La zarigüeya es uno de los marsupiales más conocidos en el mundo entero. Solo en el continente americano existen más de 85 especies diferentes de este mamífero. Su parecido físico con las ratas genera aversión en algunas personas. No obstante, cumplen un rol ecológico muy importante en el ecosistema. Sin embargo, algunas especies pueden representar peligro para el ser humano, por su papel como reservorios de patógenos peligrosos, esto en especial si se produce un contacto directo.
Debido a su gran distribución, la zarigüeya ha adquirido varios nombres comunes, como: calatrupa, tlacuache, runcho, chucha o fara. Aunque su mala fama la persigue, existen varios datos interesantes y poco conocidos sobre su biología. Sigue leyendo y descubre un poco más sobre esta especie.
¿Quiénes son las zarigüeyas?
A pesar de que suene extraño, se le denomina «zarigüeya» a todos los integrantes del orden Didelphimorphia. Según un estudio publicado en la Revista de investigaciones veterinarias del Perú, este grupo taxonómico cuenta con alrededor de 92 especies. No obstante, se siguen descubriendo nuevas familias y subespecies, por lo que este número puede aumentar en el futuro.
La mayoría de las zarigüeyas comparten su aspecto físico general, pero presentan diferencias en su pelaje, tamaño y extremidades. De hecho, no todas presentan su famoso marsupio ni exhiben los mismos comportamientos ecológicos. Estas contradicciones son las que han desatado ciertas controversias e inestabilidad en su clasificación taxonómica actual.
Hasta el momento, según el portal del Integrated Taxonomic Information System (ITIS), el orden Didelphimorphia contiene 17 géneros reconocidos:
- Caluromys
- Caluromysiops
- Chironectes
- Didelphis
- Glironia
- Gracilinanus
- Hyladelphys
- Lestodelphys
- Lutreolina
- Marmosa
- Marmosops
- Metachirus
- Micoureus
- Monodelphis
- Philander
- Thylamys
- Tlacuatzin
Origen evolutivo de las zarigüeyas
Las zarigüeyas son uno de los pocos marsupiales sudamericanos que existen en la actualidad. De hecho, aparte de Australia, América es la única región del planeta en la que se han encontrado animales que pertenecen a la infraclase Marsupialia.
Esto puede parecer contradictorio, pues Australia es una masa terrestre distante que se mantiene alejada de los continentes. Por lo tanto, es extraño que existan otros marsupiales que no sean endémicos de este país.
Aunque la evidencia aún no es concluyente, según un estudio publicado en la revista Gene, los didélfidos se originaron mientras aún existía el supercontinente Gondwana. Esto significa que, en algún momento de la historia, tanto los ancestros de los marsupiales australianos, como los de los didélfidos (americanos), convivieron en la misma zona.
Sin embargo, cuando América del Sur se separó de Gondwana, el grupo ancestral de los didélfidos terminó por aislarse y se diversificó formando las especies que existen en la actualidad. Asimismo, los ancestros de los marsupiales australianos se recluyeron en Australia, cuando se separó este supercontinente.
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Características de la zarigüeya
Las características físicas de las zarigüeyas son homogéneas, aunque sus capacidades o habilidades varían un poco en cada especie. Tienen ojos pequeños y brillantes, que encuadran muy bien en la cabeza, además de un hocico alargado y triangular. El tono del pelaje puede variar entre gris, marrón, negro y blanco, con pequeñas marcas o patrones distintivos en algunos géneros.
Al igual que los marsupiales australianos, la mayoría de zarigüeyas poseen un marsupio, el cual se observa como un pliegue de piel con forma de bolsa en su vientre. Dentro de esta estructura se encuentran las glándulas mamarias. Así que, este refugio corporeo funciona como una incubadora en donde las crías se alimentan y se desarrollan con seguridad. Sin embargo, es importante mencionar que no todos los miembros de esta especie cuentan con marsupio.
La cola de estos marsupiales está desprovista de pelaje y puede ser prensil (en algunas especies). Esto les ayuda a colgarse o fijarse de las ramas de los árboles, de manera que son muy ágiles para escalar y desplazarse por diferentes medios.
Las zarigüeyas poseen dedos grandes oponibles, al igual que los primates, sin pertenecer a esa estirpe. Esto las convierte en grandes trepadoras. Por otro lado, su tamaño es variable y se encuentran especímenes, desde 6 u 8 centímetros, hasta más de 40 centímetros de longitud –sin medir la cola–. Las más grandes pueden llegar a pesar alrededor de cinco kilos.
Debido a que son bastante pequeñas y sus rasgos no siempre les permiten alejar a sus depredadores, las zarigüeyas tienen una longevidad bastante reducida. Según el portal Animal Diversity Web, la mayoría de las especies viven entre 1 y 3 años en vida salvaje. Sin embargo, en cautiverio, su esperanza de vida puede superar los 8 años.
