Una mujer encontró un huevo roto del nido de un pato. Nunca llegó a pensar que encontrarse con esto la llevaría a tener desvelos de amor para salvar a la criatura, la cual después daría sus frutos.
La naturaleza siempre sorprende, y menos cuando no se espera. Betsy Ross es una madre de Visalia, California, quien trabaja desde casa y con mucho más tiempo libre debido a la pandemia. Esto fue una bendición para ella, ya que no sabía lo que pronto iba a ocurrir en su hogar.
Un día la mujer estaba paseando junto a su esposo e hijos en un parque. Fue en ese momento cuando observó algo que la partió en varios pedazos. Una persona mal intencionada destruyó unos huevos de pato. La dama y el hombre creyeron que no se podría remediar la situación, pero vieron un huevo roto que estaba solo, como si estuviera pidiendo ayuda.
La mujer salvó al huevo roto del nido
Fue así como Betsy no pensó dos veces para llevarse el huevo a su casa. Ella no tenía ningún conocimiento en aves, pero sí tenía mucho amor para dar. Asimismo, entendió que fue al parque por un motivo, por lo que se sintió como la elegida para salvar la vida de ese animal. La mujer cuenta que:
“No podía adquirir una incubadora, así que llamé a nuestro lugar de vida silvestre local, pero me dijeron que no tomaban huevos. Les pregunté si aceptarían el animal si lo incubaba, y ellos aceptaron”.
Ross no se dio por vencida, por lo que comenzó a investigar para saber qué debía hacer para lograr salvar la vida del huevo. En ese momento se le ocurrió una idea genial que cambiaría todo: durante 35 días la mujer mantuvo en su sujetador al huevo, para darle el calor de sus pechos.
Realizó esta acción porque sabía que la criatura necesitaba de humedad y calor para poder sobrevivir. Sin duda alguna fue una idea maravillosa que pudo tomar, mostrando todo el amor que había en su corazón. Asimismo, Betsy reveló:
“Los pechos sudan por el calor (asqueroso, lo sé). Todo lo que tenía que hacer entonces era llevarlo en el sujetador, rotarlo 4-5 veces al día y dormir con él allí también. Soy una chica de talla grande, así que me queda justo entre el pecho”.
Trató al huevo roto como a un bebé prematuro
Esta mujer vivía con el huevo junto a su piel en todo momento, excepto cuando debía ir al baño. En esas ocasiones se lo dejaba a su esposo. Fue así como Ross se preparó e investigó todo sobre el ave, para poder darle la atención cuando ya saliera del cascarón.
Utilizó recipientes, bolsas, agua y una lámpara para poder fabricar una caja y que tuviera un ambiente húmedo. La mujer comenta que:
“A los 35 días comencé a escuchar píos débiles y su pico empujaba la cubierta del huevo”.
Cuando ocurrió esto, se encontraba muy emocionada y colocó al huevo en la caja. Sin embargo, su corazón se paró al percatarse que algo no estaba bien. La criatura se encontraba atrapada en la membrana.
Consultó al veterinario, quien le indicó que debía despegar la cáscara lentamente, evitando tocar las venas y logrando que el pico quedara en donde pudiera respirar sin ningún problema. El pato fue saliendo a mitad de camino, pero Betsy observaba que aún se encontraba unido a la yema en el fondo del huevo. Ella confesó:
“Lo puse en una toallita y lo envolví con la yema, poniendo antibiótico para que no se infectara. Quizá no fue la mejor idea, pero estaba asustada”.
Fueron muchos días de desespero
En ese momento se vivió mucha angustia, ya que el pequeño había absorbido la yema, no se movía y estaba muy débil. Sin embargo, Ross no dejaba de ayudarlo y le daba a beber agua. Ella no iba a desistir, por lo que haría cualquier cosa para que el huevo, que tanto cuidó, pudiera nacer. La mujer recuerda:
“Un día, nos despertamos y él estaba caminando. Con el tiempo, lo dejaba nadar en la bañera y en los charcos (…) Me seguía y cuando oía mi voz, se volvía loco y gritaba. Parecía saber cuándo me iba sin él, porque mi marido se quejaba de que se sentaba a llorar”.
La conexión que hubo entre el patito y la dama fue muy fuerte, por lo que el animal no se despegaba ni un momento de ella. Incluso, fabricó un trasportín, para poder llevarlo a todas partes.
Sin embargo, el hogar de Ross no era el más indicado para que el pato viviera. Una vez que el pequeño creció y estaba sano, la mujer lo llevó a una granja que estaba cerca, en donde tienen a animales rescatados. Ahora tiene a una persona que lo adora.
Aunque separarse del patito fue muy difícil para ella, está convencida que todo lo que hizo valió la pena, siendo una experiencia que no va a olvidar jamás. Esta hermosa historia de un huevo roto deja una gran enseñanza, y es que cada vida cuenta. ¡No hay nada que con amor y perseverancia no se pueda lograr!