Los perros y gatos se pueden llevar muy bien, sin embargo su manera de interactuar es diferente y esto puede llevar a pequeñas discrepancias o grandes peleas. Por lo tanto te damos unos buenos trucos para hacer que tu perro juegue bien con tu gato.
Como saben muchos, si bien los gatos pueden llegar a ser bruscos, su manera de jugar es por mucha diferencia menos física que la de los perros, y esto puede causar problemas al interior del hogar.
Si bien a los gatos les gusta correr y moverse, sus juegos favoritos son los que les implica acechar, cazar o vigilar. Los perros disfrutan corretear, revolcarse, morderse unos a otros y, por supuesto, perseguir.
El perro y el gato pueden llegar a llevarse muy bien, sin embargo en ocasiones se hace necesario diseñar estrategias para que estas discrepancias no lleven a conflictos, en especial porque pueden llegar a lastimarse.
Pero antes de continuar debes tener en mente varios elementos que interfieren en la convivencia entre perros y gatos.
El instinto
El instinto es muy importante para determinar las interacciones sociales que tendrá un perro frente a otro animal, especialmente en los canes que pertenecen a una raza en específico.
Lo anterior se debe a que estos son criados de manera selectiva para que sobresalgan unas características específicamente. Por lo tanto, perros con tendencia a cazar, a pastorear o a derribar presas tendrán el impulso de perseguir mamíferos pequeños, como los gatos.
Si bien esto no quiere decir que serán agresivos con el gato, la tendencia a perseguirlo puede llegar a exasperarlo, haciendo que este termine por reaccionar con violencia cuando se harte del can.
Socialización
Si tu perro no conoce un gato y le presentas uno lo más posible es que le genere curiosidad, olfateando y persiguiendo al gato.
Los canes entienden las diferencias entre perros y gatos cuando están bien socializados (saben que estos son más pequeños, ágiles, etc), por lo tanto puede que estos también jueguen brusco con el gato porque no está acostumbrado a hacerlo de otro modo, de manera que lo tratará como si fuera otro perro.
La edad
Los cachorros aprenden desde pequeños a inhibir cosas como la mordida a través del juego, sin embargo un cachorro de pocas semanas morderá con fuerza y podría llegar a lastimar la piel del gato.
Sin embargo, la estrategia a usarse en cualquiera de los casos será siempre la misma:
Hacer que el perro juegue
Los gatos son astutos y huirán de una situación en cuanto se torne molesta, por este motivo lo ideal es dejar a su alcance una repisa que le permita generar una distancia considerable con el can y que este no pueda alcanzarle. Esto es importante porque si el gato está sano y tiene una ruta de escape la tomará antes de confrontar al perro, es sólo en los casos en que se siente acorralado que reacciona con violencia.
Para una casa feliz que tiene un gato y un perro, es una buena idea poner unas cuantas estanterías. Los estantes pueden proporcionar al gato con un lugar seguro para estar, arriba y lejos del perro.
No pienses que con esto cohíbes a tu perro de jugar e interactuar con el gato, todo lo contrario, al igual que los cachorros, los perros aprenden a comportarse y a inhibir actitudes cuando estas derivan en el fin del juego. Por lo tanto, si el canino se pone brusco y el minino escapa significa que se acaba la diversión, el perro poco a poco irá asociando estas acciones y aprenderá a que, si quiere jugar, debe hacerlo suavemente.