Cuando pensamos en serpientes, siempre nos viene a la cabeza un cuerpo alargado escamoso, una gran mandíbula con la habilidad de desencajarse y unos grandes y afilados colmillos que escupen veneno. Sin embargo, no todas las serpientes son venenosas ni todas las especies que sí lo son suponen un peligro para el ser humano.
Las serpientes u ofidios se clasifican en más de 3400 especies repartidas en unos 450 géneros. De todas ellas, solo un 15 % son venenosas, y dentro de este grupo, tan solo un 20 % poseen un veneno capaz de suponer una amenaza para el ser humano.
¿Todas las serpientes son venenosas?
Existen muchos tipos de serpientes no venenosas, las cuales se encuentran repartidas entre los diferentes grupos de ofidios. El veneno es un método eficaz para inmovilizar o matar a una presa capturada, pero no es el único en el mundo de los depredadores.
Las boas, por ejemplo, matan a sus presas mediante la estrangulación. Enrollan su fuerte cuerpo contra las víctimas —que suelen ser grandes— y las asfixian con su potente musculatura antes de comérselas.
Es difícil encontrar un método para distinguir sin error las serpientes venenosas de las que no lo son, pero existen ciertas generalidades que permiten estimar la peligrosidad del ofidio:
- Dentición: los dientes maxilares son los únicos que pueden estar asociados a glándulas venenosas. Aquellas serpientes que presentan colmillos huecos en la parte anterior del maxilar suelen ser venenosas. Las no venenosas, sin embargo, no suelen tener colmillos en esta posición y además carecen de glándulas tóxicas.
- Forma de la cabeza: las serpientes venenosas tienen la cabeza ancha —casi triangular— y un cuello delgado, como las víboras. Las no venenosas poseen cabezas más redondeadas de forma general.
- Pupilas: la mayoría de especies no venenosas tienen la pupila redondeada, en comparación con la forma vertical de las venenosas. Esto también tiene relación con sus hábitos, pues las serpientes diurnas tienen las pupilas redondas y suelen ser producir toxinas.
- Fosetas termorreceptoras: las serpientes detectan a sus presas por el calor que emiten gracias a estos órganos. Se pueden identificar a las fosetas como una especie de hoyo entre los ojos y nariz de la serpiente. La mayoría de ejemplares no venenosos no las presentan, pero también hay excepciones.
En muchos casos estas reglas no funcionan, por lo que nunca hay que fijarse solamente en estas características. Un conocimiento detallado de las diferentes especies es lo que permite diferenciar una serpiente venenosa de una que no lo es.
Tipos de serpientes no venenosas
Es común designar a las serpientes no venenosas como culebras, sin embargo, el término culebra hace referencia a una familia concreta de serpientes, Colubridae, por lo que no es totalmente válido para diferenciar entre ambos tipos de ofidios.
A continuación, te presentamos algunos de los tipos de serpientes sin veneno más reconocibles—pero no los únicos—.
Boas y pitones
Las boas son una familia de serpientes constrictoras, pues matan a sus presas por constricción, enroscándose sobre ellas con su musculoso cuerpo. Viven en zonas tropicales de América del Sur y Central y son buenas nadadoras, pero prefieren permanecer en tierra seca, refugiadas en troncos huecos o madrigueras abandonadas.
Las boas miden hasta cuatro metros y pesan más de 45 kilogramos de media. Según el hábitat en el que se camuflen, su cuerpo puede ser pardo, verde, rojo o amarillo, con patrones crípticos formados por líneas irregulares, óvalos, diamantes y círculos.
Las pitones también tienen una naturaleza constrictora y se parecen mucho a las boas, pero presentan diferencias importantes entre ambos grupos, como la forma de reproducción: las pitones ponen huevos, mientras que las boas paren a sus crías. También habitan en lugares diferentes del globo.
Culebras
Las culebras pertenecen a la familia de los colúbridos, taxón que engloba a aproximadamente 1800 especies diferentes con una distribución cosmopolita. La mayoría no son venenosas, pero algunas especies sí poseen veneno e incluso pueden ser peligrosas para el ser humano.
Por lo general, las culebras son diurnas, con pupilas redondas y una cabeza también redondeada con escamas grandes. Entre ellas hay excepciones como la culebra viperina (Natrix maura), que imita el físico y el comportamiento de las víboras —que sí son venenosas—.
Falsa coral (Lampropeltis triangulum)
En el mundo animal hay especies que aprovechan el aspecto de los animales venenosos para confundir a sus presas y depredadores. A este fenómeno evolutivo se le conoce como mimetismo batesiano.
La falsa coral es un gran ejemplo de esto. A diferencia de la coral, la falsa coral no es venenosa, pero tal es el grado de imitación que, para diferenciarlas, hay que conocer los patrones específicos de su piel.
En la coral, los tonos rojos y blancos o amarillos aparecen seguidos. En cambio, en la falsa coral los colores blancos o amarillos se encuentran entre las franjas negras, lo cual le otorga un patrón rojo-negro-blanco o amarillo-negro-rojo.
Como hemos podido ver en estas líneas, el veneno no es la única protección y método de caza presente en los ofidios. Desde una poderosa musculatura a un mimetismo perfecto, muchas serpientes se valen por sí mismas sin la ayuda de agentes tóxicos.
Bibliografía
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- Hickman, C. P. (2009). Principios integrales de Zoología. McGraw-Hill, Madrid.
- National Geographic, 2010. Boa constrictor.
- The reptile Database
- Mundosnake