La encefalopatía hepática en perros es un desorden metabólico que afecta al sistema nervioso central (SNC) del can. No se trata de una entidad clínica aislada, pues sucede como efecto secundario derivado de una enfermedad del hígado —algo conocido como hepatopatía—. El desencadenante principal es una acumulación de amoniaco en sangre.
El hígado es uno de los órganos más importantes de los seres vivos, pues nos permite depurar las sustancias de desecho provenientes del metabolismo celular. Cuando este falla, se acumulan toxinas en el organismo, lo que genera cuadros patológicos de gravedad variable. Conócelo todo sobre la encefalopatía hepática canina.
Causas de la encefalopatía hepática en perros
Los mecanismos etiológicos de la enfermedad aún no se han descifrado del todo, pero está claro que los fallos hepáticos son los causantes primarios. Si el hígado no es capaz de depurar la sangre correctamente, se acumulan en el organismo amoníaco y otras sustancias de desecho que deberían ser excretadas con la orina.
En los canes sanos, el amoníaco es filtrado por los hepatocitos —cuerpos celulares principales del hígado— y se convierte en aminoácidos útiles o urea, que formará parte de la orina gracias a la acción de los riñones. Por desgracia, si este compuesto tóxico se acumula, viaja al cerebro y lo sensibiliza ante otros agentes promotores de la encefalopatía.
Este proceso tan complejo se puede dividir en 3 fases distintas. Te las contamos de forma somera en la siguiente lista:
- El amoníaco y otros productos de desecho se forman por la descomposición de proteínas durante la digestión y otros procesos metabólicos. Como el hígado no filtra correctamente, estos desechos se acumulan en sangre.
- Se produce un desequilibrio sérico de aminoácidos.
- La células cerebrales son dañadas por las altas concentraciones de metabolitos tóxicos en sangre. También se producen cambios en los neurotransmisores, esenciales para la comunicación normal entre neuronas.
Este evento engloba múltiples causas, pues un fallo renal puede derivar de una enfermedad congénita, cirrosis —destrucción del tejido normal del hígado—, fallos hepáticos repentinos debido a intoxicaciones químicas, infecciones, sangrado intestinal y otras muchas situaciones más.
Síntomas
Diversos estudios exploran la sintomatología de la encefalopatía hepática en perros. La progresión de la enfermedad se puede dividir en estos 4 estadios:
- En las primeras etapas el can muestra una desorientación leve, falta de apetito, torpeza generalizada y un carácter un poco más irritable de lo normal.
- A medida que se agrava el cuadro, el perro presionará su cabeza contra las paredes, tendrá dificultades para moverse (ataxia), letargia e, incluso, puede manifestar signos de ceguera.
- El tercer estadio se caracteriza por la falta de coordinación, confusión, estupor, inactividad, producción de saliva severa, convulsiones y agresiones ocasionales al tutor.
- Finalmente, el perro entra en coma y se produce su muerte.
Como podrás comprobar, casi todos los signos son neurológicos. En las fases 2 y 3 el tutor podrá notar que el can «no es el mismo de siempre». Este se moverá sin sentido, tendrá conductas atípicas y probablemente tratará de atacar de forma injustificada a todo el que se acerque a él.
Tratamiento de la encefalopatía hepática en perros
La mayoría de los canes con signos de encefalopatía hepática deben ser hospitalizados. Es necesario restringir el área de acción del paciente para que no se autolesione o dañe al tutor, además de tratarlo con oxigenoterapia y fluidoterapia, con el fin de que su organismo recupere una relativa normalidad.
Una vez se ha «detoxificado» la sangre del perro, el profesional deberá abordar la enfermedad subyacente que ha causado la encefalopatía. Dependiendo del agente causal —infección, enfermedades congénitas o intoxicaciones, entre otros— se pueden requerir lavados de estómago, antibióticos e incluso cirugías.
Un abordaje desde casa: cambios en la dieta
Como hemos dicho en líneas previas, el amoníaco se produce en el organismo cuando se descomponen las proteínas. Por ello, en canes con el hígado dañado, lo mejor es reducir la ingesta diaria de alimentos con altos contenidos proteicos. Con ciertos cambios en la dieta, se le puede facilitar un poco el trabajo al órgano afectado.
De todas formas, se recomienda que la ingesta mínima de proteínas sea de 2,1 gramos de proteína por kilogramo de masa del can al día. También es necesario consultar con un veterinario qué fuentes proteicas son las adecuadas para los pacientes, ya que en general se recomiendan para ellos las que provienen de alimentos vegetales.
La encefalopatía hepática no es una enfermedad en sí, sino una condición derivada de un fallo en el hígado. Una vez se ha estabilizado y diagnosticado al animal, es necesario hacer cambios en la dieta y atajar la causa subyacente. Dependiendo de la naturaleza de la patología, el pronóstico puede ser positivo o reservado.
Bibliografía
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