Luciérnagas: características, alimentación y hábitat

Las luciérnagas producen su propia luz para cumplir con objetivos como: conseguir pareja, advertir a sus depredadores de que «saben mal» o para depredar a sus congéneres.

Luciernagas

Las luciérnagas son unos insectos que han fascinado al ser humano durante miles de años. Su apariencia curiosa y su capacidad para emitir luz las vuelve atractivas para la investigación. Sin embargo, la gran cantidad de diferentes tipos de luciérnagas que existen hace casi imposible conocerlas a todas a profundidad.

A pesar de haber muchas especies diferentes de luciérnagas, se pueden reconocer alrededor de todo el mundo por su característico abdomen luminiscente. Clasificadas como invertebrados, son capaces de escenificar una danza en la que sus cuerpos brillan a la vez. A continuación, conoceremos a fondo a este insecto tan especial.

Características de las luciérnagas

Las luciérnagas son un insecto coleóptero, es decir, son en realidad escarabajos y están muy relacionadas con las mariquitas. Hay casi 2 000 especies diferentes de luciérnagas, así lo sugiere el libro Morphology and Systematics (Elateroidea, Bostrichiformia, Cucujiformia partim). Estos insectos viven en las zonas templadas alrededor de todo el planeta.

En cuanto a las diferencias físicas entre machos y hembras, cabe recalcar que no son las mismas en todas las especies. Este es el motivo por el cual no podemos generalizar con su tamaño y su forma.

Por su parte, los machos llegan a desarrollarse por completo, además de que presentan alas y un cuerpo con una forma más parecida a la del resto de escarabajos. Sin embargo, algunas hembras nunca llegan a alcanzar un tamaño tan grande y dejan de desarrollarse poco después de pasar su estadio larval.

En términos generales, las hembras suelen ser más pequeñas, algunas no vuelan y se confunden con cualquier otro insecto que viva en los troncos o en las hojas de los arbustos.

La bioluminiscencia de las luciérnagas

Luciérnaga posada en una hoja alumbrando al anochecer.
Las luciérnagas tienen una morfología y apariencia diversa según la especie que se trate. No obstante, su característica bioluminiscencia permite identificarlas con facilidad.

Lo que caracteriza y diferencia a las luciérnagas de otros insectos es el brillo que proyectan en su abdomen. Esto se llama bioluminiscencia, y es común en machos, en hembras y en todas las especies de luciérnaga en general.

Estos insectos pueden usar su brillo para varias cosas diferentes. Sobre todo, lo emplean como parte del cortejo de apareamiento y para ahuyentar a posibles depredadores. Por tanto, se trata de un mecanismo de defensa parecido al de las ranas u otros animales de colores vivos: les comunican a sus depredadores que no son apetitosos o son venenosos.

Los especialistas conocen bien el mecanismo por el que las luciérnagas producen luz, pero no cómo son capaces de controlarla para que brille de manera intermitente. Es uno de los pocos invertebrados que tienen un órgano especializado que solo se dedica a crear luz.

Cuando las luciérnagas consumen oxígeno, este se mezcla con otras sustancias, produciendo oxiluciferina y otras moléculas encargadas de emitir el destello luminoso. Así lo sugiere un estudio publicado en The Journal of Physical Chemistry Letters.

Esta reacción química emite destellos bajo patrones fijos, lo que podría asemejarse a un tipo de clave morse ideado por las luciérnagas. Gracias a esto, tanto los machos como las hembras se comunican y seleccionan a sus respectivas parejas. Sin embargo, esto no se queda ahí, sino que cada especie tiene su propio patrón para comunicarse y evitar así la hibridación.

Luz multicolor

Algunas especies de luciérnagas no solo producen una luz con el típico color verde, sino que también emiten iluminación con tonalidades rojas o amarillas. Según un artículo publicado en la revista Cellular and Molecular Life Sciences, esto es posible porque presentan algunas enzimas modificadas (mutantes). De esta forma, cuando estas enzimas reaccionan con la luciferina y la oxiluciferina producen coloraciones distintas en cada ocasión.

