Muchos propietarios de jardines de gran tamaño o de pequeños terrenos optan por acondicionar sus fincas para poder llevar a cabo la reproducción de la carpa y los peces de estanque. Aunque los principiantes tendrán que documentarse a conciencia, la inversión de tiempo y dinero acabará mereciendo la pena.
Cómo conseguir las condiciones óptimas del agua
El escenario ideal en el que ponerse manos a la obra con la reproducción de la carpa y los peces de estanque es de escasa profundidad, lo que permite que el agua se caliente rápidamente en verano. En función de la calidez de la región en la que nos encontremos, optaremos por estanques de entre 1 y 1,5 metros de profundidad, ya que es importante evitar el recalentamiento del agua en los meses estivales.
La extensión del estanque dependerá del tipo de reproducción que estemos buscando: si el objetivo es criar unas cuantas larvas con fines recreativos, será suficiente con construir un estanque de entre 100 y 500 metros cuadrados. Por el contrario, si el fin es la piscicultura extensiva, los estanques de engorde o reproducción para el mercado pueden llegar hasta las 5 o 10 hectáreas.
Los criterios de calidad del agua de los estanques no son muy estrictos: muchos se abastecen con agua de ríos, arroyos o manantiales, pero hay que tener especial cuidado en que no se filtren aguas contaminadas de otros terrenos para evitar el contagio de enfermedades a los peces. Las pérdidas por filtraciones y evaporación se podrán solventar con provisiones de agua adicional que podremos añadir al estanque mediante canales.
Los inicios de la cría de carpa común
El cultivo de la carpa empezó en la antigua China en el año 45 a.C. y continuó desarrollándose hasta nuestros días. Los métodos de cría se perfeccionaron especialmente en el siglo XVI y el siglo XVIII, cuando Jakovi consiguió fertilizar unas huevas de trucha artificialmente. Esta suerte de inseminación artificial cayó en el olvido y no volvió a recuperarse hasta mediados del siglo XIX.
La reproducción y cría de la carpa común dista bastante de los ciclos reproductivos y de crecimiento de la especie salvaje. El pienso utilizado en la cría en cautividad de la carpa domesticada ha provocado que la carpa de estanque crezca muy rápidamente en comparación con otras especies salvajes. Una mezcla de pienso y alimento natural dará lugar a ejemplares sanos y de buen tamaño.
El ciclo de reproducción de la carpa y los peces de estanque
El metabolismo de la carpa está acostumbrado a las fluctuaciones bruscas de temperatura, por lo que tendremos que tener en cuenta que sus necesidades alimentarias disminuirán cuanto menores sean las temperaturas de su hábitat.
El cultivo de estas especies se puede dividir en la etapa de reproducción y larvicultura, y el cultivo de los peces en crecimiento. En la primera, las huevas se fertilizan, siembran y eclosionan tras el paso del invierno.
En la segunda fase empiezan a crecer a finales de primavera: convierten el alimento del estanque y el alimento artificial en reservas de grasa y volumen de carne.
Cuanto más se acerque el otoño, más se ralentizará su metabolismo y menos crecerán, aunque el crecimiento de los ejemplares también está ligado a la densidad, cantidad y calidad del oxígeno y del alimento disponible.