Araña reclusa parda: alimentación y características

A pesar de ser una gran cazadora, la araña reclusa parda puede estar meses sin alimentarse

Araña reclusa parda: características

La araña reclusa parda o araña violín es una especie muy temida por su poderosa toxina necrótica. Aunque sus mordeduras no sean tan frecuentes por su carácter tímido, casi el 15% de los ataques a personas suelen ocasionar daños a nivel sistémico. A continuación, conoceremos un poco más de esta especie y las razones de por qué su veneno es tan poderoso.

Características físicas y taxonomía de la araña reclusa parda

La araña parda reclusa (Loxosceles ermitaña) es una pequeña especie de arácnido perteneciente a la familia Sicariidae. Su diminuto porte no coincide con su temible fama, ya que estas arañas difícilmente superan los 20 milímetros de longitud; algunos ejemplares pueden medir nada más que 6 milímetros.

Su aspecto también es muy discreto en comparación a las otras arañas venenosas. Su cuerpo es delgado y bien delineado, con una marcada ‘cintura’ entre el cefalotórax y el abdomen (similar a un violín). En él predomina un tono pardo ligeramente más claro que un marrón café.

Tampoco se observan patrones de coloración determinados en su abdomen o en sus patas, las cuáles carecen de pelos espinosos. Los colores más observados son negro, gris, crema o marrón; en su abdomen encontramos un revestimiento formado por pelos finos y muy suaves.

Como sus ‘parientes’ del género Loxosceles, la araña violín presenta tres pares de ojos (seis ojos en disposición díada). Un par se encuentran centrados en su cabeza y los otros dos están dispuestos paralelamente. Se trata de una característica peculiar entre los arácnidos, presente en pocas especies.

Araña reclusa parda: alimentación

Hábitat y alimentación de la araña violín

La araña parda reclusa es una especie originaria de Norteamérica. Su población se extiende por casi todo el territorio estadounidense, si bien alcanza el norte de México. No obstante, su mayor concentración se encuentra en el sureste de los Estados Unidos.

Por lo general, habita en zonas más oscuras y reservadas, como entre piedras y troncos o en acumulaciones de madera y leña. Aunque sea más raro, también pueden  adaptarse a vivir en el interior de los hogares, especialmente dentro los armarios, zapatos, entre las ropas o cerca de un lugar cálido y con baja luminosidad.

Se trata de un animal carnívoro cuya dieta se basa en el consumo de grillos, mosquitos, moscas, cucarachas y otros insectos disponibles en su entorno. Esta especie mantiene hábitos nocturnos, que solo salen en búsqueda de sus presas por las noches.

Durante el día suelen descansar y cuidar a su refugio construido con su telaraña pegajosa de color blanco o grisáceo. Aunque sean eximias cazadoras, pueden pasar meses sin cazar y sin alimentarse, en especial durante el invierno o épocas de baja disponibilidad de alimentos.

¿Por qué es tan temible el veneno de la araña parda reclusa?

En la práctica, la característica más reconocida y temida de las arañas reclusas es su poderoso veneno. Sus mordeduras pueden provocar una compleja sintomatología en el organismo de la víctima que es conocida como ‘Loxoscelismo’ .Es decir, un conjunto de síntomas provocados por las arañas del genero Loxosceles.

Araña reclusa parda: picadura

Las poderosas hemotoxinas en el veneno de estas arañas provocan heridas necróticas en sus víctimas. De esta forma, la sintomatología derivada de una mordedura muestra dos variantes: el loxoscelismo cutáneo y el luxoscelismo visceral. Cuando la acción de las toxinas queda limitada a la piel, estamos frente de un loxoscelismo cutáneo.

No obstante, si el veneno llega a la corriente sanguínea y alcanza otros órganos, hablamos de un loxoscelismo visceral. Estos últimos casos son mucho más severos, ya que pueden provocar daños generales e irreversibles al organismo.

Síntomas y efectos de las picaduras

Entre los principales síntomas de la picadura de esta araña, encontramos: fiebre, náuseas, vómitos, escalofríos, erupciones dérmicas, dolor en los músculos y en las articulaciones.

Actualmente, se estima que casi un 40% de las mordeduras de arañas reclusas terminan en heridas necróticas, mientras aproximadamente el 14% de las víctimas presentan daños sistémicos o viscerales ocasionados por sus hemotoxinas.

Por todas estas razones, es esencial acudir a un centro médico tras ser picados por una araña o tras la aparición de los síntomas ya mencionados. Al realizar paseos a zonas rurales, campos o granjas, es fundamental tomar medidas preventivas para evitar picaduras de insectos y mordeduras de arácnidos.

Además de aplicar el repelente, es importante usar calzados cerrados, ropas que protejan la piel y evitar ingresas en áreas desconocidas. En el hogar, una óptima luminosidad y ventilación ayudarán a ahuyentar a la araña parda reclusa.

Scroll al inicio