¿Existen los lagartos venenosos?

Varias especies de lagarto son venenosas. Esto no significa que sean peligrosas para las personas, especialmente si son respetadas y no perturbadas, como debe hacerse con todos los seres vivos.

Uno de los lagartos venenosos.

Hasta hace unas décadas, se creía que tan solo un par de especies de lagarto eran venenosos. Sin embargo, el conocimiento científico actual indica que un número considerable de lagartos sintetizan y portan toxinas. Esto incluye a las serpientes, que no son más que lagartos venenosos sin extremidades.

Todos los reptiles venenosos están dentro de un mismo clado, denominado Toxicofera. Esto quiere decir que todos ellos provienen de un ancestro común que probablemente fue venoso. A pesar de ello, no todas las especies que pertenecen a Toxicofera son venenosas.

A partir de este ancestro común, los sistemas del veneno se han desarrollado de forma muy distinta en cada uno de los grupos de lagartos. Para algunos, el veneno es una parte central de su ecología, mientras que otros han perdido la capacidad de producirlo. Sigue leyendo si quieres saber más.

Especies de lagartos venenosos

Dentro del clado Toxicofera se encuentran varios grupos de lagartos. Los que te vamos a contar a continuación son los algunos de los principales.

1. Iguania

Las iguanas, dragones barbudos, camaleones y otros animales similares poseen las glándulas orales necesarias para producir veneno. Sin embargo, estas son muy rudimentarias y apenas producen compuestos tóxicos.

Probablemente, eso se debe a que la mayoría de iguanios tienen una dieta herbívora o insectívora, para la que el veneno no es necesario. Por ello, su mordida no suele tener efectos nocivos para las personas.

Algunas especies que incluyen pequeños vertebrados en su dieta producen más compuestos tóxicos que el resto, aunque su potencia sigue siendo extremadamente débil. Un iguanio cuya mordida puede producir una reacción leve es el basilisco verde (Basiliscus plumifrons).

Los lagartos venenosos son múltiples.

2. Serpentes

Como es bien conocido, el clado Serpentes contiene a las especies que más han desarrollado el veneno. Las serpientes son capaces de producir cócteles de toxinas muy complejos en sus glándulas. Además, cuentan con mecanismos muy avanzados para su inoculación, en forma de colmillos.

Las víboras son uno de los principales grupos de serpientes venenosas. Estos animales depredan emboscados, posición en la que esperan a una presa a la que poder clavar sus enormes colmillos móviles, con los que inyectan el veneno.

Otro grupo destacable son los elápidos —cobras, mambas y serpientes marinas—. Sus colmillos son más pequeños y no móviles, pero poseen uno de los venenos más poderosos. De hecho, la serpiente más venenosa del mundo es un elápido.

Algunas culebras, como la culebra bastarda, también portan veneno. Aun así, este es muy débil y se inyecta al masticar con los dientes traseros, por lo que estos animales son casi siempre inofensivos.

Cabe destacar que la inmensa mayoría de serpientes no son venenosas ni suponen un riesgo para los humanos. Aunque estos reptiles mantienen las glándulas venenosas, están muy poco desarrolladas, como ocurría en los iguanios.

Una culebra de collar enroscada.

3. Helodermatidae

Tradicionalmente, los helodermátidos eran considerados los únicos lagartos venenosos. Aunque esto no sea cierto, su veneno es uno de los más potentes y dolorosos entre los lagartos.

El ejemplo más conocido de estos animales es el monstruo de Gila (Heloderma suspectum). Este lagarto robusto, de colores negro y naranja, vive en desiertos de México y Estados Unidos. También existen otras especies similares, denominadas lagartos enchaquirados, que habitan en Sudamérica.

A pesar de su nombre y su veneno, los monstruos de Gila no son nada agresivos y se mueven muy lentamente, por lo que resultan inofensivos, a menos que sean molestados repetidamente. Estos animales necesitan masticar a su víctima para inyectar el veneno, que utilizan para inmovilizar a las presas de las que se alimentan.

Un monstruo de Gila sobre una piedra.

4. Varanidae

El veneno también está bien distribuido entre los reptiles conocidos como varanos o monitores. Estos lagartos gigantescos destacan por su inteligencia y adaptabilidad y, por ello, son depredadores voraces y muy activos.

El veneno de los varanos varía enormemente según la especie, pero no suele ser peligroso para las personas. Además, se inocula masticando repetidamente, como ocurría en los helodermátidos. Este suele tener efectos anticoagulantes y se utiliza para cazar a las presas.

Existe un mito popular que dice que los dragones de Komodo matan a sus presas gracias a la infección bacteriana que produce su mordida. Esto no es cierto, ya que la flora bacteriana de estos animales no tiene nada fuera de lo común. En su lugar, los dragones de Komodo debilitan a sus presas gracias al veneno, como el resto de varanos.

Los varanos son lagartos venenosos.

Estado de conservación de los lagartos venenosos

Las serpientes y el resto de lagartos venenosos suelen provocar odio, asco o miedo a las personas. Estos sentimientos suelen estar injustificados y provocan las matanzas indiscriminadas de estos animales.

Estos animales cumplen papeles muy importantes en los ecosistemas. Como depredadores, regulan las cadenas tróficas y evitan la proliferación excesiva de animales que consideramos plagas. Además, algunas toxinas se utilizan para producir medicamentos muy útiles. El veneno del monstruo de Gila, por ejemplo, se ha transformado en un tratamiento para la diabetes tipo 2.

A pesar de ello, muchos de los reptiles venenosos se encuentran en una situación de conservación muy desfavorable, a menudo provocada por el desconocimiento y la presión humanas.

Dragones de Komodo peleando.

Para permitir la conservación de estos animales tan dignos de admiración, es imprescindible establecer programas que mejoren su percepción social y enseñen una mejor forma de interactuar con ellos. También es importante aumentar la disponibilidad de antivenenos en las zonas del mundo donde las mordidas son un problema.

Bibliografía

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