El síndrome de Horner en perros es una patología que afecta a los nervios que conectan el ojo con el cerebro, así como los músculos faciales. De manera general, solo se manifiesta en un lado de la cara, pero en casos raros puede ser bilateral.
Aunque es una enfermedad que se da en cualquier raza de perro, el golden retriever y el cocker spaniel tienen una mayor incidencia de aparición. En las siguientes líneas te contamos qué causa esta dolencia, cuáles son sus signos clínicos más comunes y qué posibilidades de prevención existen.
¿Qué es el síndrome de Horner?
El síndrome de Horner es en realidad un grupo de anomalías que afectan el movimiento de ciertos músculos fasciales. Esto es provocado por un mal funcionamiento en los nervios que regulan estos movimientos, de manera que se vuelven erráticos y exagerados.
Causas del síndrome de Horner en perros
El síndrome de Horner en perros aparece cuando alguno de los nervios que van del ojo al cerebro se dañan. Aunque los factores son múltiples, existen 3 lesiones más habituales que pueden provocar el síndrome. Te las indicamos a continuación.
1. Lesión central (Primer orden)
En una lesión central, el nervio aparece dañado en algún lugar antes de salir de la médula espinal. Las causas más comunes que provocan esto son tumores en la médula, tumores cerebrales o traumatismos en esta región. Además del síndrome de Horner, pueden surgir otros signos neurológicos, como descoordinación motora o inclinación de la cabeza.
Este tipo de lesiones pueden aparecer como efecto de algunos traumatismos, infartos, neoplasias o enfermedades inflamatorias. No obstante, es bastante raro que estas afectaciones al sistema nervioso deriven en el síndrome de Horner.
2. Lesión preganglionar (Segundo orden)
El daño se ha provocado en los nervios que van de la médula a la sinapsis —unión entre una neurona y otra—. Esta lesión surge de traumatismos en el cuello, tumores en región cervical, infartos o proceso inflamatorios. También es posible que este tipo de daño aparezca como consecuencia de cirugías torácicas, heridas por estrangulamiento o mordidas.
3. Lesión posganglionar (Tercer orden)
La lesión ocurre entre la sinapsis y el ojo. Las causas más frecuentes de este tipo de lesión son limpiar el oído del perro con demasiada fuerza o lesiones en el oído medio del animal. No obstante, la mayoría de lesiones posganglionares tienen una causa desconocida.
La mayoría de los perros que presentan el síndrome de Horner tienen lesiones posganglionares. De hecho, una gran parte de los casos son ocasionados por la otitis, pues las neoplasias y las heridas en esta zona del oído no tienden a generar problemas con los nervios.
Signos clínicos del síndrome de Horner en perros
Los signos clínicos de este síndrome son muy similares a otras patologías oculares. Para hacer un buen diagnóstico, es totalmente necesaria la intervención de un veterinario especializado en neurología.
Los signos apreciables en los perros que padecen la patología se concentran en el ojo afectado y también en la región adyacente en algunos casos. Algunos de los más comunes son los siguientes:
- Párpado caído.
- Pupila contraída o miosis.
- Hundimiento del ojo o enoftalmos.
- Tercer párpado expuesto o prolapsado, también conocido como hiperemia conjuntival.
- Pabellón auricular más caliente (poco frecuente).
Muchas lesiones neurológicas o el efecto de ciertos fármacos pueden dar lugar a estos mismos signos clínicos. Por esta razón, es crucial que un neurólogo, además del veterinario habitual, examine a la mascota.
Diagnóstico especializado
Cualquier veterinario puede diagnosticar el síndrome basándose en los signos clínicos. No obstante, al poder aparecer estos en múltiples patologías, es crucial averiguar qué está ocurriendo a nivel neurológico y dónde se ha producido la lesión.
En general, se calcula que alrededor de la mitad de los casos de síndrome de Horner en perros son de origen idiopático. Esto significa que no existe una causa concluyente, pues el daño puede deberse a diferentes patologías o lesiones anteriores.
El fármaco utilizado para realizar el diagnóstico es la fenilefrina. Se administran unas gotas en el ojo y, si todos los signos desaparecen, el daño se ha producido a nivel posganglionar. Si el ojo no responde, son necesarias otras pruebas diagnósticas.
Las radiografía torácica, analíticas sanguíneas, otras pruebas farmacológicas e incluso una resonancia magnética pueden ser necesarias para encontrar la lesión que provoca el síndrome. Una vez encontrado el desajuste, es hora de definir cuál será la forma de actuación y los posibles tratamientos.
Tratamiento y prevención del síndrome de Horner en perros
El tratamiento para el síndrome dependerá de dónde haya ocurrido la lesión a nivel neurológico. Lo más habitual es que el tratamiento no sea de vital importancia, ya que el cuerpo tiene la capacidad de resolver este daño por sí mismo. No obstante, en el caso de tumores, el pronóstico es reservado y puede ser necesaria una intervención quirúrgica o la administración de quimioterapéuticos.
Cuando el origen del daño nervioso es debido a una otitis, una enfermedad medular o a un proceso inflamatorio, lo primero que se debe hacer es controlar esta afectación. Posterior a ello, se administran fármacos que controlan los síntomas, como la fenilefrina, además de lágrimas artificiales para mantener la lubricación del ojo. Por lo común, en estas situaciones el síndrome desaparece después de alrededor de 6 meses.
La mayoría de los casos de perros que sufren el síndrome de Horner tienen causas idiopáticas. Esto quiere decir que no se conoce qué ha provocado el síndrome y simplemente aparece de un día para otro. Como imaginarás, esto complica mucho el tratamiento y el pronóstico depende de cómo reaccione a los fármacos.
En ocasiones, el perro ha podido ser mordido en la región del cuello o sufrido un fuerte tirón de la oreja durante la trifulca. Esto puede causar el síndrome. Con el tiempo y una vez curada la lesión, el síndrome desaparecerá. En cualquier caso, las visitas veterinarias periódicas y una buena salud ocular y auditiva son la mejor prevención.
Bibliografía
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