El pez de arena: un extraño reptil

A pesar de lo que su nombre pueda indicar, el pez de arena es un reptil desértico de hábitos fosores.
El pez de arena: un extraño reptil

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 30 julio, 2022

El pez de arena, por contrario a lo que su nombre indica, es un reptil que se gana su apodo debido a la destreza de navegación que presenta bajo tierra. La selección natural en muchos casos tiene respuestas similares ante fenómenos totalmente diferentes, algo conocido como «evolución convergente».

Por ello, la forma hidrodinámica de este animal no nos sorprende, pues aunque que nunca vaya a entrar en contacto con el medio marino, debe navegar a su modo en las arenas del desierto. Si quieres saber más acerca de este fascinante reptil, te animamos a seguir leyendo.

El pez del desierto

El pez de arena (Scincus scincus) o escinco común es un reptil de la familia Scincidae originario del norte de África que se entierra bajo la arena para navegar en ella. Esta familia de reptiles es muy característica, pues muchas de sus especies abanderadas se encuentran a medio camino entre un lagarto típico y una serpiente.

Los escincos suelen mostrar ciertos rasgos distintivos frente al resto de reptiles, como pueden ser cuerpos muy alargados, extremidades reducidas y una falta de cuello pronunciado. Algunos géneros comprendidos en esta familia como el Typhlosaurus directamente carecen de extremidades, una adaptación extrema al medio subterráneo.

Algunas de las características específicas del pez de arena son las siguientes:

  • Este reptil mide alrededor de 20 centímetros de longitud.
  • Presenta unas extremidades cortas pero robustas, adaptadas para escarbar de forma rápida y eficaz en la arena.
  • Su cuerpo es fusiforme, aplanado ventralmente y alargado en todo su eje longitudinal.
  • No se observa un dimorfismo sexual evidente entre machos y hembras.
  • Su coloración base es un amarillo llamativo, contrastada con una serie de bandas oscuras en su parte dorsal y un vientre blanco.

Se trata de una especie insectívora generalista, ya que se alimenta de diversos invertebrados presentes en el ambiente desértico, como pueden ser escarabajos derméstidos y larvas de dípteros. Además, puede llegar a cazar crías de pequeños mamíferos (por ejemplo, roedores) en situaciones excepcionales.

La necesidad de este animal de enterrarse bajo la arena reside en el calor extremo que se produce en el desierto, pues al ser un animal ectotermo (no puede regular su temperatura corporal) debe encontrar ambientes más frescos en los que enfriarse.

Una vez hemos asentado las bases de este fascinante reptil, es momento de prestar especial atención a sus adaptaciones al medio desértico, que le otorgan la forma tan llamativa descrita con anterioridad.

Un pez de arena visto desde arriba.

Una vida bajo la arena

Estudios de la revista Science han demostrado que este reptil muestra un mecanismo locomotor característico. Literalmente, el pez de arena «nada» bajo el sustrato, pues este medio arenoso se considera semisólido. Para ello, realiza movimientos ondulatorios impulsados por el tronco con sus extremidades recogidas, algo similar al modo de desplazamiento de una serpiente.

Estas investigaciones, basadas en métodos complejos como la utilización de rayos X o la electrotomografía, han demostrado que el escinco común produce sus ondulaciones corporales según el gasto energético del desplazamiento, reduciéndolo al mínimo. Desde luego, en el desierto la economía prima sobre la abundancia.

El superpoder de detectar las vibraciones

Aquí no terminan las impresionantes adaptaciones del pez de arena. Otros estudios han demostrado que esta especie es capaz de notar las vibraciones de la superficie aún cuando está enterrado bajo tierra.

Esto le permite (al menos en ambientes de laboratorio) identificar a invertebrados que están caminando por la superficie hasta a 15 centímetros de distancia. Así es, a diferencia de otros animales, este reptil se guía por la propagación de ondas para cazar a sus presas. Esto es posible gracias a la presencia de un oído interno extremadamente sofisticado.

Esta capacidad de detección permiten al escinco localizar al insecto en la superficie, orientarse en base a su movimiento y emerger rápidamente de la arena para darle caza. Vamos más allá, pues este reptil normalmente introduce su cabeza en la arena para detectar mejor las vibraciones aún cuando está caminando por la superficie.

Una respiración inusitada

Si aún no te has convencido de que este animal es un «pez de arena», su método de respiración te persuadirá del todo. Los escincos comunes pueden respirar incluso bajo el sustrato, pues son capaces de identificar pequeñas bolsas de aire entre la arena y aprovechan para respirar en ellas.

Además, poseen un tracto respiratorio superior altamente especializado, que les permite filtrar las partículas sedimentarias inhaladas y expulsarlas mediante estornudos antes de que estas lleguen a los pulmones.

Un Scincus scincus bajo la arena.

Adaptaciones a los medios extremos

Como hemos podido ver, cuanto más extremo es el hábitat, más adaptaciones diferenciales deberá adaptar cualquier animal para maximizar su supervivencia en él. El desierto es un lugar inclemente, pues el calor y la falta de alimento pueden cobrarse la vida de cualquier ser vivo poco resistente.

Por todas estas razones, el pez de arena se ha visto obligado a abandonar una vida en la superficie y basa su existencia en permanecer bajo la arena con algunas salidas esporádicas.

 

 


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  • Pez de las arenas, ecuRED. Recogido a 20 de agosto en https://www.ecured.cu/Pez_de_las_arenas
  • Scincus Scincus, Reptile Database. Recogido a 20 de agosto en http://reptile-database.reptarium.cz/species?genus=Scincus&species=scincus
  • Maladen, R. D.; Ding, Y.; Li, C.; Goldman, D. I. (2009). "Undulatory Swimming in Sand: Subsurface Locomotion of the Sandfish Lizard" (PDF)Science. 325 (5938): 314–318
  • Hetherington, T. E. (1989). Use of vibratory cues for detection of insect prey by the sandswimming lizard Scincus scincus. Animal Behaviour37, 290-297.

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