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Escolopendra: características, hábitat y picadura

6 minutos
La escolopendra es un depredador de movimientos rápidos, que se encuentra en regiones templadas y tropicales. ¡Entérate aquí cómo reconocerla y qué tan peligrosa es su picadura para los humanos!
Escolopendra: características, hábitat y picadura
Georgelin Espinoza Medina

Revisado y aprobado por la bióloga Georgelin Espinoza Medina

Escrito por Lucia Di Giacomo
Última actualización: 24 marzo, 2024

Los artrópodos del género Scolopendra tienen un cuerpo aplanado que tiene, por lo general, entre 21 y 23 segmentos, cada uno con su par de patas. Son animales carnívoros que liberan su veneno para cazar a sus presas y protegerse de posibles amenazas. Si una escolopendra pica a una persona puede desencadenar varios trastornos. En raras ocasiones, puede causar la muerte.

En el siguiente contenido descubrirás los rasgos físicos, el hábitat, la dieta y la reproducción, así como todos los detalles sobre su veneno y los efectos de su picadura en los humanos.

Características del género Scolopendra

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Se han descubierto alrededor de 80 especies distintas, entre ellas podemos encontrar a la Scolopendra morsitans y a la Scolopendra gigantea, como algunas de las más conocidas, aunque existe la posibilidad de que existan muchas otras, aún sin identificar. Se les denomina con frecuencia como ciempiés y se clasifican en el orden taxonómico Scolopendromorpha.

La escolopendra presenta una anatomía alargada que puede alcanzar los 20 centímetros o más. En su cabeza, se distinguen antenas de gran tamaño y poderosas mandíbulas. Su tórax está segmentado, permitiéndole girar de forma rápida y mantener su resistencia.

Por lo general, poseen un total de 21 segmentos, cada uno con un par de patas provistas de uñas. Su morfología le permite escalar y aferrarse con firmeza a cualquier superficie.

Las patas más cercanas a las mandíbulas, conocidas como forcípulas, le ayudan a capturar y aplicar el potente veneno que paraliza a sus presas.

A excepción de las patas forcípulas y el par de patas anales, todas las demás son utilizadas para caminar. Las dos últimas son arrastradas, pero cumplen una función vital, tanto para la defensa contra ataques en esa zona como para atraer al sexo opuesto durante el apareamiento.

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La esperanza de vida promedio de Scolopendra gigantea es de 10 años. Crédito: Katka Nemčoková/Wikimedia Commons.

Hábitat y alimentación

Este artrópodo se puede encontrar en todos los continentes, excepto en la Antártida, pues prefiere climas más templados donde abundan sus presas. Una investigación comparativa de la taxonomía de la morfología tradicional, publicada en la revista ZooKeys, encontró que el rango de distribución de la especie es amplia:

  • África
  • América
  • Australia
  • Zonas tropicales de Asia
  • Algunas zonas vecinas del océano Índico
Durante el día, se refugia bajo tierra, ocultándose a varios centímetros de profundidad, así como debajo de troncos caídos o piedras.

Su cuerpo es resistente y puede sobrevivir a temperaturas de hasta 10 grados Celsius, pero por debajo de esta temperatura, moriría. En climas fríos, tiende a hibernar hasta la llegada del verano o la primavera.

La escolopendra rara vez sale a cazar a plena luz del día. De hecho, prefiere la oscuridad para buscar a sus presas. Su dieta incluye una amplia variedad de insectos, desde los más pequeños hasta otros de tamaño considerable, siempre y cuando tenga la posibilidad de vencerlos en la batalla.

Además, puede alimentarse de otras escolopendras y también de pequeños vertebrados como los siguientes:

  • Ranas
  • Pájaros
  • Ratones
  • Lagartijas

En situaciones más desafiantes, utiliza su potente veneno para paralizar a sus presas. En este sentido, sigue una táctica similar a la de las serpientes constrictoras: se enrolla alrededor de su víctima, para impedir su escape, y después le clava las mandíbulas para inyectarle el veneno.

¿Cómo se reproducen?