Comportamiento de la zarigüeya
El comportamiento de estos marsupiales resulta imprevisible y, aunque se ha demostrado que son inofensivos, pueden evidenciarse alteraciones nerviosas e hiperactivas. En algunos casos extraños, si las condiciones no son óptimas o se encuentran bajo mucho estrés, puede tornarse agresivas.
Debido a que su comportamiento suele ser evasivo, solitario y tranquilo, las zarigüeyas tienen hábitos nocturnos que las ayudan a evitar a la mayoría de sus depredadores. Durante el día, se mantienen poco activas y escondidas en sus madrigueras o refugios naturales. Sin embargo, esta no es su única estrategia de defensa.
Cuando se encuentran bajo amenaza, las zarigüeyas tienden a abrir su boca para mostrar sus dientes y parecer feroces ante sus enemigos. En caso de que esto no funcione, optan por lanzar algunas mordidas y mantener su distancia.
La zarigüeya es reconocida por su instinto de autoconservación. Si cualquier otra estrategia de defensa falla, el animal desacelera su ritmo cardíaco, cae al suelo en total rigidez corporal y con un rictus bucal que asemeja su muerte. Dicho estado se conoce como tanatosis o «muerte falsa» y le sirve para engañar a sus enemigos. En cuanto se recupera, se levanta y continúa la marcha con normalidad.
¿Por qué las zarigüeyas fingen su muerte?
Aunque es cierto, que la tanatosis es una estrategia de defensa esencial para las zarigüeyas, la realidad es que no la controlan por completo. Este fenómeno es un acto involuntario detonado por el estrés de enfrentarse a un depredador. Tal como lo menciona un artículo publicado en Behavioral ecology and sociobiology, es su último recurso y suele aparecer cuando no existen posibilidades de huir.
De hecho, algunos ejemplares también defecan o liberan una sustancia fétida de color verdosa que se asemeja al olor de la descomposición. En conjunto, con el estado inmóvil, esta estrategia biológica permite que las zarigüeyas ahuyenten a sus depredadores y salgan ilesas del encuentro.
Es importante mencionar que, contrario al conocimiento común, no todas las especies de zarigüeyas pueden «fingir su muerte». Un estudio publicado en la revista Tropical Agriculture (St Augistine), menciona que los casos más frecuentes ocurren en ejemplares jóvenes, por lo que incluso podría ser un mecanismo con ciertas restricciones en cuanto a la edad.
Alimentación de las zarigüeyas
La zarigüeya es clasificada como un animal omnívoro oportunista. Esto significa que no desperdicia el alimento que encuentra a su paso y puede comer casi cualquier cosa. Su alimentación incluye hojas, flores, frutas, insectos e incluso algunos mamíferos pequeños, reptiles y aves.
De forma adicional, al haber sido desplazadas de su hábitat natural hasta los linderos de pueblos y ciudades, las zarigüeyas son capaces de ingerir también desechos de comida y restos de otros animales. Poseen dientes muy filosos y una mandíbula de fuerza extraordinaria, que les permite engullir a sus presas.
Reproducción de la zarigüeya
Estos mamíferos alcanzan la madurez sexual a los 10 meses de vida. Durante la época de apareamiento, la hembra expele un aroma, desagradable para los humanos, que indica al macho el mejor momento para la reproducción. El aparato reproductor de las hembras se bifurca en dos vaginas y dos úteros. El macho, por su parte, está provisto de un pene de dos puntas que se acopla a estas características.
El periodo de gestación es bastante corto, pues solo dos semanas bastan para engendrar una camada de hasta 16 crías. Al nacer, las zarigüeyas bebés buscan los pezones de la madre dentro del marsupio y permanecen allí, guarecidas por 50 días de forma aproximada. Al abandonar la bolsa materna, se cuelgan a la espalda de la madre hasta que puedan desenvolverse solas.
Tal como lo menciona el libro Zarigüeyas (Chuchas Comunes) Marmosas y Colicortos en Colombia, las características reproductivas de estos animales aumentan la cantidad de progenie que producen. Sin embargo, no se puede asegurar la supervivencia de todas las crías, ya que la madre suele presentar alrededor de 13 o 14 pezones. Esto significa que algunos pequeños morirán de hambre en los primeros días de vida.
La zarigüeya: ¿amigas o enemigas?
Al igual que otros animales salvajes, la zarigüeya es un reservorio de numerosos patógenos que pueden ser peligrosos para las personas o los animales domésticos. Tal como lo menciona un artículo de la revista Arthropods and Medical Entomology, en América es responsable del contagio de varios protozoarios, helmintos y artrópodos. Por supuesto, la mayoría requiere el contacto directo con el animal.
A pesar de lo anterior, las zarigüeyas ofrecen varios servicios ecosistémicos que le sirven a los humanos en su vida diaria. Según un artículo publicado en la revista científica Therya ixmana, estos marsupiales se alimentan de varios insectos que pueden ser nocivos para la salud. Por ejemplo, la chinche besucona y el mosquito que transmite la enfermedad de Chagas.
