En la Patagonia argentina habita un animal que parece una liebre, pero es en realidad un roedor de gran tamaño. Nos referimos a la mara, una especie endémica, monógama y herbívora que, al igual que los perros, suele sentarse sobre los cuartos traseros, con las extremidades anteriores estiradas.
La mara, una especie endémica de la Patagonia
Distribuida en zonas semiáridas entre el centro y el sur de Argentina, la Dolichotis patagonum, también conocida como liebre patagónica, elige terrenos con gran cantidad de hierbas y matorrales.
Entre sus características físicas destacan:
- Longitud: entre 60 y 75 centímetros.
- Peso: entre nueve y 16 kilogramos.
- Pelaje: denso, de color pardo grisáceo.
- Cabeza: voluminosa, con ojos grandes, orejas largas y un hocico chato y redondeado. El labio superior está hendido.
- Extremidades: delgadas. Las traseras son más largas que las delanteras; y presentan cuatro dedos cortos en las anteriores y tres en las posteriores, así como gruesas almohadillas.
- Cola: pequeña y oculta por el pelaje. El extremo no tiene pelo.
Conoce a la mara, un roedor de gran tamaño que habita el sur del continente americano. Esta especie endémica llama la atención porque corre como una liebre y se sienta como un perro.
Un roedor de gran tamaño y monógamo
De hábitos diurnos y gregarios, la mara suele integrar grupos de entre tres y 50 ejemplares; si bien forma parejas monógamas, que se mantienen unidas hasta la muerte de alguno de sus integrantes. Esta característica incrementa su exitosa reproducción.
Para conquistar a sus futuras parejas, los machos tienen que esforzarse mucho y perseguirlas durante un tiempo prolongado. Por su parte, las hembras entran en celo cada tres o cuatro meses, y paren entre una y tres crías después de unos tres meses de gestación.
Los recién nacidos permanecen en una madriguera ‘comunal’, construida por las mismas maras, aunque también pueden reacondicionar las realizadas por otros animales; por ejemplo, la vizcacha. Allí son cuidadas por las diferentes hembras del grupo.
A continuación, la lactancia se extiende durante unas 11 semanas. Las mamas de estos roedores están dispuestas lateralmente para poder alimentar a los cachorros estando sentadas. De esta manera, no descuidan la vigilancia. A los ocho meses, la mara ya está en condiciones de reproducirse.
Algunas particularidades de la liebre patagónica
Si se siente perseguida, la mara corre rápido –alrededor de 60 km/h– y da saltos muy ágiles, de ahí que muchos la consideren una liebre. Y es que en un solo movimiento puede avanzar unos dos metros; se ayuda con las uñas de los miembros traseros para tomar impulso.
Pero, en realidad, este gran roedor está más relacionado con los conejillos de Indias –también llamados cobayos– porque las dos especies pertenecen a la familia Caviidae.
Este animal cumple, además, un papel fundamental en el funcionamiento de los ecosistemas patagónicos. Al tratarse de un herbívoro de mucha movilidad, resulta vital para la distribución de las semillas a través de grandes distancias, por medio de sus heces.
Como dato curioso, la mara apenas bebe agua. Resulta que obtiene la hidratación necesaria a través de las raíces de las plantas, que son parte fundamental de su dieta.
Una especie en peligro y elegida como mascota
La mara está incluida la categoría ‘Vulnerable por la SAREM’ (Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos). Pero más allá de sus depredadores de siempre (pumas, aves rapaces y algunas especies de zorros) el mayor enemigo actual que posee es el hombre.
Entre las causas por las que los seres humanos ponen en peligro a esta especie se encuentran:
- Extensión de zonas urbanas, de cultivo y de pastoreo.
- Caza furtiva.
- Invasión de su hábitat por la liebre europea.
Por otra parte, este roedor se adapta bien a la vida en cautiverio. Tiempo atrás era común verlo en los zoológicos, y andaba sin temor cerca de las personas que los visitaban. Por tal motivo, en muchos casos, la mara es adoptada como mascota. En esta condición, tiene una expectativa de vida de más de 10 años.
Fuente de las imágenes: Carlos Amato, Rodrigo David y Rachid H