La enfermedad renal poliquística en perros es una patología hereditaria en la que se comienzan a formar quistes en los riñones del animal. A medida que estos crecen, se reduce la cantidad del tejido útil de estos órganos, lo que provoca distintos fallos fisiológicos a largo plazo.
Aunque esta condición es poco común en canes, se ha descrito en diversos linajes de razas específicas, como es el caso del bull terrier. Si quieres conocerlo todo acerca de esta enfermedad, continúa leyendo.
Causas de la enfermedad renal poliquística
La enfermedad renal poliquística —PKD por sus siglas en inglés— se da en perros, gatos, seres humanos y otros mamíferos. En nuestra especie es la patología genética heredable más común, pues al menos 1 de cada 800 personas es portadora del gen defectuoso que la causa.
La enfermedad se vincula a modificaciones en el gen PKD1, tal y como indican estudios. Este codifica la información necesaria para la producción de la policistina, una proteína esencial para el desarrollo de los riñones. Cuando esta no se produce correctamente, se forman los quistes renales previamente citados.
La PKD es de herencia autosómica dominante. Esto quiere decir que, si uno de los 2 perros parentales la presenta, las probabilidades que el cachorro descendiente nazca enfermo son de un 50 %. Hay que tener en cuenta este detalle, pues emparejar a un can con riñones poliquísticos puede ser una condena para las futuras crías.
Los bull terriers son los que más afectados pueden verse por esta condición.
Síntomas
En los perros jóvenes, la enfermedad renal poliquística es asintomática en prácticamente todos los casos. A medida que el can enfermo envejece, los riñones van perdiendo funcionalidad, lo que se traduce en una gran cantidad de signos clínicos. Entre ellos, encontramos los siguientes:
- El perro bebe y orina más de lo usual, pues el organismo está intentando filtrar una mayor proporción de desechos con una funcionalidad renal disminuida.
- Es característica una pérdida de apetito por parte del can, lo que conlleva una bajada de peso paulatina.
- En estadios más avanzados, el perro puede mostrar náuseas, vómitos y diarreas. Eso es resultado de una acumulación de productos de desecho dentro del organismo.
Los quistes renales se van desarrollando durante toda la vida del can. Por ello, lo normal es que los signos previamente descritos aparezcan en edades medias y avanzadas, cuando el fallo renal es obvio.
Diagnóstico
Todo diagnóstico de enfermedad renal poliquística comienza con un examen físico. A veces, el veterinario es capaz de detectar los tumores renales o irregularidades en estos órganos mediante una palpación abdominal. De todas formas, frecuentemente los signos clínicos son bastante inespecíficos, así que se requieren más pruebas.
Se suelen necesitar ultrasonidos y resonancias magnéticas abdominales para detectar los quistes renales. Por otro lado, una prueba genética y el historial familiar del can pueden llegar a dilucidar la presencia de la enfermedad.
Tratamiento
Al igual que en humanos, no hay un tratamiento definitivo para la enfermedad poliquística en perros. Los únicos abordajes disponibles se basan en intentar que el daño renal avance lo más lento posible. Para ello, son necesarios cambios en la dieta, suplementación en forma de fluidos, medicaciones para manejar el dolor y antibióticos si se producen infecciones.
Otro de los tratamientos disponibles es realizarle al animal inyecciones periódicas en los riñones para disminuir el tamaño de los quistes. A veces, incluso, se pueden considerar cirugías de extracción y otros procedimientos que requieren el paso por quirófano.
Al fin y al cabo, todo abordaje clínico que ayude a aumentar la esperanza de vida del animal es de utilidad. Muchos canes con PKD viven 8-10 años con los cuidados adecuados, así que no se trata de una condición deletérea de forma inmediata.
La enfermedad renal poliquística es una patología para toda la vida, así que solo queda armarse de paciencia y comprensión para poder abordarla. El can va a empeorar con el tiempo, pero las visitas periódicas al veterinario y los tratamientos descritos pueden ayudar al animal a llevar un estilo de vida lo más digno posible.
Como hemos dicho previamente, esta enfermedad no afecta solo a perros. Se trata de la patología hereditaria de índole genética más común en humanos, pues 1 de cada 800 personas son portadoras del gen defectuoso. Esperemos que la medicina avance tanto en el ámbito de nuestra especie como en el canino para dilucidar tratamientos más efectivos.
Bibliografía
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