El lagarto cornudo: un reptil que llora sangre

La defensa del lagarto cornudo ante los muchos depredadores que le acechan se basa principalmente en la inmovilización y el camuflaje. Pero, además, tiene una caja de herramientas con otros mecanismos. Aquí te los mostramos.
El lagarto cornudo: un reptil que llora sangre
Luz Eduviges Thomas-Romero

Escrito y verificado por la bioquímica Luz Eduviges Thomas-Romero.

Última actualización: 30 julio, 2022

Hasta ahora, existen 20 especies conocidas de lagarto cornudo, todas del género Phrynosoma. Cada una de ellas se distingue por el color, tamaño y la cantidad y disposición de cuernos y espinas a lo largo de sus espaldas.

La mayoría son del tamaño de un paquete de naipes, pues tienen cuerpos anchos, planos y patas cortas y achaparradas. Cuando corren dan lo mejor de sí mismos, pero simplemente no están diseñados para la velocidad.

Indudablemente, los lagartos con cuernos están hechos para la defensa. Tienen que estarlo, ya que muchos vecinos intentarán comérselos. Algunas especies de lagarto cornudo son reconocidas por eyectar un chorro de sangre apestosa del ojo cuando se ven acorralados.

¿Dónde podemos tropezar con un maravilloso lagarto cornudo?

Los lagartos cornudos viven principalmente en lugares secos: desde Guatemala y México, a través de los desiertos de Arizona y California, hasta las praderas secas del sur de Canadá. Usualmente, son presa de halcones, alcaudones, correcaminos, serpientes, coyotes, zorros, lobos, linces e incluso ratones saltamontes carnívoros. En realidad, en las zonas desérticas, cualquier animal que le pueda avistar se lo comería.

Un lagarto cornudo de cuerpo entero.

Un maestro del escondite

Indudablemente, el camuflaje es su primera línea de defensa. Los lagartos cornudos combinan sus colores con el entorno, mezclándose con el pincel marrón o los grises moteados de barro. De hecho, algunas especies imitan objetos no comestibles. Este es el caso del lagarto cornudo de cola redonda, casi indistinguible de las rocas en las que se esconde cuando encorva la espalda y mete las patas.

El congelamiento y los nervios de acero

Sin duda, muchos depredadores detectan a sus presas cuando se mueven, el lagarto cornudo lo sabe y ha dominado el arte de la quietud. Resulta sorprendente conocer que la disposición de los cuernos en el borde de su cuerpo rompe las sombras que proyectan en el suelo, como una capa de invisibilidad.

En una prueba de nervios, cuando se acerca un depredador, los lagartos son reacios a moverse. Solo lo hacen después de evaluar el peligro, tras considerar cuidadosamente a su atacante y cuál podría ser la defensa adecuada.

El primer plan de defensa de los lagartos cornudos es apegarse al programa básico de ser difíciles de encontrar, lo ayuda ser chato y aplastado, con bordes punzantes.

La estrategia a adoptar depende del atacante

Los cánidos como los perros usan dientes y garras para despiezar a sus presas en trozos pequeños. Las serpientes se tragan sus comidas enteras. Mientras tanto, un ratón saltamontes preferirá mordisquearlas a través del cráneo para llegar al cerebro.

Las serpientes de látigo son veloces y cazan activamente a sus presas. El corpulento lagarto cornudo no podría escapar de su ataque, por lo que opta por camuflarse y mantenerse quieto. Sin embargo, las serpientes de cascabel no persiguen, sino que esperan que las presas estén cerca antes de atacar.

Entonces, cuando un lagarto cornudo se encuentra con una serpiente de cascabel, corre por su vida, a  sabiendas de que el alargado depredador probablemente no lo seguirá. Aunque ninguna defensa es infalible, en general, quedarse quieto por una serpiente de látigo y huir de una serpiente de cascabel son las mejores apuestas de un lagarto cornudo.

Si el lagarto cornudo queda atrapado, no todo estará perdido

Aún en circunstancias difíciles, el lagarto cornudo tendrá algunas cartas bajo la manga. Si el atacante es una serpiente o aves, como los correcaminos, deberán tragarse a su presa entera. Este espinoso reptil no lo hará fácil.

Llegado el momento, el lagarto cornudo se inclinarán sobre sus patas delanteras y desplegará sus costillas para formar un escudo dorsal o hinchará su torso para hacerse lo más grande posible. Sorprendentemente, esta técnica funciona. Se han registrado casos en que una serpiente látigo se da por vencida, porque simplemente no puede encajar todo el lagarto en su boca.

Por supuesto, a veces el camuflaje y la armadura no son suficientes y de todos modos el depredador se come un lagarto cornudo. Pero incluso entonces, a veces logran un último acto de desafío: no es inaudito que un lagarto cornudo se aloje en la garganta o el estómago de un pájaro o una serpiente, matando a su atacante.

El reptil que llora sangre

Finalmente, está la defensa más conocida de los lagartos cornudos: el chorro de sangre. Esta estrategia la reservan para dos grupos de depredadores: gatos y cánidos, donde se incluyen perros, coyotes y lobos.

El proceso es muy simple. Una bolsa debajo de los ojos del lagarto, el seno ocular, se hincha a medida que se llena de sangre. El lagarto maneja un repentino aumento de presión y la sangre sale a chorros con fuerza tal que puede viajar hasta dos metros.

Esto les da oportunidad de lanzar su sangre, que no es del agrado de estos cazadores. Una vez que llega a su boca, el atacante sacude la cabeza, saliva profusamente y trata de expulsarla. Se conoce que tardan unos 15 minutos en recuperarse.

Un ejemplar de lagarto cornudo sobre un fondo negro.

¿Por qué funcionan los chorros de sangre?

La sangre contiene una sustancia química que es aborrecible para el paladar de cánidos y felinos. La defensa de sangre es más efectiva cuando se administra directamente a la boca, en lugar de a los ojos o la nariz. Esto podría explicar por qué los lagartos cornudos a menudo esperan hasta el último segundo, cuando ya están en las fauces de sus atacantes, antes de arrojar la sangre.

Los lagartos probablemente obtienen el sabor desagradable en su sangre de un compuesto que contiene su comida. Esto en razón que comen hormigas altamente venenosas.

Un superviviente nato

Para conservar anfibios y reptiles, debemos entender la historia de sus vidas. Solo desde el entendimiento se puede planificar la recuperación de las especies y sus ecosistemas. La investigación y la apropiada divulgación resultan esenciales para lograr este objetivo.


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