La alimentación de las mascotas es una de las principales preocupaciones de sus tutores. En vista de esto, no es raro que surjan dudas sobre qué pueden o no pueden comer. En muchos casos, se cree que ofrecerles los mismos alimentos que consumimos no representa un riesgo, pero la realidad es distinta. Esto lleva a preguntas como: ¿los gatos pueden comer queso?, ¿es seguro darles lácteos?, ¿qué efectos podría tener en su salud?
Aunque los mininos son mamíferos, su sistema digestivo y sus necesidades nutricionales son muy diferentes a las de los humanos. Por esta razón, algunos alimentos que forman parte de nuestra dieta pueden ser perjudiciales para ellos, ya que les pueden causar vómitos y alergias. Para evitar estas complicaciones, te explicamos por qué el queso y otros productos lácteos no son recomendables para los gatos y qué alternativas puedes considerar. ¡Sigue leyendo para descubrirlo!
¿Los gatos pueden comer queso?
Según la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (ASPCA), no es recomendable ofrecer productos lácteos a los gatos, incluido el queso. Aunque algunos expertos sugieren eliminar por completo la leche y sus derivados de la dieta felina para prevenir problemas de salud, otros consideran que pueden ofrecerse ocasionalmente y en pequeñas cantidades.
Sin embargo, el consumo de queso en grandes porciones puede provocar trastornos digestivos como los siguientes:
- Diarrea
- Náuseas
- Vómitos
- Flatulencias
Además, más allá de la lactosa, el queso también es rico en sal, grasas y otros aditivos que pueden ser perjudiciales para su salud. Por ello, lo más recomendable es evitar su consumo y optar por alternativas más seguras y nutritivas. Consulta con tu veterinario para elegir la mejor opción para tu mascota.
¿A qué se debe esto?
Al igual que muchos otros mamíferos adultos, los gatos son intolerantes a la lactosa, ya que, después del primer año de vida, dejan de producir la enzima necesaria para descomponer este azúcar. Como consecuencia, la lactosa no se digiere correctamente, se acumula en el intestino y provoca problemas digestivos como diarrea, flatulencias e inflamación.
Algunos estudios sugieren que un gato adulto puede tolerar hasta seis gramos de lactosa al día sin síntomas, mientras que dosis mayores (10-16 gramos) pueden causar diarrea intermitente o continua. Además, una investigación publicada en Biosciences Biotechnology Research Asia en 2019 analizó 181 gatos que consumían lactosa con regularidad y encontró que todos presentaban afecciones digestivas y alérgicas en la piel, las cuales desaparecieron al eliminar los lácteos de su dieta.
Más allá del contenido de lactosa, el queso también puede ser perjudicial para los gatos por su alto nivel de sales y grasas, que afectan su salud. Además, algunas variedades contienen ingredientes tóxicos, como ajo o cebolla, lo que aumenta los riesgos de su consumo.
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Reacciones alérgicas de los gatos a los quesos
Además de la intolerancia a la lactosa, algunos gatos pueden desarrollar alergias a los productos lácteos, aunque es un fenómeno poco común, afectando aproximadamente al 0,05 % de la población felina.
Las reacciones alérgicas pueden manifestarse de distintas formas, incluyendo:
- Problemas en la piel, como enrojecimiento y picazón.
- Trastornos digestivos.
- En casos raros, reacciones anafilácticas que ponen en riesgo su vida.
Según el Manual Veterinario de Merck, los productos lácteos están entre los alérgenos alimentarios más frecuentes en gatos, por lo que es recomendable evitarlos si se sospecha sensibilidad.
Los gatos no deben comer queso
Como hemos visto, no es recomendable que tu gato coma queso, en especial, si se trata de un animalito alérgico o intolerante a la lactosa. Esto debido no solo a los azúcares presentes, también por el contenido de sal, grasas y otros aditivos tóxicos que son perjudiciales para tu minino.
Si tu mascota ingiere este alimento de manera accidental, no lo pierdas de vista. Vigila su comportamiento y si presenta algún síntoma de malestar o conducta inusual, consulta con un médico veterinario. Asimismo, asesórate sobre cualquier nuevo producto que quieras incluir en su dieta y sus necesidades nutricionales, acorde a cada etapa de su vida. Recuerda que la salud de tu pequeño amigo no se debe tomar a la ligera.
Bibliografía
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