Los felinos domésticos son animales de naturaleza territorial que pueden llegar a ser un poco inflexibles con algunas situaciones. Aunque este comportamiento es normal por su temperamento, no siempre es bueno dejarlos que hagan lo que quieran. En el peor de los casos, el gato se convertirá en la figura que manda en la casa, lo cual generará problemas y conflictos con la familia.
Es entendible que se le cumplan algunos caprichos a la mascota y se le mime un poco. Sin embargo, no se le debe ceder la posición de líder. De lo contrario, en lugar de ser amigable o pacífico, se volverá más huraño, sobreprotector y agresivo. Sigue leyendo este espacio y descubre algunas de las señales que indican que tu gato es el que manda en tu casa.
¿Es bueno que el gato sea el que mande en tu casa?
Cuando se tiene cualquier felino doméstico a cargo, debe existir una jerarquía en el hogar que tenga como líder al tutor. Esto significa que los gatos perciban a los humanos como figuras de autoridad y los respeten. Gracias a esto, atenderán mejor las indicaciones y serán menos tercos en cuanto a sus actitudes.
El que una persona actúe como líder no le impide jugar o divertirse con sus mascotas. Al contrario, es capaz de interactuar de la mejor manera y subsidiar sus necesidades. Asimismo, pone límites y reprende de forma adecuada si se comete un error. Esto permite mejorar la convivencia del hogar y mantener una relación sana con los animales.
En cambio, cuando el gato es el que manda en casa (dominante), se crea un entorno rígido en el que el felino decide las reglas y exige el cumplimiento de sus caprichos. Claro está, si se rompen estas normas, aparecen conductas agresivas como arañazos, mordidas o la destrucción de objetos. Esta es la principal razón por la que los tutores ceden y dejan el control del hogar al gato.
Es importante recalcar que dejar que el gato sea el líder no solo ocasiona conflictos en el hogar, sino que también le genera un estrés constante. Al final, el felino se enfoca en proteger su entorno, por lo que debe estar alerta a cualquier eventualidad. No es difícil imaginar que esta presión ocasiona problemas de salud a largo plazo y propicia los conflictos en el hogar.
Señales de que tu gato manda en el hogar
Existen varias señales que indican que tu gato es el que manda o domina en tu casa. Sin embargo, algunas son un poco más sutiles y no siempre se toman como tal. Entre las más frecuentes se pueden observar las siguientes.
1. No permite que entren a la casa extraños (animales o humanos)
Quizá uno de los signos más evidentes de que tu felino tiene el control de la casa, es que no admite la entrada de ningún extraño. Además, cuando osan desafiarlo e ingresan al hogar, los agrede, les maúlla de manera incesante o les gruñe. Dicho comportamiento no cesa a menos que el invitado se retire, lo cual genera muchas molestias para la familia.
No se debe confundir esta conducta con la incomodidad o la aversión normal de la mascota. Si a tu gato no le gustan las visitas, pero no hace nada para «correrlas» o incomodarlas, significa que conoce sus límites y no quiere imponer sus decisiones. Así que no lo regañes, dale su espacio y ayúdalo a sentirse seguro.
2. No admite cambios en el hogar
Las personas están acostumbradas a cambiar o reacondicionar su hogar con relativa frecuencia, según las necesidades que tengan en el momento. Sin embargo, los gatos sienten cierta repulsión natural al cambio y a la modificación de su rutina. Por esta razón, es frecuente que odien las mudanzas, el intercambio de muebles y la alteración de su entorno.
Al igual que el punto anterior, es normal que los gatos se estresen o demuestren ciertas conductas agresivas ante estos cambios. No obstante, si el comportamiento negativo no cesa y es necesario revertir las modificaciones en el hogar para calmarlo, entonces existe un problema con el felino y la familia.
3. Hace sus necesidades en cualquier lugar
Esta es una de las señales más conflictivas que te indican que tu gato manda en la casa. Por lo regular, los felinos escogen sitios cómodos, privados y tranquilos para hacer sus necesidades. Es por ello por lo que se recomienda poner su arenero en un lugar alejado del ruido, fresco y bien ventilado.
El que un gato no acepte hacer sus necesidades en un arenero no indica que quiera imponer su voluntad, sino que es posible que se sienta incómodo con el sitio. Si a pesar de cambiar su arenero varias veces, el felino continúa con la negativa de acatar las órdenes, es probable que tenga un problema de comportamiento.
Es entendible que en este caso la línea que divide lo que es «normal» y lo que es «malo» no es del todo clara. Pero ten en mente que, si tu gato es dominante y manda en tu casa, presentará más señales que te permitirán determinar que existe un problema.
4. Interfiere con tus actividades diarias
Los gatos deciden cuando quieren la atención de su tutor o necesitan su tiempo de soledad. Es fácil distinguir entre ambos porque exhiben comportamientos polarizados. Visto de otra forma, son muy agresivos o evasivos en sus momentos de aislamiento y son demasiado cariñosos en su faceta afectiva.
