Las danzas en la época de celo del somormujo lavanco

Con la llegada del buen tiempo, el somormujo lavanco macho comienza uno de los cortejos más curiosos de la naturaleza, en el que hace todo lo posible para ser el preferido entre las hembras del humedal.

Se trata de un ave mediano, con unos 50 centímetros de altura y unos 85-90 centímetros de envergadura. Destacan sus formas estilizadas y alargadas, con un pico largo y estrecho con el que da caza a pequeños peces. Apenas hay diferencias entre ambos sexos, y es que, de hecho, los jóvenes se parecen mucho a los adultos en la época invernal, con tonos grises apagados.

A diferencia de lo que ocurre en la mayoría de especies de aves, los somormujos cambian el pelaje para la época de celo, y lo hacen tanto los machos como las hembras; hay que estar a la altura en una situación así… En concreto, les aparece en la cabeza un moño oscuro con diferentes tonalidades rojas de plumas puntiagudas, mientras que la cola se les tiñe de un color rojizo más intenso.

La danza del somormujo lavanco

Con los vestidos de gala puestos, y en los primeros días templados del año, el somormujo lavanco comienza su peculiar danza de cortejo, mucho más elaborada y estilosa de lo que pudieras imaginar.

Lo primero que hacen es erguirse sobre el agua, el uno en frente del otro y con los cuellos todo lo rectos que pueden. Una vez han sincronizado sus cuerpos en altura y posición, comienzan una serie de movimientos con la cabeza, pequeñas sacudidas que realizan por turnos para admirarse mutuamente.

En ocasiones, también añaden una serie de movimientos en los que parecen colocarse el plumaje de las alas, y lo repiten una y otra vez hasta que consiguen una completa sincronización. Es toda una delicia ver la dulzura y la delicadeza con la que realizan el cortejo.

Para hacer más amena la velada, a menudo cogen hierbas y algas que se ofrecen el uno al otro como muestra de gratitud, una acción que puede repetirse durante horas y en la que llegan a un nivel de relajación extremo; disfrutan del momento.

¿Para qué sirve la danza?

El principal objetivo de toda esta puesta en escena por parte del somormujo lavanco es, como en la mayoría de especies, estimular la ovulación de la hembra y sincronizar el momento perfecto para la cópula.

Con semejantes preparativos, las probabilidades de éxito en la fecundación aumentan considerablemente, ya que el macho deposita sus espermatozoides en el momento exacto para que lleguen al óvulo lo antes posible y se asegure el éxito de la cópula.

En los siguientes días, los bailes se suceden mientras construyen juntos el nido, para lo que utilizan la vegetación de la zona. Cuando todo está listo, la hembra se prepara para la puesta de los huevos, que será de entre tres y cinco unidades.

Por si fuera poco, la incubación de los huevos se lleva a cabo por el macho y la hembra a partes iguales, y los dos son igualmente responsables de fortalecer el nido y de facilitar alimento el uno al otro en los ratos de incubado.

Pero no todo acaba ahí, ya que, una vez han visto la luz los polluelos del somormujo lavanco, los dos se encargan de su cuidado. Uno de ellos los aloja entre las plumas de su espalda mientras el otro los ceba con el alimento que va encontrando. Esta tarea se la van turnando cada poco rato, por lo que el cuidado de los recién nacidos conlleva el mismo peso tanto para el macho como para la hembra.

Los peces que captura en sus zambullidas son el principal alimento de toda la familia, aunque no hacen ascos a multitud de invertebrados como babosas, insectos o larvas, recursos muy fácilmente accesibles en un humedal, su hábitat preferido.