Las serpientes llevan existiendo desde el Jurásico, cuando los dinosaurios dominaban la Tierra. En todo este tiempo, se han diversificado en especies increíbles. Una de ellas es Titanoboa cerrejonensis, el ofidio más grande jamás descubierto.
Este animal podía alcanzar fácilmente el doble de tamaño que las 2 serpientes que compiten por el récord hoy en día: la anaconda verde y la pitón reticulada. Aunque estos animales infunden respeto, nada tienen que ver con el antiguo titán. Si quieres aprender más sobre este Titanoboa y su descubrimiento, te invitamos a seguir leyendo.
Hábitat y características de Titanoboa
Titanoboa era un boído, es decir, pertenecía a la misma familia que las boas y anacondas que existen hoy. Como tal, poseía muchas similitudes con estas serpientes, que han permitido averiguar aspectos de su biología.
Las vértebras de Titanoboa son las más grandes que se han encontrado para una serpiente, ya que cada una de ellas mide más de 10 centímetros. Con base en ellas, se calcula que la serpiente podría oscilar entre los 12 y 14 metros de longitud.
Sin embargo, esta serpiente no solo era larga. Como sucede con los boídos actuales, también era ancha y corpulenta. Las estimas sitúan el peso de este inmenso reptil en torno a los 1135 kilogramos.
La serpiente más pesada que existe actualmente es la anaconda verde (Eunectes murinus). A pesar de ello, los individuos más grandes jamás registrados de E. murinus solo alcanzan un quinto del peso normal de Titanoboa. Además, la inmensa mayoría de anacondas no llegan a crecer tanto.
Esto pone en perspectiva lo impresionante que fue Titanoboa en vida. Con este tamaño, es uno de los animales terrestres más grandes que vivió durante el Paleoceno y Eoceno, si no el más grande.
¿Cómo fue descubierta?
Los fósiles de este animal se encontraron en la formación del Cerrejón, en Colombia. Este lugar inhóspito es una enorme operación de extracción de carbón, pero también contiene uno de los depósitos de fósiles más ricos de Sudamérica.
Geólogos colombianos comenzaron a descubrir los tesoros que encerraba este lugar hace 27 años. También organizaron expediciones con paleontólogos estadounidenses a partir de 2003. Este equipo internacional fue descubriendo e investigando los abundantes restos fósiles del Cerrejón.
Muchos de los fósiles eran conservados y transportados para su posterior estudio. Este trabajo requiere ingentes cantidades de tiempo, por lo que es normal que los fósiles terminen de ser descritos tiempo más tarde tras su descubrimiento.
Revisando algunos de estos viejos huesos que habían clasificado como cocodrilos, los investigadores se dieron cuenta de un error. Las vértebras eran tan grandes que parecía una locura, pero pertenecían a una serpiente prehistórica. Tras ello, buscaron entre todos los especímenes que tenían acumulados y organizaron nuevas expediciones a Colombia.
Años después, estos paleontólogos habían reunido unas 100 vertebras de 18 individuos distintos y contactado con aún más científicos. En 2009, tras la realización de complejos modelos computacionales y una cantidad ingente de trabajo, el artículo que mostraba Titanoboa al resto del mundo vio la luz.
El ecosistema de la serpiente
El Cerrejón encierra los restos de muchos animales extintos y quizás de algo aún más importante. Los primeros bosques tropicales sudamericanos cubrían estas minas hace millones de años. Estos ecosistemas eran similares a los presentes, con grandes ríos, pantanos y exuberante vegetación.
En estas zonas pantanosas de los primeros bosques tropicales habitaba Titanoboa. Por supuesto, habían diferencias con los bosques de hoy. Las precipitaciones eran mayores y la temperatura era mucho más cálida.
Esto último se ha averiguado utilizando la talla del ofidio gigante. El tamaño máximo que alcanzan los animales poiquilotermos —de “sangre fría”— está mediado por la temperatura de su ambiente. Con una mayor temperatura, los poiquilotermos pueden hacerse más grandes.
Los 13 metros aproximados de Titanoboa indican que vivía en un clima extremadamente caluroso, con una media anual de entre 32 y 33 grados Celsius. Asimismo, en este ecosistema habitaban otros grandes vertebrados. Entre ellos se encuentran antiguos cocodrilos, tortugas y peces pulmonados.
Semejanzas con las serpientes actuales
Esta serpiente era sorprendentemente parecida a sus parientes actuales. Vivía en ecosistemas muy similares a las anacondas verdes y su biología también recuerda a ellas.
Por ejemplo, Titanoboa era un animal semiacuático, que pasaba una gran cantidad de su vida camuflada en las aguas pantanosas. Desde el fondo del agua, acechaba a sus presas potenciales.
Con su enorme tamaño, esta serpiente podría alimentarse de cualquier otro animal del ecosistema, incluidos cocodrilos y tortugas. A pesar de ello, las características de su mandíbula y dentición indican que pudo haberse alimentado de peces principalmente. Este sería un rasgo único entre sus parientes.
Al igual que el resto de boídos, este animal no era venoso. En su lugar, sometía a sus presas mediante constricción: se enrollaba alrededor de ellas y las apretaba con su cuerpo musculoso, hasta conseguir la asfixia o paro cardíaco.
Titanoboa cerrejonensis fue un animal espectacular, pero la formación del Cerrejón aún encierra muchos misterios. Gracias al trabajo incansable de los dedicados paleontólogos, podrán descubrirse en el futuro otros seres impresionantes que un día poblaron las primeras selvas tropicales.
Bibliografía
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- https://www.smithsonianmag.com/science-nature/how-titanoboa-the-40-foot-long-snake-was-found-115791429/
- https://www.nationalgeographic.com/science/article/titanoboa-thirteen-metres-one-tonne-largest-snake-ever
- https://www.nationalgeographic.com/animals/reptiles/facts/green-anaconda
- https://www.nhm.ac.uk/discover/what-is-the-biggest-snake-in-the-world.html
- Head, J. J., Bloch, J. I., Hastings, A. K., Bourque, J. R., Cadena, E. A., Herrera, F. A., ... & Jaramillo, C. A. 2009. Giant boid snake from the Palaeocene neotropics reveals hotter past equatorial temperatures. Nature, 457: 715-717.
- Head, J. J., Bloch, J. I., Moreno-Bernal, J., Rincon Burbano, A., & Bourque, J. 2013. Cranial osteology, body size, systematics, and ecology of the giant Paleocene snake Titanoboa cerrejonensis. J Vert Paleontol, 33: 140-141.