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¿Las tortugas sienten a través de su caparazón?
Por sorprendente que pueda parecer, las tortugas pueden sentir estímulos a través de su caparazón y disfrutar de las sensaciones táctiles.

En muchos hogares podemos encontrar tortugas como mascotas. Las especies de orejas rojas, amarillas o la tortuga de Cumberland son algunas de las más populares. Las tortugas pertenecen al grupo de los reptiles, pero son muy diferentes al resto de su grupo por su caparazón, único en el mundo de los vertebrados.
El caparazón forma parte del esqueleto de las tortugas, pero aunque pueda parecer un material duro que aísla al animal del exterior, tiene terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos a través de los que el animal puede sentir.
¿Cómo es el esqueleto de las tortugas?
Los quelonios o tortugas han cambiado poco desde su origen en el Triásico, ya que la presencia del caparazón ha limitado su evolución morfológica. Este puede presentar distinta curvatura según la especie, por lo que también varía la forma de estirar el cuello.
El caparazón está formado por placas óseas soldadas, que suelen estar recubiertas por placas epidérmicas que no coinciden en número ni posición con ellas. Las costillas están unidas al caparazón por la parte inferior o plastron y las vértebras se unen a las placas del dorso.
Con este tipo de anatomía no puede decirse que el caparazón sea “una casa que lleven encima”, pues las tortugas se pueden esconder en su caparazón, pero no podrían vivir sin él ya que forma parte de su esqueleto.
¿Las tortugas sienten a través de su caparazón?
El caparazón está formado por hueso y epidermis. Su textura rígida se debe a la queratina, que forma el pelo, uñas y cuernos en muchos otros animales.
A través de él se conectan en capas huesos, músculos, vasos sanguíneos y nervios. La médula espinal, que recorre toda la espalda protegida por las vértebras del caparazón, es la encargada de transmitir la información nerviosa desde el cerebro y hacia él.
De la médula espinal surgen las fibras nerviosas sensitivas y motoras, las cuales forman los plexos nerviosos que se reparten por el cuerpo y las extremidades. Por tanto, a pesar de las duras capas queratinizadas, la zona del caparazón es sensible a estímulos externos como el dolor.
Cómo manipular a una tortuga
Primero, debemos entender que las tortugas no se comportan igual que un perro o un gato, pues son animales menos expresivos. Aún así, son los más sociables dentro del grupo de los reptiles.
Para coger a una tortuga debemos hacerlo de manera firme por delante de las extremidades posteriores o alrededor del caparazón entre estas extremidades. Tenemos que tener especial cuidado en no dejarla caer al suelo para no dañar o fracturar su caparazón.
Los ejemplares más pequeños pueden cogerse con una mano, entre los dedos, mientras que para los más grandes será necesario sujetarlos con ambas manos por los dos lados del caparazón.
Las tortugas, en general, no son animales agresivos (aunque algunas tortugas mordedoras sí pueden serlo). Cuando sienten miedo retraen su cabeza, patas y colas hasta que pasa el peligro. Conforme nos ganemos su confianza, serán capaces de estar cerca de nosotros sin esconderse y dejarse manipular más fácilmente.
¿A las tortugas les gusta que las acariciemos?
Muchos propietarios de tortugas afirman que sí, a las tortugas les gusta interaccionar con ellos y que les rasquen y acaricien partes de su cuerpo. Los caparazones no son tan sensibles como el resto de su piel, pero sí pueden sentir estímulos.
Según el biólogo especialista en tortugas Matt Evans, del Smithsonian National Zoo Reptile Discovery Center, las tortugas disfrutan de las sensaciones táctiles. Cuando acariciamos sus caparazones y rascamos sus cabezas, extienden el cuello como señal de que les gusta.
Es algo que hacen diariamente con las tortugas del centro para acostumbrarlas a la interacción humana y que se dejen manipular más fácilmente por sus cuidadores y veterinarios.
Las tortugas son animales muy longevos, y si le ofrecemos todos los cuidados que necesitan, permanecerán mucho tiempo con nosotros. Son unos reptiles curiosos y les llama la atención cualquier cambio que ocurra en su entorno.
También pueden aprender a reconocer a su dueño, se acercan cuando perciben que van a comer y algunas son tan extrovertidas que pueden buscar la atención de su propietario.
Las apariencias engañan
Por extraño que pueda parecer, muchos reptiles sienten cierto vínculo con su tutor, aunque sea basado en una mera relación mutualista de intercambio de comida. Es por esto que no hay que descuidar la interacción con las mascotas, independientemente de su especie y género.
Graduada en Biología por la Universidad de Sevilla (2015). Especializada en comportamiento animal con un Máster en Etología Aplicada y Comportamiento Animal (Universidad Pablo de Olavide, 2016). Durante su especialización tuvo la oportunidad de trabajar con animales exóticos y estudiar de cerca comportamiento de una especie en peligro de extinción con el fin de contribuir a su cría y reintroducción en su proyecto fin de máster: Importancia del olor en el comportamiento reproductor y social en el visón europeo. Silvia ha tratado de primera mano con animales, desde tareas de laboratorio a quirófano gracias también a la experiencia en clínica veterinaria adquirida en el Curso Superior en Asistencia a la Atención en Centros Veterinarios, impartido por la escuela veterinaria de MasterD (2017). Actualmente es creadora de contenido para el centro veterinario donde completó su formación, además también colabora en otros blogs de fotografía y medio ambiente.