La salamandra común es un anfibio de aspecto llamativo con una coloración que indica su toxicidad. Debido a que su piel es tan sensible, está muy asociada a los cuerpos de agua cristalinos con temperaturas templadas en los que la humedad es abundante. Es más, sus larvas se parecen bastante al ajolote, otro organismo famoso por su apariencia física.
El nombre científico de esta especie es Salamandra salamandra, un anfibio que, debido a su amplia distribución, presenta una gran diversidad de subespecies. El siguiente espacio abarcará las características generales de todas ellas, así que no dejes de leer.
Hábitat y distribución
La distribución de la salamandra abarca gran parte de la región paleártica occidental, incluyendo la península ibérica, el centro de Europa y Grecia. Parece seguir los sistemas montañosos que cruzan la península, pero algunas subespecies han logrado conquistar las islas de Ons y San Martiño (donde se teme por su situación crítica).
Este urodelo es un organismo terrestre que depende mucho de ambientes húmedos y sombríos. Por esta razón, sus hábitats necesitan vegetación abundante y climas templados, puesto que de esta manera se mantienen en su ecosistema la humedad y las temperaturas idóneas. Aunado a ello, requiere cuerpos de agua (como ríos, arroyos o charcos) para su reproducción.
¿Cómo es la salamandra común?
Este anfibio alcanza tallas de 15 a 25 centímetros de longitud, aunque algunos individuos han llegado a los 30 centímetros. La cabeza de este organismo es grande y robusta, con ojos color negro e iris tono marrón. Además, su cuerpo tiene una forma cilíndrica y alargada, con extremidades reducidas y una cola que es más ancha en su base que en la punta.
La característica más remarcable de esta especie es su piel, pues es lisa, brillante y tiene diversos patrones de color con líneas y manchas. Su cuerpo exhibe tonos negros en el dorso, con diversas formas de pigmentación que varían en cada subespecie, y un vientre con surcos transversales.
Comportamiento
La salamandra común es un anfibio tímido que pasa gran parte de su tiempo escondiéndose para protegerse. Es más, se considera un animal sedentario y territorial que no suele emigrar o dejar su hogar con facilidad. Por esta misma razón, sus periodos de mayor actividad ocurren durante la noche, a excepción de las épocas en las que la temperatura desciende demasiado.
Aunque puede parecer amistoso, la realidad es que este organismo tiende a ser solitario e incluso agresivo si muchos individuos se encuentran cerca de él. Como medida antidepredatoria, es capaz de secretar un veneno que tiene efectos neurotóxicos sobre sus víctimas. La toxina producida se llama salamandrina y se encuentra dentro de las glándulas parotoides de este animal.
Esta toxina no es motivo de alarma, pues si bien puede ser nociva para algunos animales pequeños, para los hombres no es letal. Sin embargo, la mejor recomendación es que no manipules nunca a una salamandra, ya que podrías experimentar una reacción alérgica e irritación bastante desagradables.
Subespecies de la salamandra común
Gracias a la variedad de hábitats en los que se encuentra la salamandra común, se ha demostrado que sus características físicas y de pigmentación cambian entre territorios. A continuación, se enlistan algunas de las variantes reconocidas de esta especie, así como sus rasgos más importantes:
- Salamandra salamandra almanzoris: suele habitar en ecosistemas con alturas mayores a los 1800 metros, encontrándose en las Sierras de Gredos, Guadarrama y San Vicente. La coloración de este organismo se caracteriza por la presencia de manchas amarillas irregulares por todo el dorso y algunos tonos rojizos en la cabeza. Son anfibios ovovivíparos.
- Salamandra salamandra bajarae: está distribuida por los Montes de Toledo, las zonas montañosas de Cáceres, Badajoz y Castilla y León. Su aspecto es un poco más ancho y cuenta con un patrón de manchas amarillas irregulares. Es una subespecie ovovivípara.
- Salamandra salamandra bermardezi: el patrón de color de este ejemplar presenta líneas en su dorso con colores amarillos, negros o marrones. Se puede encontrar en las provincias de la Coruña, Lugo y Asturias. Son salamandras vivíparas.
- Salamandra salamandra crespoi: esta subespecie solo se localiza en la Sierra de Monchique y al sudoeste de Alentejo, entre los 200 y 600 metros de altitud. Son salamandras de gran tamaño, alcanzando los 25 centímetros de longitud, pero su cabeza es visiblemente más pequeña. Los patrones de color están conformados por manchas y líneas transversales.
- Salamandra salamandra fastuosa: está distribuida por los Pirineos occidentales y centrales, Cantabria y País Vasco. Su dorso es rayado con líneas de grueso variable (en algunos casos discontinuas). Los tamaños son pequeños y presentan colas y dedos largos. Estas salamandras son capaces de reproducirse por viviparidad y ovoviviparidad.
- Salamandra salamandra gallaica: encontrada en Galicia y Portugal, se trata de una subespecie de gran tamaño (12-25 centímetros) y hocico puntiagudo. La coloración de estos individuos es muy diversa, ya que su pigmentación puede tener rojos, negros, amarillos y grises acomodados en líneas o manchas. Son anfibios ovovivíparos.
