La cuestión de si los animales pueden pensar o no acompaña al humano desde sus inicios como especie en la Tierra. A día de hoy, con el progreso de la ciencia cognitiva y la etología animal, no se trata ya de una dicotomía entre el sí y el no, sino de averiguar cómo piensan el resto de seres vivos.
«Pensar» es un verbo con un significado demasiado amplio para ajustarlo como una cualidad propia de una especie. En estas líneas, podrás ver el desarrollo que ha tenido el concepto a lo largo de los años y cómo se ha aplicado a los no humanos.
¿Qué es pensar?
Lo primero debe ser siempre definir el objeto de estudio. La mente, vista como el reflejo de la actividad cerebral, es algo demostrado en la mayoría de los seres vivos con sistema nervioso. La premisa es que cualquier ser que tenga mente puede pensar, ¿verdad?
Por otro lado, el pensamiento como tal se debería entender como el discurrir de las ideas y la capacidad de un ser vivo para operar con ellas a través de juicios, combinaciones y formación de conceptos. Con base en estas premisas, ¿crees que son capaces de esto los animales?
En 1978, Ronald R. Griffin creó la etología cognitiva, en la que postulaba que los animales no humanos podían tener la capacidad de pensar y de razonar. Según este autor, dichas capacidades podían ser estudiadas como «procesos mentales» al igual que en nosotros —lo que, por supuesto, revolucionó a toda la comunidad científica—.
Griffin sostenía que los animales no humanos no son autómatas, sino que son seres pensantes, aunque sus pensamientos sean cualitativamente distintos a los de los humanos.
¿Los animales pueden pensar? La cuestión de la inteligencia
Prontamente, la capacidad cognitiva de los animales se asoció con la cuestión de la inteligencia: ¿se puede pensar y no ser inteligente? Si entendemos la inteligencia como la capacidad de adaptarse al entorno a través de la atención, razonamiento, procesamiento, juicio y toma de decisiones, muchos animales pueden calificarse como inteligentes.
Los diferentes niveles de inteligencia de cada especie han sido desgranados durante muchos años de estudio, pero solo se ha llegado a una conclusión clara: no se puede cortar a todos los seres vivos por el mismo patrón cognitivo, pues su forma de experimentar el mundo difiere tanto de una especie a otra que es imposible hacer una escala común.
La misma base cerebral
La medida más objetiva del pensamiento, ahora mismo, es la cerebral. La mayoría de estudios de biología evolutiva tienen un desenlace común: si todos venimos de lo mismo, lo lógico es que compartamos anatomía cerebral y, por tanto, procesos mentales.
Las estructuras más primitivas del cerebro animal son comunes a casi todas las especies, como las que regulan las emociones básicas (alegría, ira, miedo) y las sensaciones adaptativas, como dolor y placer. Todas ellas, conectadas a las estructuras que facilitan la percepción, crean la base para establecer la distinción entre la experiencia propia y lo físico.
Sí, los animales pueden pensar
Por si el discurso bio-filosófico no te había convencido, aún queda un aspecto básico que explorar para llevarte al terreno de la creencia: los procesos mentales. El pensamiento como acción consciente requiere de procesos básicos que parecen ser comunes a la mayoría de las especies, como verás a continuación:
- Procesamiento sensorial: ese proceso tan básico, a pesar de variar mucho entre especies, es el primer paso para tener algo con lo que operar, que es la propia experiencia del mundo.
- Atención y memoria: siempre de la mano, estos procesos mentales son los responsables de que los estímulos sensoriales tengan una utilidad y se puedan convertir en ideas.
- Formar conceptos: Joëlle Proust, la famosa filósofa francesa, postuló que los animales con cerebro disponen de un dispositivo natural para procesar la información sensorial, lo que les permite crear representaciones mentales de los objetos externos y categorizarlos para engendrar conceptos.
- Operaciones mentales: la existencia de conceptos permiten las operaciones como los juicios, las previsiones y comportamientos sociales.
- Lenguaje: esta es una palabra prohibida en cuanto a comunicación se refiere, puesto que el lenguaje se considera la forma última de comunicación. Sin embargo, muchos animales han demostrado desafiar los requerimientos antropocéntricos con su forma de hablar entre ellos.
Solo hay que verlos
Muchos animales no humanos han dado muestras, tanto observacionales como objetivas, de ser capaces de pensar. De hecho, si te parece que un orangután está reflexionando, probablemente es que lo está haciendo: no en vano se conoce a estos primates como los pensadores de la jungla.
Poco a poco, el mito de que no todos los animales pueden pensar va cayendo, especie por especie. Desde las incansables abejas hasta los charlatanes delfines, con la investigación y etología animal conseguiremos descifrar los recovecos de todas estas maravillosas mentes.
Bibliografía
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- Safina, C. (2017). Mentes maravillosas: Lo que piensan y sienten los animales. Galaxia Gutenberg.
- Griffin, D. R. (2001). Animal Minds: Beyond Cognition to Consciousness (2nd ed.). University of Chicago Press.