Los cuervos, los loros y las palomas son animales más que astutos. De eso no hay duda. Pero la inteligencia de las aves va más allá de estas tres especies. Te contaremos por qué incluso pueden razonar más que los mamíferos, siempre considerados los más inteligentes.
¿Por qué las aves son inteligentes?
Se ha creído que las aves son animales inferiores e incluso en nuestra cultura se emplean algunas frases ‘peyorativas’ cuando alguien no piensa correctamente. La más conocida es ‘ser cabeza de chorlito’.
Sin embargo, la ciencia afirma que esta idea es completamente inválida. Incluso, algunas aves son más inteligentes que los mamíferos, considerados los más astutos del reino animal (no solo referido a los seres humanos).
La razón por la cual las aves con inteligentes se debe a una ‘combinación’ más que interesante: el tamaño del cerebro y la cantidad de neuronas dentro del área de comportamiento. A diferencia de lo que se cree, un cerebro grande no es sinónimo de inteligencia… sino todo lo contrario. Las aves son el claro ejemplo.
Si hiciésemos un ránking con las aves más inteligentes del mundo tendríamos que nombrar al agapornis, la paloma, el herrerillo, el colibrí, la urraca, el cormorán, el guacamayo, el cuervo, la cacatúa y el loro.
Inteligencia de las aves: ¿qué pueden hacer?
Es sorprendente, pero las aves tienen muchas capacidades y habilidades similares a las de las personas y otros mamíferos. Para empezar, pueden pensar y resolver problemas o ciertas situaciones que se les presentan. ¡Hasta pueden encontrar nuevas soluciones a situaciones comunes!
Se creía hasta hace muy poco que la ‘inteligencia de las aves’ en realidad estaba relacionada al instinto, pero tras muchas investigaciones se llegó a la conclusión de que su ingenio iba más allá.
Las aves tienen una memoria espacial desarrollada. Por ejemplo, el cascanueces puede esconder 30 000 semillas en docenas de kilómetros cuadrados y encontrar la mayoría incluso meses más tarde.
Algunas especies, como el loro gris, pueden hasta resolver rompecabezas básicos con la misma velocidad que un niño de cinco años. Para hacerse a la idea, se dice que los perros tienen la inteligencia de un niño de tres.
Se ha usado la inteligencia de las aves en la medicina debido a su capacidad para razonar. Las palomas se entrenan para detectar tejidos sanos y tejidos con cáncer en una mamografía.
Los cuervos y urracas reconocen rostros, atacan a quienes han sido crueles con ellos –cuando están protegiendo a sus polluelos– y entregan presentes a aquellos que los alimentan. Y, por supuesto, no podemos dejar de lado la capacidad de algunas especies para repetir palabras en diferentes idiomas, cantar y hasta imitar en diferentes tonos.
Sentimientos e inteligencia de las aves
Nos llama la atención también algunos comportamientos que podríamos decir ‘humanos’ entre las aves. Ellos tienen vidas sociales como nosotros y sus relaciones son bastante complejas. Pueden ‘besarse’ para consolarse mutuamente, anticiparse a los deseos de su pareja en cuanto a la comida y cantan por placer (si tienen pareja, a dúo y, si no, en grupos como signo de pertenencia).
Las aves se deprimen, de forma tal que un ejemplar puede dejar de comer cuando su pareja muere e incluso hacen duelo. Los arrendajos protagonizan una especie de ‘cotejo fúnebre’ alrededor del cadáver, hacen ruido y aletean fuerte. Luego se marchan y no regresan a ese lugar por cierto tiempo.
Comprenden los beneficios de compartir y de la reciprocidad, tienen lazos muy fuertes entre sí y pueden ser bastante creativas al momento de cotejar a sus parejas. Incluso hay especies cuyos machos construyen nidos llamativos para ‘atraer’ a las hembras en la época de apareamiento. O también existen los bailes y cantos para demostrar belleza y ser elegidos, ¡como hacemos las personas cuando alguien nos gusta!
Sin duda, la inteligencia de las aves ha estado bastante infravalorada, pero con diferentes investigaciones esta idea está quedando obsoleta.
Bibliografía
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- Emery, N. J. (2006). Cognitive ornithology: The evolution of avian intelligence. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences. https://doi.org/10.1098/rstb.2005.1736