El colibrí aletea tan rápido que a veces se lo confunde con un insecto más de los que rondan las flores buscando néctar. Nadie se cuestiona la velocidad de aleteo de un insecto, pero con un ave la cosa cambia.
Si alguna vez te has planteado el porqué de esta cuestión, en este artículo encontrarás respuestas. Los mecanismos de adaptación de esta preciosa ave no te dejarán indiferente.
Características del colibrí
Los colibríes son aves pertenecientes a una subfamilia de aves apodiformes llamada Trochilinae. Existen más de 300 especies de colibríes repartidas por el continente americano, pero la mayor concentración de ellas está en Centroamérica.
El pico de estas aves es una de las adaptaciones más llamativas que poseen, además de las alas. Su forma alargada y cónica —y a veces curvada— es perfecta para extraer el néctar de las flores, del que se alimentan. Según las necesidades de la especie, el pico puede llegar a medir casi lo mismo que el cuerpo del colibrí.
Los colibríes son de las aves más pequeñas que existen. Su tamaño, alimentación y forma de volar les dotan de unas habilidades únicas, pero también de ciertas desventajas. Si quieres conocerlo todo acerca de la morfología de este precioso animal, sigue leyendo.
¿Por qué el colibrí aletea tan rápido?
Algunos investigadores dicen que el vuelo de un colibrí es más similar al vuelo de los insectos que al de las aves. Estos pequeños pájaros pueden mantenerse estáticos en el aire en un punto fijo, y de ahí desplazarse hacia arriba, abajo o incluso hacia atrás.
Un colibrí aletea, de media, hasta 53 veces por segundo. El más rápido, el colibrí amatista (Calliphlox amethystina), bate las alas 80 veces por segundo. En el otro extremo está el colibrí gigante (Patagona gigas), que aletea unas 10-15 veces por segundo.
Pero, ¿por qué el colibrí aletea a esta velocidad? Estas aves necesitan mantenerse fijas en el aire mientras extraen el néctar de las flores, del que se alimentan. Además, estos rápidos desplazamientos hacen difícil que los depredadores les puedan cazar.
Según estudios, las mitocondrias de las células musculares de estos pájaros trabajan el doble de rápido que las de los mamíferos. Por ello, estas aves son capaces de generar energía más rápidamente y mantener un ratio de vuelo prohibitivo para cualquier otro animal.
El precio por un vuelo tan rápido
Para moverse a esa velocidad con un cuerpo tan pequeño, hace falta una gran cantidad de energía. El metabolismo basal del colibrí –es decir, cuando está en reposo— ya es tremendamente alto.
Los colibríes viven en un delicadísimo equilibrio entre la ligereza que les permite libar de las flores y la necesidad de consumir ingentes cantidades de alimento. Para mantenerse con vida, un colibrí debe nutrirse cada 15-20 minutos.
El colibrí aletea tan rápido gracias a su morfología
El diseño de las alas de estas aves también es muy diferente al de sus congéneres, pues tienen forma de espada y conectan con el cuerpo solo desde la coyuntura de la espalda. Gracias a esto, el colibrí puede rotar las alas casi 180 grados, lo que le permite mantenerse en el aire y moverse desde el mismo punto.
Los colibríes no pueden posarse en las flores para alimentarse, pues tienen unas patas muy finas y débiles.
Diferencias en el vuelo de los colibríes más grandes
Un colibrí aletea más lento a medida que el tamaño de la especie aumenta. Esto requiere que su capacidad muscular sea mayor, lo que se relaciona directamente con la destreza del ave para acelerar bruscamente, frenar en pleno vuelo o realizar giros bruscos.
De esta forma, las especies de colibrí de mayor tamaño compensan la mayor masa corporal y el pequeño tamaño de sus alas.
¿A qué velocidad late el corazón de un colibrí?
Unido a uno de los metabolismos más rápidos de la biosfera, el colibrí cuenta con la tasa cardiaca más rápida de los vertebrados: 1200 latidos por minuto. Si no fuera de esa manera, los nutrientes no llegarían a la totalidad del cuerpo y, por tanto, no se podrían cubrir las necesidades energéticas de este pequeño pájaro.
El colibrí es una de las aves más veneradas por los humanos. No es de extrañar, pues las hazañas aéreas de este pájaro sorprenden desde el primer momento que se le confunde con un abejorro. ¿Qué secretos quedarán por desentrañar sobre ellos? La ciencia, desde luego, no se detiene.
Bibliografía
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