Kinkajúes: comportamiento y hábitat

Los kinkajúes son conocidos como osos mieleros, pues trepan los árboles en busca de miel y frutas tropicales; descubre las características de este curioso mamífero de hábitos nocturnos
Kinkajúes: comportamiento y hábitat

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 09 febrero, 2022

Los kinkajúes son pequeños mamíferos trepadores de hábitos nocturnos. En su estado silvestre, pasan la mayor parte del tiempo en las copas de la selva.

Aunque en cierto modo se parecen a los monos, en realidad están más estrechamente relacionados con los mapaches, los cuatíes (coatimundi) y los pandas rojos.

El kinkajú puede recolectar la fruta y la miel al utilizar su larga lengua mientras trepa a los árboles. Así es como obtuvo su apodo, el oso mielero. Se conoce con varios nombres más: martucha, mico de noche, chango, tancho, micoleón. Y su nombre científico es Potos flavus.

Características generales

Este animal es un miembro inusual de la familia de los mapaches, la única especie del género Potos. El kinkajú se distingue por su cola larga y prensil, hocico corto y orejas bajas y redondeadas.

Usa su cola prensil como ‘quinta mano’ en la escalada. Sin embargo, no la usa para agarrar la comida. Una particularidad es que, mientras se mueve, su columna vertebral puede girar 180 grados de la cadera al cuello.

Aunque el kinkajú está relacionado con el mapache, su apariencia, comportamiento y ecología se parecen más a los de un primate. De hecho, el kinkajú fue originalmente descrito a la comunidad científica como un lémur.

Poseen un pelaje suave, gris o marrón dorado, ojos grandes en una cara pequeña y redonda. Sus ojos son muy reflectantes a la luz, con una brillante sombra de ojos de color naranja. Pueden voltear sus pies hacia atrás, lo que les facilita la tarea de trepar y subir árboles.

El tamaño de un kinkajú varía un poco entre las subespecies, pero en general la longitud de su cuerpo es inferior a 61 centímetros, excluida su cola de 40-57 centímetros. En general, el peso del adulto varía de 2 a 3,2 kilos.

Potos flavus

Un kinkajú vive, en promedio, de 20 a 25 años. Sin embargo, se han registrado casos de más de 40 años de vida.

Hábitat y hábitos de los kinkajúes

El kinkajú es un habitante ágil del dosel superior de los bosques tropicales. Es posible encontrarlo en toda América Central y América del Sur.

Actualmente, las poblaciones silvestres de esta especie están disminuyendo. Esto es debido a que solamente producen una única cría por año, a la destrucción del hábitat natural y al comercio ilegal de mascotas exóticas.

Este mamífero es de hábitos nocturnos y arbóreos. Su actividad máxima es generalmente entre las 19:00 pm y las 00:00, y nuevamente una hora antes del amanecer. Durante las horas del día, los kinkajúes duermen en huecos de árboles o a la sombra de las hojas para evitar la luz solar directa.

Es común que formen grupos estables en los que los miembros, particularmente machos, se acicalan entre sí. Luego de una noche de aventuras, el grupo se dirige cada mañana a los hoyos de árboles establecidos para dormir juntos.

Los kinkajus son muy vocales. Tienen un repertorio de vocalizaciones que incluyen resoplidos suaves, chirridos o silbidos, o un ruido de ‘ladrido’, como un perro que grita. También hacen un chillido agudo que puede ser muy fuerte (una llamada de alimentación) y otros descritos como ‘estornudos’.

Rara vez salen de las copas de los árboles. Se alimentan principalmente de frutas e insectos; también beben el néctar de las flores durante los períodos secos. Una camada consiste en una o dos crías, nacidas en primavera o verano.

Domesticación del kinkajúes

El kinkajú a menudo muestra poco miedo a los humanos. En general, los kinkajús tienden a vincularse con uno o dos humanos. Aunque es ofrecido para adoptarlo como mascota, su convivencia presenta varios escollos.

El animal no puede ser adiestrado para controlar sus necesidades. Son desordenados y gustan de tirar la comida y objetos. El kinkajú posee glándulas anales que producen un olor a almizcle cuando el animal está enfadado o asustado.

Aunque son considerados dóciles si se adquieren jóvenes, los kinkajúes pueden responder arañando o mordiendo. En cautiverio, pueden vivir 20 años o más.

Oso mielero

Ocasionalmente pueden ser agresivos. A los kinkajúes no les gustan los movimientos repentinos, el ruido y estar despiertos durante el día. Y se ha mostrado que puede transmitir una serie de enfermedades. Más allá del riesgo para la salud de los humanos, poseer un kinkajú también es dañino para el animal.

Replicar el entorno de su selva tropical puede ser bastante difícil. Criarlo en un entorno distinto al de la selva tropical puede aumentar el riesgo de enfermedades y arruinar su calidad de vida.

¿Qué come el Kinkajú?

Los kinkajous se alimentan principalmente de frutas y néctar o miel en la naturaleza. Sin embargo, si surge la oportunidad, a veces comen insectos, huevos y ranas junto con otras plantas y flores.

Por el tipo de alimentación que tienen son considerados como importantes agentes dispersores de semillas y hasta se consideran polinizadores de algunas especies de plantas.

En cautiverio, pueden ser alimentados con galletas de mono o chow, y una variedad de frutas. Entre estas frutas tropicales están las bananas, papayas, mangos, melones, kiwis, uvas, piña, granadas, chirimo e higos.

Se puede suministrar agua en un recipiente, pero estos son propensos a ser vertidos o ensuciados. Por esta razón, una botella de agua pesada con un tubo de succión generalmente funciona mejor.

En El Salvador, Guatemala y Honduras, los kinkajúes se llaman comúnmente micoleón, que significa ‘mono león’. En el Perú, los kinkajúes se conocen comúnmente como lirón o mono oso.

Micoleón

Conservación del Kinkajú

Sus depredadores naturales son aves rapaces (águilas y halcones), el jaguar, el puma y otros felinos de menor tamaño. Sin embargo, el ser humano sigue siendo por mucho su mayor depredador.

Algunos grupos étnicos de Centroamérica y Sudamérica los cazan para comerlo, pero la principal causa de cacería es su piel. Además, las crías son vendidas como mascotas a través del tráfico ilegal.

Esta especie se encuentra en el Apéndice III de CITES para Honduras. En México se considera una especie frágil, pero se sabe muy poco sobre el estado de sus poblaciones.


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