¿Sabías que los gatos se lavan en un orden específico?

El hecho de que el lamido sea frecuente no quiere decir que se deba sustituir la higiene profunda del animal de manera periódica.

Gatos acicalándose.

Los gatos son animales que llaman la atención por varios motivos. Por ejemplo, cuando se lavan a sí mismos, resulta muy curioso ver que siguen una serie de pasos en concreto. De tal forma que lo que parecía ser un simple gesto de aseo diario, resulta ser un auténtico ritual.

El objeto de esta práctica es múltiple, pues además de contribuir a la eliminación de enredos y suciedad, ayuda a extender el sebo natural de la piel, manteniendo así la salud del pelaje.

Entonces, por muy limpio que pueda estar un gato tras su baño, este llevará a cabo su rutina de lamerse, e incluso se lamerá varias veces al día. Conoce más sobre este particular comportamiento felino en el siguiente espacio.

¿Por qué se lavan los gatos?

Hay quienes se preocupan un poco por este gesto, puesto que consideran que el gato podría estar nervioso. Sin embargo, resulta interesante saber que, en lo referente al estado emocional, cuando los gatos se lavan periódicamente, esto es un indicador de que se preocupan por su apariencia y que quieren que los demás los vean en buen estado.

Aparte de su apariencia, los gatos se lavan para protegerse a sí mismo de algunos parásitos. Los felinos domésticos poseen una lengua con pequeñas cerdas picudas que sirven para peinar su pelo mientras se lamen, pero también para remover cualquier parásito o insecto que los invada.

Por si fuera poco, la conducta también podría llegar a considerarse un medio de interacción con otros ejemplares. Esto les permite demostrar ciertas emociones entre sí, lo cual les permite “hablar” sin necesidad de vocalizaciones. Tanto así que cuando dos o más gatos conviven juntos, se acicalan recíprocamente por afecto.

Los gatos se lavan siguiendo un orden

Al igual que cada persona tiene su propia rutina de aseo diario, cada gato tiene su propio ritual, establecido en función de su propia comodidad o simplemente lo que más le conviene. Sin embargo, la mayoría de ellos comparten un mismo modo de proceder, que raramente resulta alterado.

En primer lugar, humedecen una de sus patas delanteras para frotarse con ella la cabeza, incluyendo ojos, orejas, mejillas y barbilla. A continuación, harán lo mismo con la otra pata para limpiarse el lado opuesto, que no alcanzaban con la otra extremidad.

Aún cuando el gato haya recibido un baño, se acicalará. Esto no quiere decir que considere que está “sucio” o mal bañado. Hay otros motivos detrás de su ritual.

Seguidamente, los gatos pasan a lamerse el cuello, las extremidades delanteras, los flancos y el abdomen. Este es el tramo que más puede variar entre unos animales y otros, pero por lo general tiende a seguirse un orden descendente. Para finalizar, proceden al lavado del vientre, la zona genital, las patas traseras y la cola hasta su extremo más distal.

El tiempo dedicado a cada zona o la frecuencia de lamido dependen de cada animal. Sin embargo, existen casos donde esta práctica se convierte en un comportamiento compulsivo y puede que sea necesaria la ayuda de un veterinario o etólogo.

Cuando el gato tiende a acicalarse con excesiva frecuencia, puede ser que esté pasando momentos de tensión, estrés, o miedo, de forma que el felino recurre a un ritual para estabilizarse a nivel emocional.

Este tipo de conductas obsesivas deben ser tratadas, no solo por la salud mental del gato, sino porque este puede acabar por hacerse lesiones cutáneas, como abrasiones o alopecias locales.

El lamido no suple al lavado

Aunque los gatos se lavan diariamente, su saliva no resulta suficiente para retirar la posible suciedad y más aún si este pasa largos periodos fuera del hogar. Por ello, aunque sea de manera espaciada, es importante que los dueños lleven a cabo una limpieza más profunda de su mascota.

Duchar al gato es necesario cada cierto tiempo.

Por norma general, los gatos sienten aversión por el agua, de manera que bañarlos puede resultar una experiencia poco atractiva. Para facilitar su higiene, existen espumas de lavado en seco que se pueden adquirir en tiendas especializadas. Su uso, junto con un adecuado cepillado para retirar posibles nudos, polvo y pelo, puede ser suficiente en casos de poco o nulo contacto con el exterior.

Sin embargo, en aquellas situaciones en las que el animal frecuente sus escapadas, especialmente en invierno, el baño con agua y jabón será necesario. En estos casos, los dueños deben mostrar paciencia, cuidado y mimo hacia el animal de forma permanente para que no resulte un trámite desagradable para ambos.

Bibliografía

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