Incluso en la antigua Grecia ya se consideraba al perro como la mejor compañía que una persona podía tener. Estos seres nos han cautivado inspirando incluso relatos y leyendas de parte de las mentes más brillantes de esta lejana época.
Una de ellas es la leyenda de Argos, el perro de Ulises. Este can espero a su amo durante más de dos décadas resistiendo a la mismísima muerte con tal de verlo antes de morir. Ulises, su dueño, había enfrentado un viaje con muchos problemas y al regresas nadie pudo reconocerlo, excepto su fiel compañero.
Lo esencial es invisible a los ojos
El relato donde se menciona la increíble amistad de este perro y su amo se encuentra en la Odisea. Argos era el fiel compañero de Ulises, rey de Ítaca y esposo de Penélope.
Para este cachorro la vida era muy feliz al lado de su mejor amigo. Ulises solía llevarlo de cacería y, al ser el perro del rey, sus sirvientes lo consentían como a ningún otro.
Pero un día esta felicidad le sería arrebatada porque su amo decide partir dejándolo solo. Ulises había comenzado su propia odisea en la que retornaría a su ciudad luego de 20 años tras terminar la guerra de Troya. Durante su ausencia comenzaron a suceder muchos problemas en Ítaca.
Ante la ausencia de su rey, cientos de pretendientes rodearon a Penélope con las intenciones de tomar el trono. Y, aunque lo estuvo evadiendo, sucumbió ante la presión política de una ciudad sin liderazgo. Bajo la mesa se estaba cocinando un plan para matar a su hijo, único heredero del trono.
Ante todo esto, Ulises, con la ayuda de la diosa Atenea, logran un plan para volver a su patria y frenar los planes que terminarían con su reinado. Atenea lo disfraza de mendigo y hace que lo envíen a la ciudad para que vea lo que sucede antes de relevar su identidad. Pero ahí Ulises conocería el verdadero amor de su fiel amigo canino.
Una amistad que trasciende
Al llegar a Ítaca disfrazado de mendigo, Ulises se sorprende al ver lo diferente que es la vida desde otra perspectiva. Siendo un total desconocido logra sentirse ajeno a su propio reino.
Cuando se encuentra con Argos, descubre conmovido que fue el único en reconocerlo. Argos esperaba pacientemente en una montaña de desperdicios, aguantando su último respiro con tal de volverlo a ver. Al encontrarlo, Argos alcanza a mover la cola y levantar las orejas y, no aguantó la emoción dejándose partir luego del reencuentro.
Ulises contuvo una lágrima, para mantenerse en el papel. Pero supo que su amigo le amaba con toda el alma. Un fragmento del texto lo menciona claramente:
“Allí yacía Argos, el perro, roído de miseria. Y en el acto reconoció a Ulises que se acercaba, y movió la cola y enderezó las orejas, aunque no pudo llegar hasta su amo, el cual, conociéndole, se enjugó una lágrima ocultándose hábilmente”.
Una historia que nos revela el amor y la lealtad absoluta que son capaces de profesar estas nobles criaturas. Historias como esta no dejan de sorprendernos porque aún se escuchan en nuestros tiempos. La próxima vez que llegues a casa y tu perrito te reciba con toda su emoción, comprende que para él, eres lo más importante.