Jerarquía en las manadas de lobos: ¿existe el lobo alfa?

Existe una jerarquía natural en las manadas de lobos que permite la interacción compleja entre sus miembros. De allí, su éxito al cooperar en el cuidado de las crías, la defensa del territorio común y la caza de grandes presas.

Jerarquía en lobos.

Sabemos que los lobos son una de las especies de cánidos más cooperativas en la naturaleza. Aunque la jerarquía entre los lobos es clara, también lo es el cooperativismo en la defensa del territorio, la caza y la cría de la descendencia.

Así, cuando un lobo se encuentra excluido o excomulgado de la manada, debe encontrar a otra y ser aceptado por ella. En caso contrario, se enfrentará al hambre y a una muerte prematura. Sin duda, esta propensión cooperativa deriva del hecho de que los sujetos que permanecen en manada tienen más oportunidades de sobrevivir.

Es muy interesante conocer que la relación en la manada es de “ganar – ganar”. Así, los sujetos subordinados pueden proporcionar ayuda a los dominantes a cambio de obtener tolerancia social. Es una transacción similar a un intercambio de mercancías.

La conformación de las manadas de lobos

La manada de lobos se constituye por un grupo familiar cohesionado. Este incluye una pareja reproductora de vínculo a largo plazo, algunos de sus descendientes subordinados y las crías actuales de uno o más años. En ocasiones, también incluye a un individuo no relacionado que puede unirse al grupo.

En la actualidad, existe consenso entre expertos etólogos en que en las manadas de lobos, todos participan cooperativamente. Así, crean un sistema de división del trabajo, en el que los individuos cazan y defienden cooperativamente sus territorios y crían colectivamente a los cachorros.

¿Existe la jerarquía en las manadas de lobos?

Existe una jerarquía, sin duda. Dentro de la manada, los cachorros generalmente ocupan las posiciones de menor rango en comparación con sus padres y hermanos mayores.

Los padres detentan la mayor jerarquía. Lo usual es que cuando los lobos alcanzan la madurez sexual (alrededor de 2 años), se dispersen de su grupo natal.

Estos lobos solitarios o dispersores intentan emparejarse con otros lobos dispersos y comienzan sus propias manadas. Así, esta conducta evita competir por el estatus de criador dominante con los miembros del grupo natal, sus progenitores.

Sin embargo, en algunas condiciones, tanto en la naturaleza como en cautiverio, algunos individuos maduros retrasan la dispersión o no se dispersan en absoluto. En estos casos, la competencia por el rango dominante dentro del grupo puede ser fuerte.

Una manada de lobos miran al horizonte.

Si la manada tiene miembros de máxima jerarquía, ¿por qué se dice que no existen lobos alfa?

Resulta importante destacar que en el pasado, la opinión predominante sobre las manadas de lobos era que consistían en individuos que competían constantemente entre sí por el dominio del grupo. A tales lobos dominantes se los denominaba “alfa” macho y hembra y los subordinados como “beta” y “omega”.

Esta terminología data de 1947, de una investigación del comportamiento de los lobos grises cautivos. Años más tarde, el experto investigador L. David Mech popularizó el concepto.

Sin embargo, el propio Mech décadas después encontró evidencias que apuntaban a que el concepto de un macho alfa surgió de la interpretación de datos incompletos.

Desafortunadamente, es usual encontrar en artículos divulgativos que interpretan erróneamente que “las manadas de lobos no tienen miembros alfa” como la ausencia de dominación por parte del miembro de mayor jerarquía.

Nada más lejos de la verdad, Mech rectifica en el uso del término “alfa” para describir falsamente a una “jerarquía de dominación basada en la fuerza“.

Los etólogos afirman que las formas de dominación en las manadas de lobos son variadas, sutiles y complejas

Diversos estudios han notado la debilidad de adjudicar una explicación unívoca de la dominación. Así, aplicar un único significado de lo que es la dominación es engañoso y simplista. Por el contrario, la dominación se dibuja como un concepto resbaladizo.

En este sentido, existe una gama de variaciones individuales para ejercer la dominación social, que influyen en el comportamiento del grupo.

