Cuando hablamos de los grandes ecosistemas como las selvas de Costa Rica o las sabanas de Mozambique, tenemos claro que hablamos de enclaves de tremenda riqueza. Sin embargo, no todo el mundo tiene claro el papel de la cadena trófica en regular dichas poblaciones.
¿Qué es la cadena trófica?
La cantidad de animales que hay de cada especie en la naturaleza depende en gran medida de la cadena trófica. Es decir, de quién se come a quién. La llamada estructura trófica define los diferentes niveles que hay en un ecosistema: las plantas son los llamados productores primarios, los herbívoros los consumidores primarios y los carnívoros los consumidores secundarios.
Hablamos, en definitiva, de relaciones entre seres vivos que son negativas para unos animales y positivas para otros. Estas relaciones no son algo meramente teórico, pues desembocan en lo que vemos cuando salimos a observar fauna salvaje: vemos muchísimas plantas, bastantes pequeños pájaros y pocas aves rapaces.
La complejidad de la cadena trófica
La cadena trófica es un conjunto de relaciones muy complejas y que no están aisladas. No es simplemente que el lobo se coma al corzo y este último la hierba: por ejemplo, los animales omnívoros pueden comer a otros animales y también plantas.
Esto quiere decir que los efectos de que una especie se extinga no son fáciles de predecir: la desaparición del lobo debería fomentar la aparición de herbívoros, cuando en realidad puede que haga a uno aumentar exponencialmente y hacer que desaparezcan el resto.
Y es que, en ocasiones, la desaparición de animales como los depredadores inicia efectos indirectos sobre especies a las que ni siquiera se come: esto es lo que llamamos cascada trófica y su mejor ejemplo es el parque nacional de Yellowstone.
Tras la desaparición de los lobos en este parque, el ciervo canadiense aumentó enormemente, lo que cambió todo el ecosistema. La reaparición del lobo hizo que la población de estos disminuyera, lo que redujo la erosión de los ríos e hizo que nacieran nuevos bosques, lo que propició que retornaran muchas especies.
En ocasiones, el impacto de una especie sobre los ecosistemas no se debe a sus efectos en la cadena trófica, sino a su mera abundancia y éxito. Un ejemplo son las especies invasoras introducidas en lugares sin depredadores, como ocurrió con los conejos en Australia. Otras especies, como los castores, directamente producen cambios físicos en el ecosistema.
Cuando las cadenas tróficas cambian
Todos estos cambios pueden ser permanentes en la cadena trófica, como es el caso de una extinción. En este caso, normalmente múltiples especies se ven afectadas, aunque el ecosistema se termina estabilizando.
Incluso cuando llega una especie invasora, los ecosistemas pueden terminar por estabilizarse. Sin embargo en la mayoría de ocasiones, las especies invasoras son dramáticas para la naturaleza.
Un ejemplo es la aparición de la culebra arbórea café en los bosques de Guam, la que ha causado la extinción de 12 especies de aves. Estas aves dispersaban semillas, por lo que los bosques también están sufriendo y, por tanto, la capacidad del ecosistema para almacenar carbono.