El periodo biológico durante el cual el organismo reduce su metabolismo y funciones vitales es conocido como dormancia en animales. Este proceso es llevado a cabo por muchas especies y está relacionado a las condiciones climáticas.
Dormancia en animales: qué saber
La dormancia en animales es un mecanismo dentro del ciclo biológico de muchas especies a partir del cual el organismo suspende temporalmente las funciones de crecimiento, actividad física y desarrollo.
Básicamente, el individuo está ‘adormecido’ porque a su alrededor las condiciones climáticas son adversas –sucede mayormente en invierno– y no puede conseguir el alimento que necesita para sobrevivir.
Dentro de la dormancia podemos encontrar dos tipos de sincronización: la predictiva y la consecuente. En la primera el organismo entra en estado de adormecimiento antes de que comiencen las condiciones adversas. En la segunda, después, y es más común en aquellas áreas donde el clima fluctúa imprevisiblemente.
Tipos de dormancia en animales
La dormancia permite a los animales sobrevivir durante aquellos meses en los que la comida es escasa y la temperatura muy baja. Según la especie y el tipo de ‘siesta’ que realicen los animales, se clasifica en diferentes tipos:
1. Hibernación
Podría decirse que es la más conocida de las técnicas, pero no la única. La hibernación se produce para que los animales puedan huir del frío y de la escasez de alimentos durante los meses que dura el invierno; es del tipo predictivo.
Los animales que hibernan se preparan con varias semanas de anticipación; algunos comen más y otros acumulan alimento en sus madrigueras. De esta manera cuentan con energía o suministros suficientes para sobrevivir.
En esta etapa de dormancia, los animales experimentan muchos cambios a nivel fisiológico, entre ellos reducción de la temperatura corporal y disminución de hasta el 95% del ritmo cardíaco. Algunos ejemplos de hibernación son: murciélago, marmota, lémur, oso polar, liebre, erizo –foto que abre este artículo– y ardilla.
2. Brumación
Es el proceso de hibernación que llevan a cabo los reptiles, pero difiere de la primera por los procesos metabólicos implicados. La brumación comienza a finales del otoño y antes de ello los animales comen más de lo habitual.
Durante toda esa etapa –que puede durar entre uno y cuatro meses según la temperatura ambiente– los reptiles se despiertan para beber agua, no así para comer. La actividad disminuye y no necesitan alimentarse tanto.
En la brumación, que es reactiva porque tiene relación con el descenso de la temperatura y la disminución de las horas de luz, los reptiles –y algunos anfibios– están en estado de semialerta.
3. Diapausa
Esta estrategia es predictiva y está determinada por la genética del animal. Es más frecuente en los insectos –por ejemplo, larvas de escarabajos– y en algunos mamíferos como el ciervo rojo europeo. En el primer caso reduce el desarrollo entre el invierno y la primavera, y en el segundo permite que las crías nazcan cuando las condiciones climáticas son más favorables.
La diapausa aparece para que los animales puedan sobrevivir en temperaturas extremas, carencia de alimento o sequía. La actividad metabólica se reduce así como también las necesidades fisiológicas. Es importante destacar que este mecanismo precisa ciertos estímulos específicos para terminar: contacto con el agua, enfriamiento o congelación.
4. Estivación
Finalmente, otro de los tipos de dormancia en animales es la estivación, la cual es protagonizada por los invertebrados, entre ellos las lombrices de tierra y los caracoles del género Helix. En ocasiones puede ocurrir en los peces pulmonados.
Este tipo de adormecimiento también se produce como respuesta a las condiciones climáticas, pero a diferencia de las otras tres formas es por aumento de la temperatura o de la resequedad del terreno. Hay que tener en cuenta que ciertos animales que respiran por la piel precisan un hábitat húmedo para sobrevivir.