Probablemente, cualquier tutor canino hablará maravillas de los efectos psicológicos de tener un perro en su vida. Desde luego, según los estudios que abordan las interacciones perro-tutor, no le faltaría razón. Vamos más allá: los beneficios abarcan más que el ámbito mental, pues también suponen mejorías físicas y sociales en las personas.
Desde hace décadas se ha estudiado la relación que puede llegar a formarse entre el perro y el ser humano. De hecho, desde que este animal comenzó a acompañar a las personas hace miles de años, la interacción con el can ha cambiado, habiendo este evolucionado a la par nuestra. Es imposible concebir a este animal sin su tutor, igual que nuestra sociedad tal y como la conocemos sin ellos no es posible.
El contacto directo y la convivencia con perros aporta ventajas físicas y psicológicas, pero también lo hace el hecho de apreciar al perro como un miembro de la familia o, incluso, como un verdadero terapeuta. Además, los canes pueden aportar una sensación de protección y seguridad. Si quieres saber más sobre los beneficios que aporta interactuar con un perro, te invitamos a seguir leyendo.
Efectos psicológicos y físicos positivos de tener un perro
Convivir con perros o tener una relación cercana con ellos provoca efectos positivos tanto a nivel psicológico como físico. Sin embargo, aunque parezca evidente esta influencia sobre la salud y el bienestar, los datos de los que disponemos no muestran una relación consistente. Esto se debe a las complicaciones de seleccionar una muestra limitada y muy variable por cuestión de razas.
Por el contrario, si nos dirigimos a estudios relacionados con los beneficios que aportan los animales de terapia, al ser muestran más concretas, los resultados son mucho más positivos con respecto a los efectos de un animal sobre distintos ámbitos de la salud humana.
También vemos los efectos psicológicos positivos de tener un perro cuando los propietarios son personas mayores. De hecho, puede que sean ellos el grupo de humanos que más beneficios obtienen.
El perro como apoyo social
El ser humano es un animal social en todos los aspectos de su vida. Por ello, cuando algo relacionado con el desarrollo social de un individuo falla, aparecen muchos problemas. El apoyo o, dicho de otro modo, el sostén que una persona dentro de su grupo social siente, es muy importante para el bienestar individual. Un mayor apoyo social se traduce en niveles más bajos de angustia psicológica en humanos.
Una de las formas más fuertes de apoyo social es el que aparece cuando un individuo tiene una relación íntima y confiable. En este punto es donde entra el perro. Los canes pueden aportar este tipo de vínculo a su tutor, ya que ofrecen afecto y compañía sin prejuicios, amor incondicional, afecto, seguridad, protección y autoestima.
Nos ayudan a hacer amigos
Los perros pueden ayudar a sus tutores a conocer nuevas personas y, de esta forma, ampliar la red de contactos, ya que son facilitadores sociales. Un buen ejemplo se da durante los paseos.
Cuando paseamos con el perro, posiblemente nos dirijamos a lugares donde otras personas suelen ir con sus mascotas. Aquí, el can es el nexo común y una forma sencilla para comenzar una conversación con un desconocido.
Actividad física y el perro
Según las investigaciones, tener un perro también disminuye los episodios depresivos que una persona puede sufrir a lo largo de su vida, pero, ¿cómo se logra?
La correcta tenencia de un can exige que este salga a pasar todos los días (varias veces) y al menos una de las salidas debe tener un duración de mínimo 45 minutos. Pasear es en sí es una actividad física la cual se ha demostrado que mejora el bienestar psicológico, a través de la liberación de ciertos neurotransmisores y hormonas.
Además, gracias a la disminución del estrés que produce tener un perro más este aumento de la actividad física, se sugiere que las personas que viven con uno poseen menor probabilidad de sufrir una enfermedad cardíaca.
Depresión y los efectos psicológicos de tener un perro
La depresión puede ser descrita como un estado en el que el ser humano se siente triste, melancólico, apático y poco activo. Muchas veces, la depresión aparece por razones congénitas o cambios en niveles hormonales y, ante estas situaciones, es complicada una curación sin el uso de fármacos.
En otras ocasiones, la depresión aparece como una fase más del duelo tras la ocurrencia de situaciones traumáticas para la persona. En estos casos, el apoyo social, la compañía, la actividad física, la calma y un sin fin de aportaciones más que pueden ofrecer los perros, pueden ser la clave de la sanación.
Bibliografía
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