- Salamandra salamandra longirostris: está localizada en las sierras de Ronda y Grazalema y al oeste de Sierra Nevada. Su tamaño alcanza los 23 centímetros de longitud y se muestra con patrones de manchas amarillas cuadradas a lo largo de su cuerpo. Son anfibios ovovivíparos.
- Salamandra salamandra morenica: puede encontrarse desde Sierra Morena hasta Sierra Segura, Alcaraz y Cazorla. Las tallas de estos individuos son de 21 centímetros de largo, tienen una cabeza redondeada y cuentan con manchas amorfas en el dorso. Además, suelen exhibir coloraciones rojas-amarilla en sus glándulas parotoides.
- Salamandra salamandra terrestris: distribuida por la península ibérica, esta subespecie alcanza Cataluña y la Sierra del Montsant-Prades. Los patrones de color son muy diversos y muestra manchas amarillas en forma de dos líneas laterales alrededor de la columna vertebral. Es un anfibio ovovivíparo.
¿Qué come la salamandra común?
Los ejemplares adultos de este anfibio se alimentan de varios invertebrados, y en algunos casos, de las larvas de otros urodelos. Aunado a esto, su proceso de digestión es muy lento y tarda de 6 a 7 días, el mismo tiempo que pasa la especie sin comer (puesto que no necesita más). La dieta de las larvas es similar, aunque suelen ser menos selectivas y se adaptan a lo que esté disponible.
Las salamandras son cazadoras activas capaces de seguir a sus presas por medio de la vista y el olfato. De hecho, tratan de ser lo más silenciosas posibles para poder acechar a sus víctimas, asegurando la comida del día. Al igual que sus parientes (las ranas y los sapos), son capaces de proyectar su lengua para capturar el alimento.
Reproducción
Las estrategias reproductivas principales son dos: viviparidad y ovoviviparidad. El ciclo de apareamiento de este anfibio es anual (y en pocas ocasiones bianual) durante la época de otoño o primavera. Para ello, las hembras liberan hormonas en el suelo como si fueran pistas y los machos siguen sus recorridos.
En cierto modo, no existe como tal un cortejo por parte del macho, pues lo único que hace es exhibir sus colores y mostrarse erguido para convencer a su pareja. A pesar de esto, en algunos casos las pistas son seguidas por varios machos distintos que pueden encontrarse antes de llegar a la hembra.
Cuando se encuentran, los machos comienzan una especie de lucha de sumo para decidir quién se aparea con la hembra.
Durante estas batallas, ganará aquel individuo que logre voltear al otro, dejando libre el camino para la conquista. Una vez el macho localiza a la hembra, ambos componentes de la pareja realizan un pequeño ritual que consiste en olfatearse y reconocerse para que el macho termine poniendo un espermatóforo en el suelo.
Dicha estructura es una capsula con esperma, la cual es recogida por la hembra y almacenada en su cloaca. Aunque el semen se libere al medio, la fecundación es interna.
Gestación de la salamandra común
La hembra no queda embarazada cuando almacena el paquete de esperma, ya que lo único que hace es resguardarlo en su interior hasta que comience a ovular. Dicha ovulación ocurre en la primavera siguiente, ocasionando que el espermatóforo se retenga por un periodo de casi año y medio. Aunque la gestación dura apenas unos meses, todo el proceso puede alargarse mucho.
Esta especie es polígama, pues las hembras llegan a almacenar hasta 4 espermatóforos diferentes. Además, son capaces de elegir cual de todos ellos fecundará sus óvulos, seleccionando de manera activa al padre de sus crías. Esta fecundación ocurrirá en primavera, mientras que la gestación puede abarcar todo el verano (e incluso parte del año siguiente).
Parto y desarrollo de la cría
Dependiendo de la subespecie, los partos ocurren durante septiembre y octubre del mismo año o se aplazan hasta la próxima primavera. Las nuevas madres buscan un cuerpo de agua, que suele ser un rio o un estanque cristalino, para dar a luz dentro de él. Al nacer, las larvas de la salamandra exhiben extremidades y branquias bien desarrolladas.
Las crías de esta especie se asemejan mucho a un ajolote adulto, solo que de menor tamaño. A diferencia de este otro anfibio, las larvas pasarán por un proceso de metamorfosis que las hará tomar la apariencia típica de la salamandra común. Para eso, tendrán que pasar entre 1 y 5 meses (o máximo un año) hasta que alcancen el tamaño adecuado.
Estatus de conservación
La Unión Internacional para la conservación de la naturaleza clasifica a la salamandra como una especie de menor preocupación. Sin embargo, esto se debe principalmente a su gran distribución y a que no ha sido dividida en cada una de sus subespecies. Es decir, se toma en cuenta la población de todas las salamandras que pertenecen a la especie sin importar que sean diferentes entre sí.
No hace falta mencionar que esto supone un gran problema, ya que cada salamandra debe ser tratada como un individuo diferente. Aunque todas las subespecies se engloben en el mismo grupo, su estatus de conservación puede variar mucho.
Por si fuera poco, la invasión de especies exóticas también han disminuido sus poblaciones. Aunado a ello, la situación de estrés hídrico y la infección por hongos (como los quitridios) han ocasionado que todos los anfibios se encuentren en declive global. Como te podrás dar cuenta, el peligro es inminente: si no se hace nada, la especie puede desaparecer en poco tiempo.
Bibliografía
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