Puede que el delfín sea uno de los animales más inteligentes que habitan los océanos y también algunos ríos del planeta. Su desarrollada inteligencia social, así como sus estrategias de caza y defensa, hace que no todos los grandes depredadores quieran enfrentarse a ellos. No obstante, algunos animales son cazadores del delfín, aunque no sea su presa preferente.
Son muy pocos los animales que se atreven a enfrentar a un grupo de delfines y lo más habitual es que los que acaban siendo presas, sean animales muy jóvenes o enfermos. De este modo, los delfines tienen muy pocos enemigos naturales y, de hecho, algunas especies no tienen depredadores conocidos.
Depredadores del delfín en la naturaleza
Los delfines, como el resto de cetáceos, tienen una buena cantidad de grasa en su cuerpo, que los protege de la temperatura exterior. Esta característica los hace muy apetecibles y nutricionales para algunos depredadores en la naturaleza.
A pesar de ello, los delfines son animales agresivos y muy combativos a la hora de defender a los miembros de su grupo. Esto hace que la gran mayoría de depredadores se alejen al poco de toparse con una manada de estos mamíferos. Aun así, algunos se aventuran a la caza: aquí te mostramos los casos más curiosos.
Orcas
Las orcas (Orcinus orca) son cetáceos odontocetos de la familia Delphinidae, por lo que son delfines también en cierto modo. Estos animales son conocidos por ser inteligentes y estratégicos cazadores. Normalmente, se mueven en grupos familiares y su alimentación varía según la región del mundo donde vivan.
Muchas orcas se alimentan exclusivamente de peces o cefalópodos, pero otros grupos también atacan a los mamíferos marinos, ya sean ballenas, delfines, nutrias marinas, dugongos, focas o leones marinos.
Las interacciones entre las orcas con el resto de cetáceos son muy complejas y no siempre se basan en una relación depredador-presa. A veces, orcas y otras especies de delfines comparten área de alimentación, así como el mismo alimento.
En otras ocasiones, se han detectado grupos de orcas rodeadas de marsopas, donde ambas especies simplemente se ignoraban entre sí. Aunque también, se han observado orcas acosadoras molestando a otros mamíferos marinos, sin intención de comer.
A pesar de estas complicadas relaciones interespecíficas, las orcas son unos de los principales depredadores del delfín. No obstante, lo habitual es que grupos de entre 6 y 10 orcas ataquen a grupos también muy reducidos de delfines, sobre todo si hay individuos jóvenes.
Por otro lado, los estudios revelan que si el grupo de orcas tiene más de 25 integrantes, pueden atacar a grupos más numerosos de delfines. Sin embargo, esta no es una tendencia muy común en la naturaleza.
Tiburones, los grandes depredadores del delfín
En los mares y océanos, las grandes especies de tiburones, como el tiburón toro (Carcharhinus leucas), el tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) o el gran tiburón blanco (Carcharodon carcharias) son superdepredadores. La dieta de estos animales es muy variada y también puede incluir delfines, especialmente a la especie nariz de botella (Tursiops truncatus).
La relación entre delfines y tiburones no se puede ver como una interacción depredador-presa sin más. Ambos grupos de animales suelen tener áreas de distribución muy similares y también se alimentan de los mismos peces.
Los estudios sugieren que los tiburones atacan a los delfines desde atrás y por abajo, con la intención de echarlos de su territorio. Por esta razón, es normal que los delfines muchas veces muestren cicatrices en la zona caudal y vientre.
Los delfines saben cómo defenderse de los tiburones gracias al apoyo de la manada. Por este motivo, cuando se analiza el contenido estomacal de tiburones que comparten territorio con el delfín, poco más del 1 % de este contenido pertenece a carne de delfín.
Los seres humanos: los mayores depredadores del delfín
Como para la gran mayoría de especies de este planeta, el ser humano se ha convertido en la principal amenaza para la supervivencia de estos simpáticos mamíferos. De forma indirecta, la contaminación, la sobrepesca y la destrucción de los hábitats marinos suponen un peligro real para el crecimiento poblacional de los delfines.
Por otro lado, la pesca accidental de estos animales es la peor lacra para las especies. Los grupos de delfines siguen a los cardúmenes para comer y acaban atrapados en redes de enmalle o de arrastre. Al no poder salir a la superficie, mueren ahogados, o por perder partes de su cuerpo contra las redes en un último intento por escapar.
Si esto no es ya lo suficientemente trágico, aún queda lo peor: la caza intencionada de delfines. Estos cetáceos son cazados en la mayoría de los casos no por su carne —que es tóxica— sino porque compiten por el mismo alimento que los humanos.
El ser humano y la sobrepesca han mermado brutalmente las poblaciones de peces comestibles. No permitir a las especies comerciales que se regeneren y pescarlas hasta que ya no quedan ha supuesto, como era de esperar, un problema para la pesquería.
Al quedar pocos peces, los seres humanos matan delfines, aunque también ballenas, para evitar la competencia por un mismo recurso.
Por último, los delfines también se capturan para ser llevados a delfinarios, donde serán entrenados y pasarán el resto de sus vidas. En esta tarea, cientos de delfines mueren por la simple razón de entretener a las personas durante unos minutos.
Los delfines tienen largos ciclos vitales, están arriba de la cadena alimenticia y dan a luz pocas crías. Esta biología hace que sean especies que no necesiten depredadores para mantener un equilibrio, aunque en ocasiones acaben en las fauces de otros animales marinos. Por desgracia, el ser humano es su principal y única amenaza real.
Bibliografía
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