Para conocer lo que nuestros mininos “piensan” de sus propietarios, hemos de observar, por ejemplo, cómo interactúan los gatos entre ellos para deducir su estructura social. Además, analizaremos la forma en que juegan con juguetes y estudiaremos su comportamiento en distintos momentos del día. Igualmente, su relación con nosotros, los dueños, hablaremos con ellos y pondremos diferentes pruebas.
En realidad no conocemos demasiado de los gatos. Algunas señales como erguir su cola, frotarse cariñosamente con nuestras piernas y sentarse a nuestro lado es, curiosamente, lo mismo que hacen con otros felinos.
La conclusión a la que llegaremos es que los felinos que tenemos en casa se comportan con nosotros los humanos de forma muy similar a como lo hacen con otros gatos. Ellos creen, o eso parece, que somos torpes cuando nos tropezamos con ellos. Pero tampoco es lógico pensar que nos ven como estúpidos. Si eso fuera así no se restregarían con nosotros, igual que no lo hacen con otros individuos animales que consideran inferiores a ellos.
El gato no es un animal salvaje, está plenamente domesticado, aunque a veces podamos dudar por su conocida independencia y carácter.
Relaciones entre gatos
A menudo los felinos no se llevan bien entre ellos, y eso les ocasiona estrés y ansiedad. Un veterinario nos podrá contar muchos casos de propietarios de gatos que acuden a su consulta con heridas ocasionadas por peleas entre ellos.
Entre sus enfermedades y problemas más usuales está la dermatitis y cistitis, y cada vez parece más claro que estos problemas médicos empeoran por el estrés psicológico. Por ello, antes de dar muchos medicamentos a nuestros amigos mininos, tendríamos que analizar su estilo de vida.
Estudios realizados. Perros y gatos
Algunas pruebas que se llevaron a cabo en la Universidad de Lincoln en el Reino Unido, descubrieron que los gatos simplemente no aman a sus dueños como los perros lo hacen. Una de las explicaciones de esta afirmación es la historia de ambas especies y su domesticación.
Los perros son domésticos desde hace 32.000 años, y eso puede explicar la excelente relación con los humanos, entre otras cosas, porque ambas especies hemos evolucionado juntas por miles de años.
Sin embargo, los gatos llevan conviviendo con humanos desde hace poco más de 9.000 años, y gran parte de ese tiempo lo han pasado merodeando puertas y comiendo restos de nuestros antepasados, actividades para nada comparables con las buenas relaciones generadas por cosas como cazar, comer y dormir lado a lado.
Otra diferencia importante respecto de los perros es que nosotros hemos elegido a los canes para que nos acompañen, desarrollando razas, criando selectivamente a aquellos con rasgos positivos, eligiendo a los más dóciles y fáciles de entrenar para la reproducción. Las razas actuales que tenemos en casa son el resultado de nuestras acciones de selección.
Sin embargo, los gatos se han ido eligiendo a sí mismos, y seleccionando a las personas para que les provean comida y otro tipo de atenciones. En muchos casos, quienes conviven con felinos aseguran que estos animales consideran que ellos son los dueños de los humanos y no al contrario. Un poco reacios a las muestras de cariño, presumidos e independientes, a diferencia de los perros, los mininos solo parecen necesitar a las personas para que les aportemos cobijo, comida y bebida.
Un comportamiento peculiar
Es conocida la inteligencia de los gatos, que les convierte en animales muy interesantes capaces de adoptar multitud de comportamientos que resultan casi incomprensibles a ojos de los seres humanos.
Los felinos son más inteligentes de lo que pensamos. Con frecuencia saben distinguir cómo tienen que interactuar con cada persona. Una de estas razones es que se comportan con nosotros de la misma forma en que lo harían con su madre. Esa conducta que suelen mostrarnos muchas veces viene aprendida de la relación con su madre. Los gatitos aprenden a levantar sus colas, frotarse con su progenitora, jugar y ronronear.
¿Cómo ven los gatos a sus dueños?
Con el tiempo y la convivencia, el felino aprende que realizando algunos sonidos, ello significa que desean que la persona (o gato gigante como creen ellos), se vaya de la habitación, mientras que otros ruidos los llaman a jugar, alimentarles o acariciarlos.
Cuando «molestamos» al gato tratando de rascarle la barriga sin que este inicie la acción o tratamos que juegue sin que él lo solicite, en realidad le estamos causando ansiedad y estrés. Ellos tienen propensión a estresarse. Si el estrés se produce de forma muy continuada, pueden llegar a enfermar, así que mucho ojo con tu amigo felino.