrera-Benavides, Y. M. (2016). Evaluación de la genética del gato doméstico (Felis catus) mediante genes del pelaje en Sahagún, Córdoba, Colombia. Revista Tecnología en Marcha, 29(4), 57-66.
Scroll al inicio