Estrategias de defensa en mamíferos

Vivir en grupo puede ser la mejor defensa ante los depredadores en el medio natural, pero aún así, existen otros muchos mecanismos de defensa en mamíferos ante posibles depredadores.

Un suricato que vigila el horizonte.

Sobrevivir en el medio natural no es fácil, pues depredadores acechan de forma continua esperando al momento clave de vunerabilidad de su presa. Tanto en solitario como en grupo, existen distintas estrategias de defensa en mamíferos para esquivar a los depredadores y otros peligros.

Hay dos grandes formas de sobrevivir al ataque de un depredador: evitarle o hacerle frente. En la naturaleza podemos encontrar ambas, y a continuación, te mostramos ejemplos de ellas.

Animales que evitan ser vistos

Si el peligro no te ve, estás a salvo. Esta estrategia funciona en muchos tipos de animales, pero nos centraremos en los mamíferos que se camuflan. Los refugios naturales como cuevas, agujeros y recovecos siempre son una buena opción, pero si hay que salir corriendo, es necesario estar preparado.

Hacerse inmóvil

Muchos mamíferos tienen un pelaje con un patrón o color parecido al medio donde viven, de forma que si se quedan muy quietos, son capaces de confundirse con su entorno. Algunos animales van más allá, pues practican una estrategia denominada tanatosis, esto es, se hacen los muertos. ¿Qué depredador quiere alimentarse de un animal en descomposición, que seguramente acarree diversas enfermedades?

Salir de noche

Otros animales duermen de día y salen de noche, cuando es más difícil que sean vistos o hay menos depredadores acechando. Incluso hay especies que aprovechan las noches sin luna para salir de su guarida, lo que les confiere una mayor protección.

Un ratón en una madriguera.

Estrategias de defensa en mamíferos

Cuando los depredadores están al acecho y no hay forma de evitarlos, la vida en grupo reduce las probabilidades de ser depredado y tiene otras muchas ventajas:

  • Defensa frente a los factores físicos. Como las condiciones atmosféricas, un ejemplo son las formaciones de pingüino emperador.
  • Optimización de la búsqueda de alimentos. Se comparte la información sobre la localización de los recursos y se da la cooperación a la hora de cazar.
  • Defensa de los recursos frente a competidores (de la misma especie o no).
  • Facilidad para encontrar pareja. Ahorra tiempo y energía a la hora de buscar a un compañero reproductivo.
  • División del trabajo. Esto solo ocurre en las eusociedades, agrupaciones jerarquizadas que actúan como un ente propio, como las abejas o las ratas topo desnudas.
  • Ayuda en el cuidado y aprendizaje de las crías. Aumentan las posibilidades de supervivencia de estas con la formación de “guarderias“.

Más vigilancia

Cuando se vive en grupo, el trabajo puede repartirse en turnos: mientras unos comen o descansan, otros pueden vigilar el perímetro. Un ejemplo conocido son los grupos de suricatos, en los que los centinelas ubicados cerca de las entradas de la madriguera aguardan en posición erguida, y en el caso de que un predador pase cerca, alertan a todo el grupo.

Señales de alarma

No solo los suricatos emiten señales de alarma. Por ejemplo, los perritos de las praderas vigilan los alrededores de su madriguera y avisan a los otros integrantes de su grupo mediante chillidos.

Cada chillido tiene un tono, un ritmo y una frecuencia diferentes, dependiendo del peligro. De esta forma, son capaces de describir al resto de la colonia cómo es, a cuánto está y a qué velocidad se dirige el depredador.

Otro ejemplo son los monos verdes, que parecen tener también un lenguaje de alarma para alertar sobre toda clase de peligros que se acerquen a la zona. Estas señales también son utilizadas por otras especies cercanas que son capaces de interpretarlas como algún tipo de peligro y huir. Se cree que la llamada de alerta está profundamente arraigada en la historia evolutiva de los animales.

El efecto dilución y el efecto confusión

La probabilidad de ser elegido como presa  disminuye al aumentar el tamaño del grupo, pues existe un efecto de dilución del riesgo de depredación y por tanto una disminución de los niveles de vigilancia. Esto se da en las grandes manadas, como las de los caballos salvajes.

Hay especies que van más allá, como es el caso de la cebra, que con su característico patrón consigue un efecto confusión al permanecer en grupos numerosos. El depredador no es capaz de diferenciar entre individuos gracias a este efecto.

Contraataque

El grupo al completo responde acosando al depredador que ha intentado atacar a uno de sus miembros, generalmente los más jóvenes. El depredador, al verse en desventaja numérica, acaba huyendo. Alguna vez se ha podido observar en elefantes.

Una zebra mirando a cámara.

Una lucha por la supervivencia

Como hemos podido ver, la naturaleza no escatima a la hora de brindar herramientas para sortear el efecto de los depredadores. Los animales más preparados serán los que más se reproduzcan, transmitiendo así los genes más viables a las siguientes generaciones.

Bibliografía

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