La víbora hocicuda sobrevive a los mitos

La víbora hocicuda habita en la Península Ibérica y en el norte de África. A pesar de su mala reputación, cuando es detectada opta por la huida y no suele abalanzarse al ataque.

La cabeza de una víbora hocicuda.

La víbora hocicuda (Vípera latastei) es una especie típica de regiones de clima mediterráneo. Así, este animal se encuentra en la Península Ibérica y en el norte de África. Esta serpiente debe su nombre a un apéndice en su cabeza, que le da un curioso aspecto de nariz respingona.

Esta especie es de mediano tamaño, y aunque tímida, si se siente amenazada se ensancha para aparentar mayor volumen. En caso de que el peligro persista, el animal no dudará en atacar. Si quieres saber más acerca de este letal pero fascinante reptil, continúa leyendo.

¿Cómo reconocer a la víbora hocicuda?

Lo primero reseñable de este animal es su cabeza de aspecto triangular y muy bien diferenciada del cuerpo. Tiene, además de su «nariz respingona» característica, unos ojos penetrantes de iris amarillo o dorado. Recordemos que las víboras, a diferencia de las culebras, tienen la pupila vertical elíptica.

En cuanto al cuerpo, es relativamente grueso y la cola es proporcionalmente corta. La longitud total máxima registrada es de 73 centímetros, pero la mayoría de los individuos varía entre los 50 y los 60 centímetros de longitud total.

Es importante destacar que la coloración es menos variable que en la mayoría de las restantes víboras europeas. Así, la tonalidad de fondo de este reptil va desde gris ceniciento oscuro hasta marrón. En la región dorsal de la cabeza presenta frecuentemente dos bandas oscuras oblicuas, que pueden unirse en la zona anterior, formando una V invertida.

Finalmente, sobre el dorso muestra un típico diseño o patrón de manchas en zigzag. Comparativamente con otras especies de serpientes, el dimorfismo sexual es reducido en la víbora hocicuda.

Una víbora hocicuda vista desde arriba.

¿Qué esperar de la mordedura de la víbora hocicuda?

La mordedura de este vipérido es relativamente grave. Aunque la toxicidad del veneno de víbora hocicuda es más reducida en comparación con otras víboras europeas, la cantidad de veneno inoculado durante la mordedura es sustancialmente más elevada.

En un estudio sobre la ocurrencia de mordeduras de víboras en humanos en España, se diagnosticaron un total de 125 casos de mordeduras entre los años 1965 y 1980. La mortalidad anual causada por este reptil es de tres a siete personas, tasa muy baja pero nada desdeñable.

¿Qué nichos prefiere habitar?

Esta es una especie típica de regiones de clima mediterráneo de tipo húmedo, subhúmedo o semiárido. Prefiere ocupar zonas rocosas secas cubiertas por matorrales, pero también bosques, taludes escarpados y los muros de piedra con alguna vegetación que separan los campos de cultivo y pastizales.

A lo largo del año, las víboras se encuentran más frecuentemente en hábitats de bosques abiertos con matorrales. Sin embargo, en verano se mueven hacia las márgenes de ríos e invernan en áreas de bosques menos abiertos.

Abundancia de la víbora

De una forma general, tanto en la Península Ibérica como en el Norte de África, la víbora hocicuda presenta una distribución discontinua, con núcleos poblacionales dispersos y aislados de densidades moderadas o bajas.

Entre los principales factores que amenazan a las poblaciones de la víbora hocicuda se cuentan los siguientes:

  • La alteración del hábitat, ya sea por incendios forestales, aprovechamiento de los suelos para la agricultura o el desarrollo urbano y construcción de carreteras.
  • Atropellamientos en las carreteras.
  • Persecución por aversión o por considerarla especie dañina.

La víbora hocicuda sobrelleva la persecución y la ignominia

Desde tiempos inmemoriales, las serpientes son perseguidas por el hombre, pues tienen una mala reputación al ser consideradas como animales peligrosos y repugnantes. Además, han sido objeto de todo tipo de falsas fábulas y leyendas.

Por otro lado, son objeto de comercio ilegal inducido por el coleccionismo y la superstición. En Portugal, la víbora hocicuda es capturada y comercializada por motivos supersticiosos. En este sentido, sus cabezas se venden como amuletos. Además, existen referencias de que esta práctica se remonta a la Edad Media.

Ingeniosas estrategias de defensa

La principal estrategia antidepredatoria de la víbora hocicuda es el mimetismo. A este fin le ayuda su patrón de coloración ceniciento con una banda dorsal en zigzag, que le proporciona un elevado grado de camuflaje. Este patrón es especialmente útil en las zonas de matorrales de brezos, tojos y genistas.

Por otro lado, su comportamiento típicamente sedentario y muy discreto también contribuye para que pase desapercibida. Cuando es detectada opta por la huida, pero si es capturada o acorralada, entonces emite silbidos amenazadores y muerde con vigor.

Una víbora hocicuda vista desde arriba.

Como hemos podido ver, no todo prejuicio está fundamentado. Las víboras, al igual que el resto de animales, buscan sobrevivir y solo atacan cuando no les queda otra opción. Debemos superar estos miedos no justificados, pues respetar a todos los seres vivos (por peligrosos que nos parezcan) es esencial para preservar la biodiversidad del planeta.

Bibliografía

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  • Molero, J.A. (2010). EL BASILISCO EN LA TRADICIÓN POPULAR. Gibralfaro.Mitos y Leyendas. No 69: p16. http://www.gibralfaro.uma.es/leyendas/pag_1684.htm
  • Brito, J. C. A. R. (2011). Víbora hocicuda – Vipera latastei. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Marco, A. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. https://digital.csic.es/bitstream/10261/109418/1/viplat_v6.pdf
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