El celo es el periodo temporal en el que una hembra está receptiva sexualmente. Durante esta etapa ocurre la ovulación. A la larga, los efectos provocados por las hormonas sexuales pueden traer problemas para los propietarios de animales y para el animal en sí, y por ello la mejor forma de evitarlos es la castración del animal.
Esto acarrea ciertas consideraciones éticas que cada tutor tiene que plantearse ¿merece la pena trastocar el ciclo biológico del animal? ¿Cuáles son los pros y los contras de la castración? Las respuestas dependen, sin duda, del bienestar animal por encima de todas las cosas.
El celo produce cambios físicos y comportamentales
El celo ocurre en las hembras: sus ciclos de ovulación son largos y regulares a lo largo del año. Al contrario de la creencia popular, los machos no pasan por el celo, lo que puede ocurrir es que se muestren más nerviosos y agitados (sobre todo si no están esterilizados) si hay hembras en celo en los alrededores.
El celo en perras
Durante el celo o estro la hembra acepta la monta y la facilita apartando la cola cuando se acerca un macho. Otros signos visibles son el crecimiento de las mamas y la hinchazón y sangrado de la vulva.
Los problemas más frecuentes que aparecen en perras provocados por los cambios hormonales del celo son:
- Cambios en el comportamiento. Agitación, agresividad, búsqueda del macho, inapetencia…
- Embarazos no deseados
- Embarazos psicológicos
- Pseudogestación
- Tumores de mama, ovarios o útero
- Piometras o infecciones uterinas
El celo en gatas
Al contrario que las perras, que presentan un celo cada seis meses aproximadamente, las gatas tienen una sucesión ininterrumpida de celos, en los que puede copular con varios machos. Las gatas no presentan cambios físicos tan aparentes como las perras, pero aún así es fácil reconocer cuándo está en celo por su comportamiento.
Se muestran más activas, con más apetito, toleran a los machos, maúllan más y pueden marcar territorios frotando su cara contra los objetos. Además, pueden mostrarse más afectuosas con las personas de su entorno y adoptar posturas extrañas como pegar el pecho y vientre al suelo.
Los problemas derivados del celo son los mismos que ocurren en perras.
El celo en psitácidas
Cuando aparece el celo en psitácidas pueden ocurrir cambios bruscos como la agresividad, el picaje, la territorialidad, comportamientos sexuales hacia el propietario (como la regurgitación, levantar la cola o monta), comportamientos destructivos o gritos entre otros.
Los cambios fisiológicos del celo también pueden producir complicaciones en la salud del animal, como la retención del huevo o la puesta crónica, esta última también relacionada con la nutrición del ave.
Cómo evitar los celos en las mascotas
El mejor método para evitar los celos en las mascotas es la castración, que consiste en una cirugía realizada para extirpar las gándulas sexuales. Eliminando estos órganos, no se producen los cambios hormonales que propician los cambios en la fisiología y comportamiento del animal.
Evitar el celo en perras y gatas
Muchos propietarios son reticentes a la cirugía por miedo a perder a su mascota bajo la anestesia general, pero las pruebas prequirúrgicas que se recomiendan previamente a la cirugía son claves para saber cómo va a reaccionar el animal.
En el caso de las perras y las gatas la cirugía es similar: mediante una incisión en el bajo abdomen se retiran los órganos sexuales y los celos desaparecen. Esta es la solución definitiva.
Evitar el celo en psitácidas: loros, periquitos y agarpornis
Hay determinados comportamientos que estimulan la puesta de aves, como la presencia de la pareja reproductora, otras aves, el propio propietario si permite comportamientos relacionado con el cortejo, los nidos artificiales o la presencia de material para nidificar en la jaula, el fotoperiodo, la cantidad de alimento…
Para las aves también está la posibilidad de esterilización, la extirpación del oviducto es la solución definitiva para la puesta crónica, pero existen riesgos anestéticos y quirúrgicos, sobre todo para las pequeñas aves.
El uso de tratamientos farmacológicos junto a las medidas de manejo pueden resultar de gran ayuda para evitar los efectos del celo:
- Medicamentos. La leuprelina y deslorelina son los más utilizados en psitácidas, son agonistas de la hormona liberadora de gonadotropinas que sintetiza las hormonas sexuales.
- Evitar los estímulos que provocan el celo. Bajar las calorías de la dieta, las horas de luz y eliminar de la jaula el material de nido.
- No fomentar los comportamientos de cortejo o sexuales.
Una decisión basada en el bienestar animal
Queremos dejar claro que la decisión de evitar el celo en el animal tiene que darse únicamente por el bienestar del mismo, y no por una cuestión de conveniencia para el tutor.
Las mascotas que no pueden reproducirse cuando su cuerpo se lo pide pueden desarrollar estrés y otros problemas fisiológicos como los descritos previamente, y por ello, en muchos casos, castrarlas es liberarlas de una presión evolutiva que no está presente en los ambientes domésticos.
Bibliografía
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- Fidalgo, L. E., Rejas, J., Ruiz de Dopegui R., Ramos, J. J.Patología Médica Veterinaria. Salamanca, Kadmos, 2003.
- Infoexóticos. Comportamiento hormonal en aves, 2014.
- Ateuves. Puesta crónica de huevos en aves: (¿qué es, cómo se previene y cómo se trata?), 2017.