Yellowstone: ¿Cambió el lobo gris el curso de los ríos?

Si bien los lobos son depredadores cruciales en la red alimentaria, la idea rotunda de una cascada trófica impulsada solamente por lobos está lejos de la compleja realidad del ecosistema del parque.

Un lobo gris entre hojas rojas.

Durante miles de años los lobos han inspirado mitos y leyendas en todo el mundo que han hecho que la especie sea perseguida por distintas culturas. Hace un siglo, el Parque Nacional de Yellowstone —en Estados Unidos— había sufrido cambios radicales después de que el lobo gris (Canis lupus) y el puma (Puma concolor) fueran exterminados.

Aunque su reintroducción ha supuesto un beneficio general para la restauración ecosistémica del parque, la labor del lobo no puede considerarse una solución milagrosa. Veamos a continuación por qué.

La ausencia del lobo como emblema de cambios en la cascada trófica en Yellowstone

Es importante reseñar que las cascadas tróficas refieren a las poderosas interacciones indirectas entre animales que pueden controlar ecosistemas enteros y que ocurren cuando se suprime algún eslabón en una red alimentaria.

En el caso de Yellowstone, durante los 70 años que siguieron a la desaparición de los lobos, surgieron  muchos cambios:

  • Las manadas de alces (Cervus elaphus) se dispararon, por lo que ocuparon sin control vastas extensiones de tierra.
  • Esta especie también declinó el número de árboles como el sauce y el álamo temblón.
  • A su vez, la merma paulatina de árboles incidió en el declive de la población de pájaros cantores.
  • Al haber menor número de árboles, los castores perdieron su fuente de alimento y madera para construir sus presas.
  • La falta de esas presas causó la erosión de las corrientes, lo que las hizo más profundas y no tan anchas y degradó aún más las condiciones que necesita el sauce para crecer.
  • El número de coyotes aumentó, lo que presionó más a las poblaciones de pequeños mamíferos.
  • Las poblaciones de zorros, tejones y rapaces disminuyeron.

Una cascada trófica refiere a la concatenación de efectos que ejerce la alteración de organismos ubicados en la cima de la cadena trófica. Los efectos descienden y se magnifican en todo el recorrido de la cadena hasta afectar a los organismos de la base, hecho que puede cambiar el equilibrio del ecosistema entero.

Un lobo gris que mira a cámara.

El retorno del lobo gris: ¿parte de la solución?

En 1995, mediante el uso de la Ley de especies en peligro de extinción, el lobo gris fue reintroducido en el ecosistema de Yellowstone. Hoy, casi 25 años después de esto, se han visto algunos cambios que hacen pensar que el lobo ha ayudado a que partes del ecosistema se recuperen.

En primer lugar, en este tiempo se han reducido significativamente los rebaños de alces. Dado que los alces son herbívoros voraces, su disminución abre la oportunidad de que las poblaciones de sauces, castores, pájaros y el flujo de los ríos se recuperen. Sin embargo, la presencia de lobos no ha sido un remedio mágico para el ecosistema en su conjunto.

Según expertos ecólogos, haber devuelto al depredador fue acertado, pero las condiciones han cambiado tan sustancialmente que su regreso no es suficiente para restaurar el ecosistema. Existe consenso entre especialistas de que no hay una solución rápida para errores como el exterminio de los depredadores del ápice de la cascada trófica.

El resurgimiento poblacional del oso pardo, otro protagonista

No se trata solo de los lobos, incluso si ellos reciben la mayor atención. En las últimas décadas, la cantidad de otros carnívoros como el oso pardo y el león de montaña también han aumentado. Todos ellos en conjunto multiplican el impacto de los principales depredadores en el ecosistema.

Por tanto, los lobos son uno de varios grandes carnívoros de Yellowstone. Los osos, los leones de montaña y los coyotes son depredadores que comen terneros de alce. Por ello, los lobos juegan solo un pequeño papel en su reducción poblacional.

Indudablemente, el desafío es descubrir cuánto cambio ecológico desde la reintroducción del lobo es atribuible a los lobos y cuánto de esa variación se debe a otras fuerzas.

Entender el papel de los depredadores como el lobo en la restauración del ecosistema es un desafío

Aunque es evidente que los depredadores del ápice pueden poner en marcha una cascada trófica, también es cierto que muchos otros factores también pueden hacerlo. El debate entre expertos apunta a un número significativo de estos parámetros, por ejemplo incendios, patrones climáticos y varias combinaciones de estos factores.

Por tales razones, se necesitarían años de recolección de datos sobre cientos de variables. Primero, sería necesario poder identificar todos los factores potencialmente importantes y luego crear un modelo que represente razonablemente con precisión el funcionamiento del ecosistema.

En este sentido, diversos reportes científicos afirman que la verdad simple es que los ecosistemas son probablemente más complejos de lo que podemos comenzar a modelar o incluso imaginar.

Existe consenso en un punto: mantener los ecosistemas intactos puede ser más fácil que repararlos después de haber perdido algunas partes.

¿Por qué es tan acalorado el debate de los lobos en fuga de Yellowstone?

Ciertamente, la recuperación parcial de Yellowstone ha desencadenado un acalorado debate en la academia sobre el alcance de la reintroducción de especies. Así, es importante determinar cuantitativamente en qué medida la reintroducción del lobo ha ayudado a restaurar parcialmente el ecosistema devastado.

Es importante apuntar que este conocimiento tendría consecuencias para ecosistemas desde los Estados Unidos hasta la India y África. Por lo tanto, los naturalistas han depositado sus esperanzas en mantener estos ecosistemas frágiles lo más intactos posible. Así, actualmente se libra una batalla para evitar la eliminación de leones, tigres, tiburones y otros depredadores principales.

Un lobo sobre fondo blanco.

En la complejidad está la clave

Los ecosistemas son vistos como un grupo de sistemas complejos, que a su vez están compuestos por muchos subsistemas interrelacionados, cada uno con millones de partes que juegan un papel esencial en su equilibrio.

Por ahora, una razón clave por la cual hay tanto desacuerdo científico es que no hemos sido capaces de tomar todas las medidas necesarias durante un tiempo suficientemente largo y en un número suficientemente grande de organismos como para llegar a una respuesta más definitiva.

Bibliografía

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