Aunque esta conducta es normal en los felinos domésticos, no se debe dejar que interfiera con las actividades diarias del tutor. En el momento que una persona deja de trabajar, comer o dormir porque su gato le pide cariño, se le está dando el consentimiento de imponer su voluntad.
Claro está, tampoco es correcto obligar al felino y darle caricias cuando no se encuentra receptivo. El punto es encontrar un equilibrio y organizar una rutina en la que el tutor y el gato puedan jugar, interactuar y disfrutar su tiempo juntos. Por supuesto, esto no siempre es fácil, pero es la mejor manera que existe para evitar conflictos en la vida diaria.
5. El tutor se acopla a la rutina del gato
Los felinos domésticos tienen un patrón de actividad crepuscular. Esto significa que su pico de energía tiende a presentarse al atardecer, así que es común verlos un poco más activos en este momento del día. Por el contrario, los humanos tienen una vida diurna y su energía disminuye conforme anochece, lo cual podría crear problemas en la convivencia.
En la mayoría de los casos, se busca que los gatos se acoplen al ritmo de vida de sus tutores, lo que no siempre está mal siempre que la mascota lo permita. Sin embargo, existen algunos casos en los que la familia se desvela o sacrifica su sueño con tal de satisfacer a su felino. Está de más decir que esto es erróneo y se debe corregir a la brevedad.
6. Se pone agresivo si no se le cumple una petición
Los gatos utilizan su maullido como una herramienta para comunicarse y hacerle peticiones a sus tutores. Aunque esto es normal, se deben poner ciertas restricciones sobre los caprichos que se le pueden cumplir y los que no. Si tu felino desiste cuando le das una negativa a su petición, entonces no hay de qué preocuparse. No obstante, si comienza a mostrarse agresivo y a querer imponerse, entonces existe un problema.
7. No respeta los objetos del hogar
Las conductas destructivas pueden ser ocasionadas por inconformidades en el entorno del gato, para marcar territorio o por falta de atención. Aunque dicho comportamiento no siempre representa un problema de dominancia, es posible tomarlo como un signo de alerta.
Cuando la mascota quiere imponer su voluntad, lo demuestra con conductas destructivas que llaman la atención de su tutor. Al destruir los objetos, envía una petición urgente que se debe atender a la brevedad. De lo contrario, romperá, desgarrará y desbaratará otras cosas hasta que obtenga lo que quiere.
8. Cela más a una persona de la familia
El vínculo afectivo entre el gato y su tutor se puede volver tan importante que la mascota comienza a considerarlo como «su propiedad». Esto por sí mismo no es perjudicial, pues es una de las tantas formas que tienen los felinos para demostrar su cariño y su aprecio.
El problema aparece cuando el gato no permite que ningún extraño (animal o persona) se acerque a su dueño. De lo contrario, exhibe comportamientos agresivos exagerados que incluso podrían lastimar al tutor. Como es de suponer, el felino intenta defender su «propiedad» e imponer su voluntad de que nadie se le acerque, lo que afecta la convivencia con otras personas.
9. Invade o se adueña de las pertenencias de la familia
Los gatos son curiosos por naturaleza, de manera que es frecuente observarlos husmeando en las pertenencias de sus tutores. A pesar de que esto es considerado normal, los felinos dominantes tienden a invadir y adueñarse de estas pertenencias. Incluso exhiben conductas agresivas si se intenta recuperarlas.
¿Qué hago si mi gato quiere mandar en mi casa?
Contrario a la creencia popular, no es recomendable dejar que el gato imponga su voluntad en el hogar, pues esto lo hace más propenso a desarrollar problemas de conducta. Según un estudio publicado en la revista científica Applied Animal Behaviour Science, los tutores de gatos reportan actitudes y experiencias más positivas cuando existe una relación recíproca entre dueño-dominante y gato-sumiso.
En caso de que el gato ya exhiba comportamientos dominantes, existen dos formas de abordarlas. La primera es a través de un cambio en la conducta del tutor, el cual consiste en que adquiera el papel de líder. Mientras que la segunda consiste en el apoyo de terapias conductuales o fármacos para suavizar el temperamento del felino. Ambas opciones se necesitan realizar con ayuda de un veterinario y un etólogo.
Un líder no impone su voluntad
El concepto de líder tiende a distorsionarse mucho por las experiencias que tienen los tutores en su vida. Sin embargo, un buen líder no impone su voluntad, sino que opta por los puntos intermedios que beneficien más a la familia. Es decir, no busques que tu gato haga todo lo que le mandes y cumpla a cabalidad tus reglas.
Aparte de que es algo imposible, con estas expectativas solo lograrás estresar a tu mascota y a ti. El objetivo es guiar a tu gato para que entienda los límites y mejorar la convivencia. Y, por qué no, también ofrecerle algún capricho esporádico que profundice su relación.
Como te puedes dar cuenta, estas señales de que el gato manda en tu casa deben tomarse con seriedad y mucho cuidado. Aunque parecen inocentes y tiernas, podrían ocasionar problemas de convivencia a largo plazo si no se solucionan a tiempo. Así que, si detectas alguna de ellas, acude con un profesional para que ayude a corregirlo de la manera más adecuada.
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