La supervivencia de los animales más pequeños puede pender de un hilo en muchas ocasiones al día. Por eso, ante la falta de fuerza y armas naturales, muchas especies tienen que recurrir a su cerebro: este el caso de los roedores más inteligentes que existen.
Tanto en estudios observacionales como experimentales se ha demostrado que los roedores están dotados de una inteligencia (entendida como capacidad de adaptación al ambiente) extraordinaria. Parte de la aprensión que se les profesa a algunas especies, además de ser capaces de invadir espacios, viene de que muchas veces ponen a prueba la propia inteligencia del humano.
Los 6 roedores más inteligentes
Los roedores son mamíferos placentarios que suman 2280 especies conocidas en la actualidad, lo que los hace el orden más numeroso dentro de la clase Mammalia. Se caracterizan por sus dientes incisivos afilados de crecimiento continuo, que usan para abrir y roer las cáscaras de las semillas que componen su dieta. Muchos de ellos consumen otros alimentos, como hierbas o pequeños insectos.
Por lo general, son animales nocturnos o crepusculares que están incluidos en la dieta de multitud de depredadores. Por eso, su única arma real para defenderse es ser más listos que su cazador. A esto hay que añadir que la mayoría de especies son gregarias, por lo que la cooperación, la empatía y la complejidad de sus relaciones sociales añaden probabilidades a su supervivencia.
Los roedores más inteligentes del mundo dependen de su astucia para sobrevivir un día más.
1. Gerbo de Mongolia (Meriones unguiculatus)
Este pequeño roedor vive en grupos de hasta 40 individuos dentro de complejas redes de madrigueras subterráneas. Habita en zonas desérticas de Mongolia y China, donde se alimenta principalmente de semillas.
Los gerbos son conocidos por su increíble capacidad de salto y por ser de los roedores más inteligentes que hay, pues aprenden a gran velocidad acerca de lo que ocurre a su alrededor: por dónde se han movido sus depredadores, dónde encontrar buenas cantidades de semillas o cómo buscar buenas rutas de escape. Además, se comunican de forma compleja con sus congéneres para transmitir toda esta información.
2. Castor
El género Castor es conocido por su capacidad para modificar el entorno en función de sus necesidades. Los diques que construyen los castores no solo son lo suficientemente fuertes para contener la corriente de un río, sino que también los adaptan de acuerdo a la naturaleza de la corriente: si es débil, el dique es recto, pero si se trata de una corriente rápida, lo harán de forma convexa para resistir el embate.
El objetivo de crear estos diques, aparte de estar a salvo de los depredadores, es generar un remanso de agua tranquila en el que poder nadar y recolectar comida para el invierno sin contratiempos. Además, cuando el agua se congela en los momentos fríos, el movimiento de las ramas flotantes de la superficie impide que solidifique, dándoles la oportunidad a los castores de salir de la madriguera si es necesario.
3. Rata almizclera (Ondatra zibethicus)
Este roedor guarda cierto parecido con los castores (de hecho, se conoce como “falso castor”), pues también construye madrigueras en ríos y estanques, pero es de un tamaño menor y sus guaridas tienen forma de montículo, no de dique. Además, le añaden una “puerta” hecha de ramas y hojas, que renuevan cada día.
Nativa de Norteamérica, la rata almizclera se ha introducido en Europa como especie invasora. Gracias a su capacidad de vivir en agua salobre y dulce, así como su dieta omnívora, puede adaptarse a casi cualquier ambiente. Además, es resistente a la polución generada por los humanos.
4. Ardillas
La subfamilia Sciurinae, a la que comúnmente pertenecen las ardillas arborícolas y voladoras, contiene más de 270 especies. Se las considera uno de los roedores más inteligentes por su capacidad para prever las necesidades nutricionales que tendrán en el invierno. Para ello, entierran y acumulan la cantidad precisa de comida.
El problema es que, a veces, las ardillas se roban entre ellas si no se esconden bien para enterrar la comida. En otras ocasiones no recuerdan dónde lo han hecho exactamente, pero no es un problema: en esto reside su gran potencial como dispersoras de semillas y “plantadoras de árboles”.
5. Capibara (Hydrochoerus hydrochaeris)
El capibara es el roedor más grande del mundo, con casi un metro de altura. Estos animales viven en grupos familiares y tienen una gran variedad de vocalizaciones para comunicarse entre ellos, ya sea para advertir del peligro o para relacionarse. Se han descubierto comportamientos prosociales en ellos y una gran sensibilidad a la reciprocidad.
El comportamiento prosocial tiene lugar cuando un ser vivo actúa para beneficiar a otros y no a sí mismo.
6. Rata común (Rattus norvegicus)
Las ratas no podían faltar en esta lista y probablemente podrían ocupar el podio. Su capacidad de adaptación y sus complejas relaciones sociales han sido largamente estudiadas desde hace años. Cooperan entre ellas para resolver puzzles, su memoria espacial y operativa son excelentes e, incluso, cuidan de sus congéneres heridos.
Las ratas vocalizan en tonos inaudibles cuando socializan mediante el juego, en un equivalente a la risa humana. Además, también lo hacían con los experimentadores.
Sobre ellas pesa un estigma, aún no resuelto del todo, que las tacha de criaturas sucias y transmisoras de enfermedades. Algunos expertos señalan que la capacidad de las ratas de detectar y explotar los fallos de los humanos en sus planes de acabar con ellas quizá tenga algo que ver. Sin embargo, con cada nuevo descubrimiento se va desmontando este mito, dejando a la luz su naturaleza despierta y sociable.
El propio estudio de la inteligencia también evoluciona a medida que los roedores más inteligentes (y otros animales) demuestran que hay muchas formas de percibir y operar con el entorno. Cada forma de vida necesita unas capacidades cognitivas específicas para su supervivencia, y el hecho de que no sean como las humanas no quiere decir en absoluto que resulten inferiores.
Bibliografía
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