Comportamiento de los elefantes

El comportamiento de los elefantes es tan fascinante como conmovedor. Aprende aquí más sobre estos increíbles animales.

Un elefante de Sumatra mira a cámara.

El comportamiento de los elefantes es una fuente de sorpresas. Sus fuertes lazos familiares, sus personalidades tan marcadas e incluso su inteligencia son tan complejos que casi se podría comparar con estudiar a una persona de una cultura muy lejana.

Abarcar en este artículo la etología de esta especie sería imposible, pero no temas, pues con las bases que tienes aquí ya mantendrás con los ojos como platos por un buen rato. No pierdas detalle del comportamiento de los elefantes.

Comportamiento social de los elefantes

La socialización es increíblemente importante en la vida de los elefantes. Las agrupaciones de individuos se componen de constelaciones familiares, que se organizan de forma jerárquica alrededor de una matriarca. Esta elefanta será la más mayor y probablemente la madre o abuela de las otras paquidermas que van con ella.

La dinámica de los grupos de elefantes es de fusión-fisión, en la que las integraciones de nuevos miembros, así como su salida del grupo, responden a presiones externas como depredadores, recursos u oportunidades de apareamiento. Los diferentes núcleos, además, se relacionan entre ellos en lugares comunes de comida y agua.

Los elefantes africanos (Loxodonta africana) son más gregarios que los asiáticos (Elephas maximus), según se ha observado. Se cree que esta diferencia se debe sobre todo al entorno, pues en la sabana africana acechan más peligros que en las selvas asiáticas, obligando a los elefantes africanos a mostrar una organización más estable para defenderse mejor.

Elefantes comiendo de árboles.

Dominancia y segregación

Normalmente, la competencia entre elefantes suele darse entre grupos y no tanto entre los individuos que los forman. Por ello, los actos de dominancia y segregación se aplican sobre el territorio, pues cada grupo tratará de hacerse con el área que más les conviene.

La formación de jerarquías intergrupales promueve la competencia por recursos y disminuye la frecuencia de peleas entre individuos. Por tanto, también existe una jerarquía entre grupos, organizada con base en el número de individuos, el comportamiento y el tamaño de las matriarcas.

Sin embargo, esto también está sujeto a las estaciones: en la época seca, el grupo dominante es el que menos se desplaza, pues tiene los mejores emplazamientos ocupados. En la época lluviosa, por el contrario, los comportamientos agonísticos se reducen, pues la abundancia de vegetación permite que varios grupos encuentren recursos en la misma zona.

Comunicación de los elefantes

Las relaciones sociales complejas son imposibles sin una comunicación bien estructurada. La de los elefantes ha pasado desapercibida para los humanos desde hace mucho, pues sus vocalizaciones —lo más accesible en la observación directa— se producen a frecuencias inaudibles para nuestra especie.

Vocalización en el comportamiento de los elefantes

Los elefantes son especialistas en la comunicación en bajas frecuencias, aunque tienen una amplia gama de sonidos de alta frecuencia. Se han categorizado un mínimo de 10 vocalizaciones distintas que, además, se usan en más de un contexto dentro del comportamiento de los elefantes.

Una de las entonaciones más conocidas es el rumble, una llamada de muy baja frecuencia que estos paquidermos usan como localizador. Un estudio confirmó que los elefantes que usaban esta llamada se acababan aproximando entre sí, especialmente si tenían algún tipo de relación afiliativa.

Los investigadores describen el rumble como algo casi mágico, una presencia que todos notan pero no oyen, y con la que tarde o temprano acaba por aparecer un elefante.

La frecuencia de las vocalizaciones también se modula en función del estado de ánimo del individuo. Las bajas frecuencias se relacionan con la baja excitación del elefante y aparecen vinculadas a conductas de cohesión de grupo. Las altas, por su lado, se escuchan en momentos emocionalmente intensos y negativos, como el pánico o las agresiones.

Olfato y tacto

La trompa de un elefante es su mayor herramienta, no solo para agarrar objetos y explorar, sino para comunicarse. Es impresionante ver cómo un animal tan grande tiene un control tan fino sobre su probóscide, hasta el punto en que la usa para acariciar, consolar, saludar o incluso enseñar a las crías cómo usar herramientas.

Su olfato, como cabía esperar, es fino: pueden captar olores a kilómetros. Las señales químicas presentes en la orina y las heces son una gran fuente de información sobre el estado de salud y reproductivo de cada individuo, además de informar sobre el estado de ánimo.

Una capacidad realmente especial que tienen estos paquidermos es la de detectar señales sísmicas a través de sus patas. Las vibraciones que producen los pasos de un elefante viajan lejos y las patas de un congénere pueden recibirlas. Estas vibraciones envían información acerca de su identidad y la distancia a la que se encuentran ambos ejemplares.

Las emociones de los elefantes

Los elefantes presentan uno de los cerebros más grandes del mundo animal, con un peso de aproximadamente 5 kilogramos. En cuanto a su estructura y complejidad, no tienen nada que envidiar al del ser humano. Destaca su increíble memoria, gracias a la cual son capaces de transmitir conocimientos a las nuevas generaciones y, en el caso de las matriarcas, guiar al grupo de la mejor forma posible.

Sus emociones son complejas y profundas. Sería difícil encontrar un proceso cognitivo que no haya sido probado en los elefantes: empatía, duelo, autoconsciencia, juego, altruismo, la lista no tiene fin. El apoyo emocional y los cuidados que se proporcionan unos a otros sería la envidia de muchas sociedades.

Comportamiento de los elefantes relacionado con el duelo

Esta es, quizá, la parte del comportamiento de los elefantes que más interés ha generado en los humanos. Aunque los cementerios de elefantes —supuestos lugares a donde los elefantes viajaban para morir— no existen, sí es cierto que muestran conductas específicas a este respecto.

Los elefantes sufren la pérdida de un ser querido con mucha intensidad, incluso la de un individuo no relacionado. Se han observado conductas como tapar los cadáveres con hojas de árbol, inspeccionar huesos cuidadosamente o resistirse a abandonar el cadáver de un compañero caído. Incluso, se ha barajado la posibilidad de que hagan uso de rituales funerarios, pero está por demostrar.

Cuando una matriarca muere, con ella desaparece el conocimiento de décadas de vida. Aunque otra hembra toma su lugar, el grupo se desempeña mucho peor y los integrantes se muestran devastados durante largos periodos de tiempo.

Cada vez está más arraigada la idea de que los animales conductualmente lejanos al humano también merecen respeto. Sin embargo, fue con especies como el elefante con las que se abrió el debate ético, pues es imposible no verse reflejado en ellos: se saludan, se cuidan y se lloran cuando mueren. Cuando el humano empezó a hablar de paz y amor, los elefantes ya llevaban mucho tiempo practicándolas.

Bibliografía

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