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¿Cuál es la historia del gato persa?

El origen de los gatos persa se remonta al siglo XVII en el actual Irán. Después de su aparición, se introdujeron en Europa y Estados Unidos.

Un gato chinchilla.

El gato persa es una raza inconfundible entre los felinos domésticos, debido a su abundante pelaje y su cara ancha y aplanada. No se sabe con exactitud cuándo apareció por primera vez esta variante de gato, pero sus registros son muy antiguos. Por esta razón, la historia del gato persa podría tener mucha importancia para determinar los orígenes del felino doméstico.

Los cruces con felinos de Angora tuvieron mucho que ver en la creación de la raza tal y como la conocemos hoy en día, pues los gatos persas comparten con ellos su pelo largo y lacio. Su origen se sitúa en la antigua Persia, de ahí su nombre, para ser posteriormente introducidos en Europa y América. Sigue leyendo este espacio y descubre toda sobre la historia de los gatos persa.

Características de los gatos persas

Los gatos persas suelen ser de un tamaño mediano o grande y pesan entre 3 y 5 kilogramos, pero pueden alcanzar tallas mayores. Con la gran cantidad de pelo que presentan, parecen aún más grandes de lo que son. Lo más característico de estos felinos es su cabeza braquicéfala, redonda y ancha, con una frente grande y unos pómulos prominentes.

Sus ojos también son grandes, redondos y separados entre sí, de un color brillante —azul, verde, avellana o con heterocromía—. A la misma altura, se encuentra su nariz pequeña y chata. Las orejas son pequeñas y redondeadas, cubiertas de pelo.

El pelo del gato persa es largo y sedoso y puede presentar colores y patrones distintos, como bicolor, tricolor y atigrado —con tonos más oscuros en los extremos— o ser de un solo color sólido: blanco, rojo, negro, plateado, dorado, marrón y otras muchas tonalidades más.

Los gatos persas son animales dóciles y tranquilos, pues suelen ser cariñosos con la familia y conviven bien con otras mascotas. Debido a su denso y largo pelaje, estos felinos necesitan cepillados diarios y alguna que otra visita al peluquero felino para conservar la forma del pelo a lo largo del año.

Un gato persa sobre un fondo blanco.

¿Cuándo y dónde surgió la raza?

Aunque no se sabe con certeza, se cree que los gatos persas se remontan a principios del siglo XVII y eran originarios de la zona de Persia —que ahora corresponde con Irán—. Más tarde, fueron introducidos en el continente europeo por Pietro della Valle, a lugares como Italia y Francia.

A Inglaterra llegaron ejemplares en el siglo XIX, que se cruzaron repetidas veces con gatos de Angora, con el objetivo de obtener un pelaje más largo y sedoso. Los gatos persas eran muy codiciados, sobre todo después de popularizarse entre la familia real. De hecho, llegó a ser considerado como el gato aristocrático.

La reina Victoria poseía muchas mascotas y, entre ellas, se encontraba una gata persa blanca y negra llamada White Heather, que le acompañó hasta su vejez. En este mismo país, se organizó la primera exposición de gatos de raza, en el Crystal Palace de Londres, sitio donde se presentó a la raza persa junto a otras, como el gato siamés.

Estas exposiciones tenían como objetivo incentivar los distintos programas de cría, con el fin de perpetuar las razas felinas y acentuar sus características. A partir de estos eventos comenzaron los diferentes clubes de gatos, de los que actualmente hay más de 150 registrados.

El impacto de la crianza en la historia del gato persa

Tras su éxito en Europa, la raza se exportó a Estados Unidos, en donde incluso llegó a reemplazar en popularidad al maine coon. Además, se continuó buscando una cara más aplanada y nariz pequeña en este felino. Debido a esta selección genética tan agresiva en su historia, se ha provocado que el gato persa sea susceptible a graves problemas de salud.

Cabe resaltar que los gatos persas tuvieron una mayor popularidad en América que en Europa, por lo que los principales criadores de la raza aparecieron en este continente. Por esta razón, las características atractivas y los defectos genéticos que se generaron por la intensa selección, se perpetuaron en los ejemplares de la actualidad.

Variaciones del gato persa

La raza, tal y como la conocemos hoy en día, es fruto de una fuerte cría selectiva en las últimas décadas. Existen muchas variaciones distintas de la raza y algunas de las más comunes son las siguientes:

  • Persa negro, con ojos naranjas.
  • Persa blanco, con ojos azules, naranjas o dispares.
  • Gato persa azul.
  • Persa rojo.
  • Persa crema.
  • Gato persa ahumado, con un color claro plateado en la raíz —y en el medio del pelo— y más oscuro en las puntas. Esta variación presenta distintas tonalidades y gamas y es muy parecida al color chinchilla.
  • Persa chinchilla.
  • Persa jaspeado, que puede ser plateado, rojo o pardo.
  • Gato persa carey, de colores negro, rojo, crema, blanco, bicolor, azul y/o blanco.
  • Persa colour point, con color en los extremos.

Cría de gatos persa chinchilla.

Esta raza felina es una de las más valoradas que existen. La prueba de ello es que el 75 % de los gatos de pedigree registrados son persas. De todas formas, la selección genética que hace tan bellos a estos felinos también les ha pasado factura a nivel de salud. Hasta el 50 % de los gatos persas presentan enfermedades renales asociadas a su genética.

Bibliografía

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  •  Helgren, J. Anne. (2006). «Cat Breed Detail: Persian Cats». Iams.com. Telemark Productions / Procter & Gamble. 
  • O’Neill, D. G., Romans, C., Brodbelt, D. C., Church, D. B., Černá, P., & Gunn-Moore, D. A. (2019). Persian cats under first opinion veterinary care in the UK: demography, mortality and disorders. Scientific Reports, 9(1), 1-13.
  • Morrison, F. (1908). THE ARISTOCRATIC PERSIAN CAT. Country life in America, 446-483.
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