En la actualidad, existen vivos debates sobre el concepto amplio del dominio social. Sin embargo, afirmar que el dominio es un mito va en contra de la información palpable.

La inexistencia del concepto de miembro “alfa” y sus implicaciones para la crianza canina

Sin duda, el muy difundido concepto del “perro alfa” tuvo fuertes implicaciones en las prácticas de entrenamiento y educación canina. Muchas veces, el mal uso del concepto de dominio, resultó, por ejemplo, en que una persona dominara violentamente a un perro.

Esto por supuesto, no es una forma válida, respetuosa o humana de tratar o entrenar a nuestros mejores amigos. Por estas razones, debemos ser muy cuidadosos con la generalización del comportamiento de los lobos salvajes y cautivos (de quienes emergieron los perros) al comportamiento de los perros.

En cuanto a la crianza canina, es importante tener en cuenta que los etólogos no rechazan la noción de dominio dentro de la manada. Lo que se replantea es la existencia de un dominio omnipresente y obtenido únicamente a través de la fuerza.

La estructura social de mando es diversa

Alrededor de los cuatro meses de edad, comienza la socialización cuando los cachorros siguen a los adultos en viajes de caza o escuelas de caza. Durante este período, mejoran sus habilidades motoras, de percepción y la interacción entre pares.

Cabe señalar que los expertos sugieren que las relaciones de dominación en una manada de lobos típica es la llamada “jerarquía de dominación graduada por edad“. Así, los cachorros serán dominados por sus hermanos mayores y todos a su vez por los padres.

Además, los individuos subordinados a veces pueden oponerse a las acciones de su líder. Por esta razón, un estudio llegó a definir el liderazgo en manadas de lobos como una “democracia calificada”.

Esto aduciendo que ningún sujeto puede llevar a cabo actividades cruciales para la supervivencia del grupo, sin la aprobación implícita de la manada.

La práctica del juego tiene una función en el establecimiento de la jerarquía en las manadas

Es interesante conocer que la práctica del juego prevalece en el lobo. Miembros adultos se involucran en combates de juego que se parecen mucho a las peleas reales. Estos juegos, que modulan sus movimientos de “ataque”, sirven para aprender a interpretar las intenciones de los compañeros.

En la sociedad del lobo, el poder no está enteramente “en manos” de los sujetos físicamente más fuertes. Los subordinados pueden ejercer un poder de apalancamiento, debido a su apoyo a la vida de la manada.

Ahora, se acepta que su cooperación es ganada por el jerarca a través del intercambio pacífico en lugar de la coerción agresiva.

Una manada de lobos blancos.

En las manadas, el daño social que provoca la agresión se resuelven practicando la reconciliación y el apaciguamiento

Sin duda, la ocurrencia de agresión conlleva a interrupción temporal de las relaciones entre los miembros de la manada. Para hacer frente a la agresión y el consiguiente daño social, los lobos (salvajes o cautivos) participan en contactos posteriores al conflicto, como la reconciliación.

En la reconciliación, los antiguos oponentes efectúan un primer contacto de intercambio, poco después de un conflicto. Este comportamiento se ha detectado en otros mamíferos sociales  como primates no humanos, delfines y hienas manchadas. Curiosamente, este comportamiento no se da en perros.

Más allá de la reconciliación, pueden ocurrir otros tipos de interacciones posteriores al conflicto. Por ejemplo, los miembros del grupo que no participan en la agresión (espectadores) pueden ofrecer espontáneamente contactos amistosos tanto a las víctimas (“consuelo”) como a los agresores (“apaciguamiento”).

Una sociedad intrincada

Toda esta información devela el complejo tejido social que representa la vida dentro de la manada de lobos. Por tanto, ejercer las posiciones de mayor jerarquía en la manada requerirá del líder mucho más que fuerza.

Los lobos pueden hacer las paces después de la agresión, consolar a las víctimas de un conflicto y calmar a los agresores. Este conjunto de comportamientos requieren que todos los miembros desarrollen la atención hacia el estado emocional de los demás y la capacidad de coordinar las reacciones apropiadas.

Bibliografía

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