El comportamiento de los lobos siempre ha sido sinónimo de pesadilla: aullidos, ojos brillantes en la noche y colmillos afilados. En épocas antiguas, en las que los humanos transitaban por los bosques sin protección, estos cánidos podían ser un peligro real.
Hoy en día, las tornas han cambiado. El folclore rural ha dado licencia histórica al exterminio de esta especie, ya fuera para proteger al ganado o para colgar su cabeza en la pared, llevándola hasta la amenaza de extinción. Conocer su verdadera naturaleza es fundamental para salvar a este cánido de la desaparición permanente.
Características de los lobos
El lobo (Canis lupus) es un mamífero perteneciente al orden Carnivora y la familia Canidae. En la actualidad se reconocen unas 50 subespecies de lobo, aunque es un tema que se encuentra en discusión por las similitudes entre algunas de ellas.
Su altura varía entre 60 y 90 centímetros, pudiendo llegar a los 130 de longitud —contando con la cola—. Los machos suelen más grandes que las hembras y pueden alcanzar un peso de 90 kilogramos. Son capaces de adaptarse a diferentes ecosistemas según la especie: tundra, medios rocosos o montañosos, praderas, bosques e incluso en desiertos. Se distribuyen por el hemisferio norte.
Su alimentación es fundamentalmente carnívora y oportunista. Cazan presas grandes cuando viven en grupo y pequeños mamíferos cuando están solos.
Carácter de los lobos
Los lobos viven en grupos fuertemente jerarquizados. Son animales inteligentes, con una comunicación rica y variada propia de manadas con relaciones familiares complejas. También son territoriales, por lo que pueden mostrarse agresivos si se sienten invadidos o amenazados.
Sus hábitos son fundamentalmente nocturnos, pues de noche pueden recorrer grandes distancias en busca de comida. También se los puede ver activos durante el día, pero es más probable encontrarlos descansando.
Comunicación de los lobos
Al ser animales sociables, la comunicación es un elemento de gran importancia dentro del comportamiento de los lobos. Existen tres vías principales de comunicación en esta especie: la olfativa, la auditiva y la visual. Más adelante, puedes verlas más en detalle.
Comunicación olfativa
Los lobos cuentan con un sentido del olfato sumamente desarrollado que les permite captar olores en un rango de varios kilómetros. Mediante químicos volátiles de la orina y las heces, son capaces de marcar el territorio y dar información acerca de su estado de salud, identidad y momento reproductivo.
También poseen glándulas exocrinas en las patas, lo que les permite saber quién ha caminado por su entorno y seguirse el rastro si es una hembra en celo.
Comunicación oral
Los lobos tienen una amplia gama de vocalizaciones: aullidos, gruñidos, ladridos y gemidos. Por lo general, los sonidos más fuertes servirán como advertencia o marcaje de territorio a largas distancias. Cuando se trata de socializar dentro de la manada, suelen usar gañidos, gemidos y gruñidos de menor volumen.
El aullido, concretamente, es una llamada de larga distancia para localizar a su manada o a otros individuos. También se especula que es un marcaje a larga distancia.
Si te estás preguntando si los lobos realmente aúllan a la luna, debes saber que es un mito: cuando alzan la cabeza puede parecer que la están mirando, pero es un gesto que les permite hacer llegar el sonido a más distancia.
Comunicación visual
El comportamiento de los lobos tiene un fuerte componente visual en cuanto a posturas y gestos se refiere. Puesto que las vocalizaciones pueden atraer a competidores o invasores de su territorio, todo lo referente a la socialización en grupo y el establecimiento de jerarquías se basa fundamentalmente en lo no verbal.
Por medio del lenguaje corporal, los lobos pueden transmitir emociones como el miedo, el enojo e incluso afecto o expresar conductas de juego.
La jerarquía se establece a través de conductas de dominación y sumisión, manifestadas normalmente a través de gestos. Por ejemplo, un lobo que se tumba panza arriba en una postura tensa está mostrando sumisión ante un ejemplar de mayor rango.
Comportamiento de los lobos
Estudiar el comportamiento de los lobos se basa en investigar fundamentalmente su socialización. Más adelante tienes detallada su conducta en diferentes contextos de su vida.
Comportamiento en manada
Las manadas suelen ser grupos familiares dominados por una pareja reproductora, llamada alfa. También se encuentran crías de distintas edades u otros parientes. El tamaño de la manada puede variar mucho, entre 2 y 40 ejemplares; no obstante, lo común son grupos de 8 a 9 individuos, que es el número ideal para que todos puedan comer cuando consiguen una presa.
Puesto que la pareja dominante suele ser la única que se reproduce, en grupos grandes se ven dinámicas de fisión-fusión, en las que algunos miembros suelen escindirse en grupos más pequeños y migrar hacia otros territorios. Sin embargo, pueden elegir quedarse con la manada toda su vida.
Comportamiento en solitario
Algunos ejemplares pueden salir de su grupo familiar para buscar pareja o su propio territorio. En ocasiones, forman un nuevo grupo con una pareja o se unen a una manada que les acepte. En escenarios contados, pueden quedarse solos y pasar así el resto de su vida.
Comportamiento alimenticio
Los lobos han demostrado ser capaces de trazar estrategias de caza para poder capturar a sus presas. Cuando se trata de animales dispersos, son capaces de recorrer kilómetros en solitario al tiempo que se comunican para avisarse de sus hallazgos.
Esta conducta tiene origen en la competición con otros depredadores, pues cazando en grupo tienen ventaja frente a otras especies solitarias, como zorros y osos. Por otro lado, moverse en grupo les proporciona mayor protección frente a posibles ataques de otros carnívoros.
Los ejemplares de mayor edad son capaces de transmitir información y enseñar estrategias de caza a los más jóvenes, como técnicas para acorralar presas o localizaciones óptimas para atraparlas.
Los lobos son criaturas inteligentes, sensibles y sin un ápice de maldad. El hecho de que no sean amigables con el humano no les quita el derecho a la vida, ya que además cumplen un papel fundamental en el equilibro de los ecosistemas. Cuando un lobo baja a matar ovejas en explotaciones ganaderas, hay que preguntarse lo siguiente: ¿correría ese riesgo si tuviese comida y espacio suficientes?
Bibliografía
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