Gracias a que su alimentación es omnívora, también sirven como polinizadores y dispersores de semillas en el ecosistema. Asimismo, al consumir carroña, funcionan como recicladores de materia orgánica y eliminan focos de infección peligrosos para las personas.
Por otra parte, su sistema inmune es muy resistente a los venenos de ciertos alacranes y serpientes. Esta capacidad se utiliza en la actualidad para la formulación de nuevos antivenenos, cuya fabricación hace que sea menos costosa y más eficiente que las actuales técnicas.
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La zarigüeya y los riesgos que enfrenta
Uno de los principales factores de riesgo es la docilidad en su trato con los humanos. Tanto es así, que algunas personas osadas las adquieren como mascotas exóticas y presumen de ellas.
No obstante, los cuidados y atenciones de este tipo de animal suelen sobrepasar las «buenas intenciones» de quienes las compran o capturan. En muchos casos terminan liberándolas en un hábitat que no reconocen, lo que les asegura una muerte segura frente a otros animales domésticos o fauna feral (perros y gatos).
Tal como lo menciona un estudio de la Revista Colombiana de Ciencia Animal Recia, una de las principales causas de muerte de las zarigüeyas son los accidentes con automóviles (atropellamiento). Cientos de zarigüeyas hembras mueren llevando en su bolsa o marsupio a sus crías, lo que las deja huérfanas y con escasas probabilidades de sobrevivencia.
¿Qué hacer si te encuentras una zarigüeya bebé?
Como mencionamos, es común encontrar crías huérfanas de zarigüeyas. Ante esto, resulta sensato comunicarse de inmediato con los servicios de fauna silvestre local, para que sean ellos quienes se encarguen de las crías. Allí cuentan con personal especializado para este tipo de eventualidades, lo cuales sabrán responder ante la situación con la celeridad y responsabilidad que amerita.
Ten en cuenta que la zarigüeya es un animal silvestre, que no está acostumbrado a la interacción humana, por lo que su crianza es difícil y no suele acoplarse bien a la vida de una mascota. Además, las demandas de los bebés son extenuantes y no cualquier tutor podría cumplir con ellas. Así que para asegurar su vida y evitar tragedias, pide ayuda a los expertos y déjalos en sus manos.
¿Qué hacer si la ayuda no llega de inmediato?
En caso de que los especialistas tarden en llegar o que no puedas acudir de inmediato con el veterinario, existen algunas recomendaciones para mantener a este animal de manera temporal. Según un artículo publicado en la Revista electrónica de Veterinaria, en caso de que te topes con una camada o un solo individuo de esta especie, debes hacer lo siguiente:
- Mantén caliente al animal (mínimo 36° C): puedes usar tu cuerpo y tu ropa para aumentar su temperatura. Colócalo cerca de tu pecho o estómago con suavidad y cúbrelo con tu ropa o algún trozo de tela. Cuando sientas que ha recuperado su temperatura, déjalo envuelto en la tela y trasládalo a una pequeña caja de cartón o plástico.
- Verifica el nivel de hidratación: la deshidratación es una de las mayores amenazas que enfrentan estos pequeños seres. Si observas que tiene los ojos hundidos, presenta debilidad muscular o si le aumenta la temperatura demasiado rápido, es probable que necesite rehidratarse.
- Ofrécele suero (si es necesario): para rehidratarlo puedes ocupar el suero comercial (para humanos) sin saborizantes. Se le deben dar alrededor de 2 mililitros de suero por cada 50 gramos de peso, cada 2 horas, hasta que las señales de deshidratación desaparezcan.
Si no tienes suero en casa, puedes preparar el tuyo propio con dos cucharadas de azúcar y una pizca de sal diluidas en un litro de agua. Adminístralo con una jeringa, la cual debes lavar antes de cada uso y disponer de una, para cada cría.
Estos son los primeros auxilios a brindar en estos casos. Aunque existen otros tipos de cuidados para los bebés, solo los especialistas pueden suministrarlos de manera eficaz. Si no cuentas con ayuda local, acude a un veterinario para que te indique otras acciones para asegurar el bienestar de la camada. Recuerda que la fauna silvestre no es simple de manejar, por lo que no trates de cuidarlos por tu cuenta.
La zarigüeya: un marsupial único en su especie
Como te puedes dar cuenta, la zarigüeya es un animal sin igual, que posee características poco frecuentes en la naturaleza. Aparte de su gran resistencia contra los venenos, es capaz de fingir su muerte y producir un olor fétido similar al de la descomposición. Esto solo demuestra las grandes habilidades de supervivencia que tiene.
Por supuesto, es un animal salvaje que no se recomienda tener como mascota. A pesar de que su apariencia es curiosa y sus habilidades son interesantes, no está adaptada para convivir con humanos. Recuerda que las zarigüeyas tienen un gran impacto en el ecosistema, así que se obtiene más beneficios al dejarlas vivir en libertad. Al final, es parte esencial de la naturaleza, por lo que es mejor procurar su bienestar y su supervivencia.
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