Motivos por los que un perro puede volverse agresivo

El miedo, los tirones de correa, la protección de sus pertenencias, el dolor o el padecimiento de una enfermedad pueden ser algunas de las causas de una actitud violenta; para solucionar este comportamiento es preciso averiguar, efectivamente, de dónde viene y tratar el problema con un especialista

Perro agresivo

La agresividad en los perros es un problema al que todos tenemos miedo. Sean pequeños o grandes, un perro agresivo resulta impredecible y, en muchos casos, peligroso. Estos son algunos de los motivos más frecuentes por los que un perro puede volverse agresivo.

Por qué un perro puede volverse agresivo

Descubrir los motivos de la agresividad en perros es imprescindible para poder diseñar un tratamiento y arreglar este problema de comportamiento. La información que aportan las familias a los educadores caninos y etólogos sobre el comportamiento y personalidad de sus animales es fundamental.

Sin embargo, el tratamiento para la agresividad debe diseñarlo y llevarlo a cabo un profesional. Este problema de comportamiento es peligroso para el perro y para los humanos, por lo que es especialmente importante acudir a un educador en positivo.

Un problema de agresividad sin tratamiento, o con un tratamiento mal diseñado, puede empeorar el problema. Con esto, no solamente se resiente la convivencia dentro de la familia, si no que puede terminar con alguno de los miembros herido.

Miedo

El miedo es una de las razones fundamentales por las que un perro puede volverse agresivo. Habitualmente, el perro está expuesto a diario a algo que le provoca miedo y de lo que no puede huir, por lo que si descubre que si actúa con agresividad es capaz de hacerlo desaparecer.

Qué hacer con un perro violento

Por ejemplo, la agresividad es frecuente en los perros que reaccionan frente a bicicletas o patines: el ruido o el movimiento les asusta y, si les ladran o hacen amago de lanzarse contra ellas, desaparece. Lo mejor es que les demos un tirón y les retiremos de ese lugar.

El primer punto por el que empezar a tratar este motivo por el que un perro puede volverse agresivo es evitar, en la medida de lo posible, aquello que produce miedo: exponer al perro a él solo va a empeorar el problema. Cambiar la ruta de los paseos o las horas en las que se encuentra lo que le asusta mejorarán sus reacciones y su calidad de vida.

Tirones de correa

Los humanos y el manejo de la correa están muchas veces detrás de las reacciones desagradables que tienen los perros. Muchas de las presentaciones o interactuaciones que tienen los canes con sus iguales terminan en disputa porque uno de ellos siente un tirón en el cuello que le hace reaccionar con exageración.

La correa es un elemento de comunicación fortísimo. A través de ella se transmite tranquilidad, prisa o preocupación. Cualquier movimiento que hacemos en nuestro extremo de la correa llega al perro, habitualmente a una zona tan sensible como el cuello, y le instamos a actuar con agresividad sin darnos cuenta.

Además, hay ciertos tipos de collares que provocan problemas en los perros. Los collares de pinchos, por ejemplo, provocan dolor en los animales. Si cada vez que aparece una bicicleta o un niño al perro se le clavan púas metálicas en el cuello, empezará a adelantarse para alejarlo antes de sentirlo.

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Esta relación es una de las leyes básicas del aprendizaje formuladas por Pavlov y se trata del condicionamiento clásico. Para poder hacer el tratamiento es imprescindible deshacerse de esta clase de collares que provocan dolor, y aprender a usar una correa para no dar tirones.

Protección de recursos

Llamamos protección de recursos a la agresividad que muestra un perro para proteger algo que considera valioso o escencial. Los perros que enseñan los dientes o gruñen cuando están comiendo habitualmente lo hacen para proteger la comida, por ejemplo.

Sin embargo, no solamente ocurre con la comida. El lugar de descanso, los juguetes, e incluso su familia, son recursos que desencadenan estas reacciones, y por ellas un perro puede volverse agresivo.

Para empezar a tratar este problema, el perro debe comprender que no tiene por qué proteger su comida o su lugar de descanso: no se le interrumpirá mientras duerme o siempre tendrá pienso en su cuenco. La confianza es fundamental para superar este problema, aunque, como el resto de las causas listadas en este artículo, la intervención de un educador competente es necesaria.

Dolor o enfermedad

La agresividad en un perro puede estar tapando dolor o malestar: consigue alejar o evitar el contacto con otros animales o humanos para que no le toquen donde le duele. También se dan casos de desajustes hormonales que tienen como síntomas reacciones agresivas o muy exageradas.

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Por eso, si un perro se vuelve agresivo, o tiene un cambio de comportamiento radical en un espacio de tiempo corto, es necesario visitar a un veterinario para descartar una causa física. De la misma manera, al pasar la barrera de los 7 años y empezar a envejecer, puede aparecer dolor articular o displasia de cadera.

Solo un veterinario puede diagnosticar una causa física para la agresividad y proponer un tratamiento para hacer desaparecer este malestar. Un educador puede ayudar a devolverle confianza al perro para terminar de desterrar las reacciones exageradas, pero solo lo soluciona un sanitario.

La agresividad en los perros es un problema que nos preocupa mucho como sociedad. Cada perro tiene un motivo diferente, y sin conocerlo no se puede empezar un tratamiento para solucionarlo. Contacta con un educador o un veterinario para que el comportamiento de tu mascota vuelva a la normalidad.

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