Estos animales presentan sexos separados, sin cópula directa, y la fecundación es interna. Los machos depositan bolsas de esperma en el suelo, conocidas como espermatóforos, que las hembras deben introducir en su interior.

La escolopendra hembra pone entre 20 y 60 huevos en sus escondidas madrigueras y los cuida con mucho celo. De hecho, llega a humedecerlos con saliva para prevenir patógenos.

Al nacer, algunos de los hijos pueden devorar a su propia madre.

El veneno de la escolopendra

El veneno de la escolopendra es una de las toxinas más potentes que existen, lo que le permite enfrentarse a insectos de gran tamaño.

De acuerdo con una revisión científica de la revista Salus, referente a los agentes tóxicos de la Scolopendra gigantea, el veneno de esta especie está presente un patrón muy complicado de los siguientes compuestos:

  • Cetosas
  • Proteínas
  • Carbohidratos

Por su parte, un trabajo publicado en The University of Queensland sugiere que en la Scolopendra morsitans puede cambiar la composición de su veneno y utilizar diferentes combinaciones para la defensa o la depredación.

Además, el sistema de secreción es más complejo de lo que se llegó a pensar hace algunos años, ya que no funciona de manera exclusiva por control neuromuscular. Sin embargo, esto solo sería posible en las especies que han evolucionado con un conducto de veneno largo.

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La escolopendra mediterránea o Scolopendra cingulata es una de las 11 especies que se encuentran en la Península Ibérica. Crédito: Bernard DUPONT/Wikimedia Commons.

¿Qué tan peligrosa es la picadura para los humanos?

Las escolopendras poseen apéndices bucales complejos que usan para alimentarse. Cuentan con dos pares de poderosas mandíbulas y dos maxilas fusionadas, de las cuales se desprenden las forcípulas. Se trata de unos colmillos modificados con glándulas de veneno que les permiten capturar y paralizar a sus presas.

El veneno de la escolopendra es una combinación de diversas toxinas que afectan diferentes sistemas del cuerpo. En este sentido, puede desintegrar los eritrocitos y causar síntomas, como paros cardíacos y fiebre.

En la revista International Journal of Dermatology se describen las manifestaciones del veneno tras la mordedura en dos casos clínicos:

  • Ampollas
  • Dolor intenso
  • Edema eritematoso severo

La picadura también puede provocar los signos indicados a continuación:

  • Dolor
  • Comezón
  • Hinchazón
  • Enrojecimiento
  • Sensación de quemadura

Por lo general puede resolverse sin intervención médica. Sin embargo, en casos severos, pueden presentarse varias manifestaciones:

  • Necrosis
  • Inflamación
  • Formación de pústulas

La mayoría de las mordeduras provocan reacciones locales benignas, pero —en raras situaciones— el veneno puede provocar otros trastornos, como los indicados por la revista Clinical Toxicology:

  • Infarto
  • Proteinuria
  • Rabdomiólisis

Aunque las picaduras son poco frecuentes en humanos, se debe tener precaución, en especial, con niños, ancianos o personas alérgicas, porque en situaciones graves, la reacción al veneno puede llevar a la muerte. 

En caso de una picadura severa con infección bacteriana avanzada, el tratamiento puede requerir desbridamiento quirúrgico y suministro de antibióticos intravenosos. Por lo tanto, es importante evitar acercarse o manipular estos animales para prevenir riesgos, porque el contacto con restos de veneno puede provocar reacciones adversas.

Escolopendra: un depredador largo y venenoso

La escolopendra, con sus mandíbulas y forcípulas cargadas de veneno, se muestra como un depredador formidable capaz de enfrentar a insectos y pequeños vertebrados.

Aunque su picadura puede desencadenar importantes síntomas y, en casos severos, tener consecuencias graves, son poco comunes en humanos. Es recomendable tener precaución al explorar bosques para evitar posibles picaduras, ya que son rápidos y ágiles.

Se debe tener precaución al interactuar con estas criaturas y evitar su manipulación para evitar riesgos innecesarios. Con un conocimiento adecuado sobre la escolopendra y su comportamiento, es posible apreciar su papel en el ecosistema y disfrutar de su singularidad desde una distancia segura.


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