Si alguien posee una «vista de águila» se considera que su visión sobrepasa con mucho la agudeza visual de la mayoría de los seres humanos. Las aves rapaces como las águilas y los halcones pueden ver, al vuelo, cada ratón que corretea en una planicie.
En general, dos rasgos se asocian a la agudeza visual en algunas especies de rapaces: sus grandes ojos y una alta densidad de fotorreceptores. Aquí te mostramos las principales adaptaciones visuales que presentan las aves depredadoras.
El tamaño importa en la vista del águila
Es importante tener en cuenta que la relación entre el tamaño de los ojos y el de la cabeza es un indicador clave de la capacidad visual. Así, puedes mirar un pájaro y descubrir que la vista es su sentido clave: en todos los casos los ojos son enormes en relación al resto de la cabeza.
El tamaño de los ojos determina la resolución óptica y, por lo tanto, lo que los animales pueden ver. Cuanto más grandes son los ojos, mayor es la resolución.
La importancia de disposición de los ojos en el campo visual
Es interesante conocer que la ubicación de los ojos de un pájaro puede indicar si se trata de un ave depredadora o una especie de presa. Así, cuando los ojos se encuentran en la parte frontal de su cabeza, el ave puede juzgar distancias y enfocarse en presas lejanas.
De este modo, la ubicación de los ojos en la parte frontal de la cabeza le otorga al pájaro —y al humano— una visión binocular. Este es el caso del halcón rojo.
La visión binocular brinda la capacidad de ver el mismo objeto con ambos ojos al mismo tiempo: la imagen del objeto se forma en el cerebro sobreponiendo la información recabada por el aparato ocular y permite el cálculo óptimo de las distancias.
En contraposición, otros pájaros tienen sus ojos a cada lado de la cabeza, como las gallinas. Este arreglo les da a estas aves muy poca visión binocular, pero les brinda una mejor vista periférica.
Así, con esta visión monocular, las aves obtienen la imagen completa de una vez. Este tipo de vista les permite observar la aparición de depredadores de forma rápida y eficaz.
Los fotorreceptores: claves para la vista del águila y otras aves rapaces
En primer término, recordemos que los conos y bastones son neuronas especializadas sensibles a la luz (fotorreceptores) que se localizan en la retina.
Así, los conos y bastones son unas de las células más especializadas y complejas conocidas. Su tarea es realizar la conversión de la luz en impulsos nerviosos que el cerebro transforma en imágenes.
Los bastoncillos son más sensibles a la luz, pero no dan información de color, mientras que los conos, aunque menos sensibles, sí permiten la visión de color. En las aves diurnas, el 80 % de los receptores pueden ser conos.
Cómo se conforma la retina de las aves rapaces
La retina de las aves rapaces tiene bastones, conos simples de cuatro tipos espectrales y conos dobles que les permiten ver aún más colores. La mayor densidad de conos individuales se produce en una o dos regiones especializadas de la retina: las fóveas.
De este modo, la vista del águila y de otras aves rapaces les permite ver colores que no son apreciables para otras especies. Su visión transita la visibilidad del rojo, naranja, amarillo, verde, azul y sus tonos, pero también ven colores reflejados por la luz ultravioleta radiada por el sol.
La relevancia de detección de colores en la vista del águila
En general, la visión cromática reporta determinados beneficios a todo el reino animal, primordialmente por el reconocimiento de alimentos y la búsqueda de pareja sexual. En muchos casos, es el color de las presas lo que ayuda a las aves depredadoras a detectarlas, perseguirlas y capturarlas.
Un nuevo estudio desarrollado por científicos suecos muestra que el halcón de Harris (Parabuteo unicinctus) tiene la mejor visión de color de todos los animales investigados hasta la fecha.
El estudio desvela que si un objeto no es distinguible del fondo y el color es aproximadamente el mismo, su detección es más difícil para un ave de rapiña que un humano.
Por otro lado, si el objeto tiene un color diferente al del fondo, el halcón de Harris puede detectarlo al doble de la distancia en comparación con la visión humana.
Como hemos visto, la visión de las águilas y y de otras rapaces diurnas responde a una presión evolutiva clara: la necesidad de alimento. Cada ser vivo está altamente especializado al entorno que le rodea, y en el aire, ver bien es clave para el posicionamiento y la supervivencia.
Bibliografía
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