El alacrán de corteza de Arizona: todo lo que debes saber

La picadura del alacrán de corteza de Arizona puede resultar peligrosa para los humanos. A pesar de ello, este animal es tranquilo y pacífico. Solo picará cuando es manejado o se siente amenazado.
El alacrán de corteza de Arizona: todo lo que debes saber
Francisco Morata Carramolino

Escrito y verificado por el biólogo Francisco Morata Carramolino.

Última actualización: 17 mayo, 2021

El alacrán de corteza de Arizona, de nombre científico Centruroides sculpturatus, es una de las especies de escorpión que puede encontrarse en México y Estados Unidos. Pertenece al grupo Buthidae, la familia de escorpiones más grande que existe, con más de 90 géneros y 1000 especies registradas hasta ahora.

Pese a su pequeño tamaño, el alacrán de corteza de Arizona es el escorpión más venenoso de Norteamérica. Su picadura es capaz de causar síntomas severos a humanos, que muy ocasionalmente llegan a provocar la muerte.

Como consecuencia, esta también es una de las especies más conocidas por la población general, al menos en las zonas donde es endémica. Te invitamos a seguir leyendo si quieres aprender más sobre la biología de este animal.

Características del alacrán de corteza de Arizona

Este alacrán tiene un aspecto muy representativo de su familia. Su tamaño es mediano a pequeño, se aproxima a los 8 centímetros en los machos y a 7 centímetros en las hembras. Las extremidades y el metasoma (la cola) son de color amarillo mostaza, mientras que los segmentos que forman el mesosoma (cuerpo) tienen franjas más oscuras.

Los escorpiones son arácnidos y, como tales, tienen 4 pares de patas, con las que caminan. Las pinzas son pedipalpos desarrollados y modificados para poder agarrar a las presas. Por otra parte, la cola no es más que una extensión del cuerpo que se estrecha y alarga. Su última división, denominada telson, contiene el aguijón y la glándula venenosa.

Junto con el cuerpo aplanado contra el suelo, la cola y las pinzas dan a los escorpiones una apariencia inconfundible. El alacrán de corteza de Arizona destaca por su cola y apéndices más delgados que los de otros escorpiones. Aun así, esta especie es difícil de distinguir de otros familiares cercanos.

Como ocurre con la mayoría de escorpiones, este alacrán emite una fluorescencia azulada cuando se le apunta con luz ultravioleta en la oscuridad. Esta es una forma segura, sencilla y muy eficaz de localizarlo en la oscuridad, que permite evitar encuentros desafortunados.

Un escorpión sobre la arena.

¿Dónde vive el alacrán de corteza de Arizona?

El nombre común de esta especie es bastante esclarecedor. De todas formas, el rango de Centruroides sculpturatus no solo se limita a este estado americano.

Este bútido aparece sobre todo en Arizona, pero cuenta con distribuciones más pequeñas en partes de California, Nuevo México y Nevada, en Estados Unidos. También se puede encontrar en los estados mexicanos de Baja California, Sonora y Chihuahua.

Como es común en estos artrópodos, el alacrán de corteza de Arizona está adaptado a ecosistemas desérticos, donde es más abundante. No excava, pero es capaz de escalar. Se esconde en grietas, bajo rocas o en la vegetación durante el día. Por la noche, emerge de sus escondites, en busca de presas u otros miembros de su especie.

Además, el escorpión suele encontrarse dentro o alrededor de casas y otras estructuras humanas, que utiliza como refugio. Esto, junto con su abundancia local, provoca que los encuentros con humanos sean frecuentes. Como animales nocturnos, prefieren lugares oscuros.

El escorpión más venenoso de Norteamérica

Centruroides sculpturatus es reconocido ampliamente como el escorpión más venenoso de Norteamérica. Además, es el único de importancia médica para los seres humanos en esta región. Su veneno parece tener efectos neurotóxicos.

Su picadura produce dolor intenso, pérdida de sensibilidad en la zona afectada, hormigueos y vómitos, entre otros síntomas. Estos efectos suelen prolongarse entre 24 y 72 horas. En adultos, la picadura es desagradable, pero no suele desarrollar complicaciones.

El veneno es más peligroso en los niños o personas debilitadas. En ellos, puede llegar a producir dificultad para respirar, taquicardia, movimientos oculares extraños, espasmos musculares y otros síntomas que requieren cuidado intensivo.

Hace décadas, la picadura del alacrán producía un número elevado de muertes humanas, sobre todo entre niños. Sin embargo, hoy en día los decesos son muy infrecuentes, gracias a las técnicas médicas modernas. El antiveneno es muy efectivo y elimina los síntomas en cuestión de minutos.

Las picaduras son fáciles de evitar si no se intenta atrapar, manipular o desplazar a los escorpiones. Estos animales no son agresivos por naturaleza y no intentan atacar a los humanos sin provocación previa.

Veneno vs Evolución

El coctel tóxico de este animal tiene una función doble. Por un lado, le sirve para debilitar a sus presas. Además, permite repeler a los posibles depredadores. Sin embargo, esta estrategia no tiene efecto contra varios mamíferos desérticos, que se alimentan del escorpión a pesar de la severidad de su veneno.

El ratón saltamontes sureño (Onychomys torridus) ha desarrollado adaptaciones evolutivas que lo hacen inmune a la picadura. Los canales de membrana de estos animales están modificados, de forma que el veneno produce un efecto analgésico en los ratones, en lugar del típico dolor intenso.

El aguijón del alacrán tampoco tiene ningún efecto sobre el murciélago pálido (Antrozous pallidus), que puede ser picado varias veces durante la caza sin mostrar síntomas. Incluso, tras administrar concentraciones elevadas de veneno en laboratorios, la mayoría de murciélagos están perfectamente.

Esta inmunidad es diferente a la de los ratones. La adaptación de los murciélagos ha evolucionado siguiendo su propio camino y, por ello, los mecanismos que intervienen en ella no son del todo conocidos.

El aguijón de un escorpión amarillo.

Esta adaptación al veneno letal es una prueba de lo increíble que puede resultar la evolución. Incluso ante los desafíos más inverosímiles, la selección natural puede terminar produciendo una solución inesperada.


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