El neotrópico es una de las regiones del planeta con mayor biodiversidad de anfibios anuros. En esta zona, los animales han adquirido formas y modos de vida muy diferentes: las ranas arborícolas destacan por sus adaptaciones. Dentro de este grupo, son especialmente llamativas las ranas mono, tanto por su biología como por la relación con los humanos que tienen.
Existen 16 especies de ranas mono actualmente, todas ellas pertenecientes al género Phyllomedusa. Estos anfibios están extremadamente adaptados a la vida en los árboles. Si quieres aprender más sobre las ranas mono, sigue leyendo.
Características físicas de las ranas mono
Aunque existen algunas diferencias entre las 16 especies existentes de ranas mono, todas ellas comparten algunas similitudes. Su nombre deriva de su aspecto y proporciones, además de sus hábitos arborícolas.
Estos anfibios tienen un tamaño relativamente grande, de entre 7 y 12 centímetros. La más grande de estas ranas es, valga la redundancia, la rana mono gigante (Phyllomedusa bicolor). Estas son generalmente esbeltas, con cabezas grandes y ojos redondos, saltones y llamativos.
Sus extremidades son muy largas y delgadas y acaban en manos con 4 largos dedos en las patas delanteras y 5 dedos en las traseras. Los dedos son oponibles y están acabados en almohadillas adhesivas, que les ayudan a fijarse y trepar por las ramas.
Su color principal es el verde, que es más o menos oscuro dependiendo de la especie y ocupa la parte dorsal del animal. Además, estas ranas suelen presentar patrones llamativos en los costados, que pueden extenderse por las extremidades.
Estos tonos están conformados principalmente por naranjas, amarillos y negros y son característicos de cada especie. La parte ventral, por otro lado, suele estar menos pigmentada.
Hábitat y comportamiento de las ranas mono
Estos anfibios se encuentran únicamente en América Central y Sudamérica. Habitan principalmente en zonas boscosas tropicales o subtropicales y en áreas inundables con vegetación abundante, que es imprescindible para su biología.
Al contrario que otras ranas, estas no suelen residir en el agua, sino que pasan la mayor parte de sus vidas en lo alto de los árboles, pudiéndose encontrar a alturas de entre 0,5 y 4 metros. Al igual que el resto de anfibios, tienen una piel muy porosa, por lo que, al vivir tan lejos del agua, corren el riesgo de deshidratarse.
Estas ranas han desarrollado una serie de adaptaciones para evitar la deshidratación. Son principalmente nocturnas, ya que pasan el día escondidas entre las hojas, con las patas recogidas cerca del cuerpo. Así, además de evitar la incidencia de los rayos del sol y disminuir la evaporación, logran camuflarse mejor con su entorno.
Además, algunas especies son capaces de segregar una sustancia similar a la cera a través de la piel. Con la ayuda de las patas traseras, se extienden este compuesto por todo el cuerpo de manera frecuente y concienzuda, con lo que consiguen crear una capa que las aísla del medio.
No solo protege de la desecación, sino que contiene toxinas que sirven como defensa ante los depredadores.
Durante la reproducción, las ranas mono bajan de las copas de los árboles y se sitúan en la vegetación encima de masas de agua, que a menudo son charcas temporales. Depositan los huevos sobre una hoja ancha, a la que quedan adheridos gracias a la sustancia gelatinosa que los envuelve, y doblan la hoja alrededor de ellos, formando un pequeño nido.
Al eclosionar, los renacuajos caen al agua, donde completan su desarrollo hasta llegar al proceso de la metamorfosis. Tras su transformación, los juveniles trepan a los árboles, ya como ranas adultas, donde vivirán el resto de sus vidas. Mientras que en el estado larvario se alimentan de materia vegetal, en su forma adulta capturan presas con ayuda de su lengua protráctil.
Relación con los humanos
Como se ha mencionado anteriormente, varias especies contienen toxinas en las secreciones cerosas de su superficie. Estas sustancias tóxicas son utilizadas tradicionalmente en los rituales de varias tribus indígenas de estas zonas, que llaman a las secreciones kambo o sapo.
Para ello, cazan a las ranas y las sitúan sobre un fuego con las extremidades atadas y extendidas, con el objetivo de producir estrés en el animal para que segregue la sustancia y poder recolectarla. Tras ello, el animal suele ser liberado.
Una vez obtenida, la secreción se aplica sobre heridas o quemaduras y pasa así al torrente sanguíneo. Los efectos son variados e incluyen vómitos, diarrea y pérdida del conocimiento. Tras ello, puede actuar como analgésico y disminuye la percepción del dolor. Para los nativos, este ritual trae buena suerte y los hace mejores cazadores, entre otros beneficios.
Aunque estas prácticas tradicionales no parecen tener efectos graves en las poblaciones de Phyllomedusa, el uso de las secreciones tóxicas parece estar popularizándose como terapia alternativa sin rigor científico, e incluso para mejorar el rendimiento ilegalmente en carreras de caballos. Esto podría suponer un riesgo creciente para la conservación de las ranas mono.
Bibliografía
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- https://www.nytimes.com/2021/01/01/style/self-care/kambo-tree-frog-detox.html