Hábitat de las luciérnagas

Las luciérnagas son insectos nocturnos que habitan alrededor de todo el planeta, salvo en las zonas más frías como los polos y los países cercanos al círculo polar ártico. Aun así, tienen preferencia por los climas templados y los ambientes húmedos. Por eso es tan frecuente verlas en pantanos o bosques, aunque también suelen vivir en las orillas de los ríos u otras zonas donde haya abundante agua.

Los mejores ecosistemas para encontrar luciérnagas serán, por lo tanto, los bosques o zonas con agua de países templados. Así, cuanta más humedad y cuanto mayor es la temperatura, más posibilidades existen de encontrar luciérnagas. El agua puede estar estancada (como en pantanos o estanques) o puede estar corriendo (como en ríos o arroyos).

Alimentación de las luciérnagas

Por lo común, la mayoría de las luciérnagas se alimentan solo cuando se encuentran en su fase larval. La hembra deposita los huevos en una zona oscura y húmeda, en donde eclosionan larvas con forma de oruga. Estas sobreviven al consumir caracoles y otros invertebrados de cuerpo blando, como lo afirma el estudio publicado en la revista PeerJ.

Las larvas atrapan a sus presas mediante un líquido que los paraliza para digerirlos poco a poco. Unas semanas después de su eclosión se convierten en adultos, pero en esta etapa algunas especies de luciérnagas no se alimentan en absoluto.

Resulta que la esperanza de vida de las luciérnagas es tan corta que, mientras son larvas, ya han ingerido la suficiente energía para sobrevivir durante toda su etapa adulta. Otras especies, sin embargo, se pueden alimentar de polen o néctar.

Reproducción de las luciérnagas

Luciérnaga hembra posada en una hoja.
Por lo general, las luciérnagas hembras son más pequeñas y son incapaces de volar en algunas especies.

En cuanto a su proceso de reproducción, las luciérnagas macho comienzan su cortejo sobrevolando su hábitat mientras emiten destellos. Dichas luces tienen el objetivo de llamar la atención de la hembra, la cual, si se siente atraída, contestará el mensaje con sus propios destellos.

En cuanto la pareja se ha formado, el macho transfiere a la hembra un paquete de esperma (espermatóforo). Según un artículo publicado en la revista científica Insects, este paquete gelatinoso también contiene nutrientes que benefician a la receptora. Con ello, la nueva madre se prepara para la producción de huevos y evita en cierta medida el desgaste de su cuerpo.

Las hembras depositan sus huevos en la tierra, los cuales eclosionaran en forma de larvas eruciformes (con forma de oruga). Estas se esconden y se alimentan en ambientes muy húmedos y oscuros como túneles bajo tierra o troncos de árboles podridos. Conforme pase el tiempo y adquieran los nutrientes necesarios, se convertirán en pupas para transformar su cuerpo en el de un adulto (metamorfosis).

Peligros que enfrenta la luciérnaga

Por otra parte, es preciso señalar que desde hace años se está observando que cada vez es más difícil ver luciérnagas. Si bien, no se sabe con exactitud por qué están desapareciendo, se sospecha que se debe a una mezcla de factores.

La deforestación o la intrusión del ser humano en los ambientes naturales de estos insectos podrían ser elementos clave, como lo sugiere esta investigación publicada en BioScience. El vertido de sustancias químicas en los cuerpos acuíferos también puede ser un factor importante. Estas causas se sospechan que son las mismas que están poniendo en peligro a las abejas.

Las luciérnagas son unos de los insectos más admirados y conocidos por los humanos. La destrucción de su hábitat está provocando que cada vez podamos encontrar menos ejemplares, a pesar de lo beneficiosas que son para el medio ambiente. Algunos países reconocen la importancia que tienen estos insectos, por lo que han creado santuarios de luciérnagas para su conservación.

La protección de las luciérnagas debe ser una prioridad

A pesar de que conforman una de las familias de insectos más carismáticas que existen (Lampyridae), sus poblaciones enfrentan un riesgo inminente. Aunque no existe información suficiente para poder generar planes de conservación que las beneficien, aún se está a tiempo de salvarlas. Con ayuda de los especialistas, es posible que en el futuro se implementen varias medidas para evitar su extinción.

Bibliografía

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