Hace aproximadamente 20 millones de años, un pariente lejano de los elefantes actuales caminaba sobre la tierra. En muchas ocasiones se confunden con mamuts, pero la historia del mastodonte extinto discurre por otro camino. Todos los detalles sobre este gigante, a continuación.
Historia evolutiva del mastodonte extinto
Para conocer el origen de criaturas que vivieron en un periodo de tiempo tan lejano, no hay nada que dé más información que los fósiles. Gracias a estos, se cree que los primeros mastodontes aparecieron entre 20 y 27 millones de aos atrás, en el periodo denominado como Oligoceno. Este origen es anterior al de los mamuts, los otros gigantes lanudos prehistóricos.
Las primeras zonas con indicios de estos animales se corresponden con el lugar geográfico que hoy conocemos como Eurasia, el supercontinente que forman Europa y Asia. Desde allí, las evidencias fósiles indican que se extendieron hasta África y América.
Se cree que el mastodonte extinto habitó en estas zonas durante todo el Pleistoceno –hace 2,5 millones de años– y parte del Holoceno, que comprende la escala temporal que abarca hasta la actualidad.
¿Cuándo y por qué se extinguió?
La extinción de estos animales es todavía motivo de discusión por parte de la comunidad científica. Si bien existe consenso sobre el cuándo –entre 10 000 y 8000 años atrás, cuando se dio la última glaciación–, el cómo aún no está claro.
Inicialmente, se pensaba que la presión ejercida por la caza de los primeros humanos tuvo mucho que ver con su desaparición. No obstante, algunas investigaciones recientes sugieren que, en algunas regiones del Ártico, el mastodonte ya estaba en proceso de extinción antes de la llegada de nuestros predecesores.
Sin embargo, existen otra serie de factores que sí influyeron de manera directa en la extinción: el cambio climático, con la consecuente reducción del hábitat del mastodonte. Existe también la posibilidad de que la tuberculosis tuviera mucho que ver con su desaparición, según estudios recientes.
¿Cómo era el mastodonte extinto?
Solamente su nombre ya evoca a un animal gigantesco, pero hay que recalcar que, a pesar de su gran envergadura –entre dos y cuatro metros de alto y unas seis toneladas de peso– eran ligeramente más pequeños que los mamuts, más parecidos a los elefantes actuales. Es importante recordar que el mastodonte y el mamut son especies distintas, si bien ambos pertenecen al orden de los proboscídeos.
El cuerpo del mastodonte extinto estaba recubierto de un denso pelaje doble, ideal para el ambiente gélido donde habitaban. En cuanto a su cabeza, era ligeramente más aplanada que la del mamut, y presentaban unos largos y curvados colmillos en su mandíbula superior; se cree que los machos también poseían defensas en la mandíbula inferior. Sus patas también eran más cortas y robustas, comparadas con las del mamut.
La mayor diferencia la encontramos en su alimentación y, por tanto, en sus piezas dentales. Ambas especies eran herbívoras, pero la forma de alimentarse es distinta. Los mamuts poseían molares simples, parecidos a los de los elefantes que conocemos. Estos dientes eran ideales para alimentarse de pasto y hojas.
Sin embargo, los molares especializados del mastodonte en forma de cúspide, junto con los colmillos, les permitía también arrancar ramas y fragmentos de troncos, de los que después se alimentaban.
Bibliografía
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- Mothé, D., AviLLA, L. S., ZhAo, D., Xie, G., & Sun, B. (2016). A new Mammutidae (Proboscidea, Mammalia) from the Late Miocene of Gansu Province, China. Anais da Academia Brasileira de Ciências, 88(1), 65-74.
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