La piometra en perros es una enfermedad que afecta a las hembras que han alcanzado su madurez sexual. Se trata de una infección uterina que debe tratarse cuanto antes, pues puede derivar en septicemia, peritonitis e insuficiencia renal.
Qué es la piometra canina y qué puede causarla
La hiperplasia endometrial quística, también denominada piometra, es una enfermedad hormonal causada por un aumento anormal de la hormona progesterona.
La piometra puede afectar a la fertilidad de la perra, e incluso provocarle graves fallos orgánicos que pueden ser mortales. Una gran cantidad de ejemplares en edad reproductiva llega a padecer la enfermedad en algún momento de su vida.
El ciclo hormonal de la hembra está directamente relacionado con la aparición de la enfermedad. Y es que que suele presentarse unas 10 o 12 semanas después de la ovulación, principalmente debido a una elevación natural de progesterona que disminuye las contracciones uterinas y provoca una serie de cambios en el endometrio.
La piometra en perros a veces se relaciona con la administración de tratamientos hormonales. Estos altos niveles de progesterona provocan una respuesta bacteriana que da lugar a la infección del endometrio. Si estás administrando hormonas a tu perra, ten en cuenta que los riesgos de que desarrolle esta enfermedad son muy altos.
Síntomas y diagnóstico de la piometra en perros
En un 85 % de los casos, la piometra canina presenta secreciones vaginales con presencia de pus o sangre durante el periodo comprendido entre la segunda y la octava semana del celo.
Según los síntomas locales del animal, podemos distinguir dos tipos de piometras:
- Piometra a cuello cerrado, en la que no se observan las secreciones anteriormente mencionadas al presentar un cuello del útero cerrado. Suele venir acompañada de un abdomen distendido. Esta variante es la más peligrosa para la perra.
- Piometra a cuello abierto, en la que sí se observan secreciones purulentas y sanguinolentas. Pueden aparecer de forma esporádica o continua.
Los signos clínicos más comunes en ambos casos son abatimiento, abdomen dilatado y anorexia, además de secreciones vaginales y sed abundante. Su mera presencia suele ser suficiente para diagnosticar la piometra.
No obstante, el veterinario puede llevar a cabo más exámenes que confirmen el diagnóstico:
- Una radiografía del abdomen puede ayudar a confirmar la presencia de la piometra.
- Un análisis de sangre permite evaluar el recuento de leucocitos del animal y confirmar la existencia de un proceso infeccioso.
- Una ecografía permite al veterinario detectar la presencia de líquido en el interior del útero, normalmente causado como respuesta a la infección.
- La diabetes puede llegar a aparecer durante la piometra, por lo que una medición de los niveles de glucosa del animal puede ayudar a detectarla de forma temprana.
Tratamiento y prevención de la piometra
El tratamiento más común de la piometra suele ser la cirugía. El procedimiento más agresivo, pero también más eficaz, es la ovariohisterectomía, es decir, la extracción tanto del útero como de los ovarios.
Este procedimiento altamente invasivo señala el fin de la vida reproductora de la perra, pero elimina por completo las posibilidades de que desarrolle la enfermedad. Otro tratamiento menos invasivo es el lavado del útero o la aplicación de un drenaje transcervical.
La administración de antibióticos y prostaglandinas también puede ayudar a eliminar la infección. Este enfoque no quirúrgico sólo es eficaz, no obstante, en aquellas infecciones de menor gravedad.
En cuanto a la prevención, la esterilización parece ser el método más seguro y eficaz, ya que el ciclo hormonal ligado a la vida reproductora de la perra y a la producción de progesterona cesa por completo.
Tenemos que tener en cuenta que es más probable que un animal sexualmente maduro y activo padezca la infección, por lo que ten en cuenta la esterilización si quieres mantener a tu animal libre de todo peligro.