Hay muchos tipos de correas en el mercado que se adaptan a las necesidades y a la anatomía de nuestra mascota. La creciente popularidad de las correas extensibles para perros puede hacerte pensar que esta es la mejor opción para el tuyo, pero también existen una serie de riesgos que pueden hacerte cambiar de opinión.
La ‘libertad’ de la correa extensible
Las correas convencionales, que pueden ser simples cuerdas gruesas con un nudo al final, pueden parecer incómodas y poco ergonómicas tanto para el dueño como para el animal. El diseño de las correas extensibles se ajusta más a la mano del dueño, y cuenta con un botón para controlar su longitud.
Si has adiestrado correctamente a tu perro y crees que en la ciudad no va a volverse loco ante cualquier estímulo externo, esta correa suele ser útil para que la mascota tenga una sensación de cierto control y para que a la vez pueda moverse con un poco más de comodidad.
Las correas extensibles pueden llegar a medir unos ocho metros y permiten a nuestro perro olisquear o explorar ‘libremente’ su entorno. Para un perro grande, estas correas no suelen ser muy convenientes, ya que el mecanismo interno puede romperse fácilmente ante tirones repentinos.
Riesgos que desconocías
La sensación de control y de falsa libertad de la que hablábamos antes puede conllevar una serie de consecuencias que pueden incluso poner en peligro el bienestar físico de tu perro. En este listado conocerás los problemas más comunes que puede ocasionar este tipo de correa.
- Un perro que carece de una capacidad básica de autocontrol no puede tener esta correa. Los ocho metros de extensión con los que cuenta un animal con un temperamento impredecible son los metros que pueden llegar a despojar al dueño del poco control que tenía sobre su mascota. Antes de darte cuenta, podrías encontrarte con peleas con otros perros o con dueños molestos.
- El cordón de este tipo de correa puede causar varios problemas. Uno de los más comunes es que se enrolle alrededor de las piernas de su dueño o de las de otra persona, incluso suficiente para hacer que pierdan el equilibrio y caigan al suelo. En el caso de que se enganche en tu mano o en el cuerpo de otro animal, puede causar quemaduras por fricción que pueden llegar a ser bastante dolorosas.
- No debemos utilizar esta correa si nuestro perro aún no ha aprendido a volver cuando se le llama. Es fácil pensar que tirar de nuestro animal es la mejor solución para que nos haga caso. Sin embargo, esto da lugar a una falsa sensación de autoridad y a un tira y afloja constante que puede hacer daño a nuestro perro y que, en la mayoría de los casos, no le enseña a respetar a su dueño.
- Es difícil distinguir dónde está el cordón desde lejos. Esto puede ser peligroso para ciclistas, motoristas o para personas que puedan tropezarse con él. Puede resultar peligroso incluso mientras se hace senderismo, ya que suele ser en estos entornos donde habitualmente hay más ciclistas.
- Las correas extensibles dependen de un mecanismo de plástico que no suele ser muy duradero. La relación calidad-precio puede no ser muy buena comparada con la de las correas más convencionales.
A pesar de que las correas de toda la vida pueden parecer incómodas o incluso crueles para el animal, lo cierto es que el principal problema está en que los dueños no suelen adiestrar apropiadamente a sus animales; acaban peleándose con ellos por acciones tan básicas como hacer que su perro vuelva a su lado o que no se pelee con los de los demás.